Crónicas en órbita

Pídele la luna a Sevilla

Dicen que vamos a convertirnos en la mejor ciudad para tocar el cielo. Pero eso qué significa. Ser la nueva sede de la Agencia Espacial Española puede que nos deje fríos. Especialmente si no hemos reparado en que ese destino estaba fijado en Sevilla desde mucho tiempo atrás.

Esto de la AEE suena a que nos ha tocado una lotería de la que no acabamos de entender el premio. Pero, para empezar, no ha sido cuestión de suerte. Sevilla emprendió el camino para convertirse en un referente en ciencia y tecnología cuando acabó la Expo, en 1993. No por casualidad ha sido en el treinta aniversario de ese esfuerzo cuando ha sido elegida como sede de la AEE, elección motivada en gran medida por el apoyo incondicional de sus autoridades. El actual, y el histórico.

El premio puede parecer intangible, pero ya está teniendo efecto. La industria aeroespacial desarrollará nuestro aeropuerto, conectándonos directamente con todas las principales ciudades del mundo, como Nueva York. Seremos el lugar elegido para eventos internacionales, pero no solo de tecnología y de ciencia, también de deporte y cultura. Entre las muchas promesas de futuro de la agencia espacial está facilitar un mercado de trabajo que permita a los sevillanos quedarse y tener una buena vida aquí. Pero sin esperar a nada de todo eso, este noviembre los Grammy Latinos saldrán por primera vez de Estados Unidos para venir aquí.

En realidad hace mucho que Sevilla puede contemplarse desde una posición privilegiada, como si viajáramos en esa nave espacial, por el espacio exterior, desde la que enfocamos el telescopio para observarla. Así que no es tan raro que haya acabado desarrollando su vocación espacial. Hay al menos cinco rincones y experiencias desde los que Sevilla puede verse como si miráramos desde las estrellas.

Atardeceres de cobre y púrpura

Es el color sevillano del cielo de tarde, y algo debe tener para que todos sus habitantes, en todas las épocas, se hayan empeñado en mirarlo desde las alturas. Desde los constructores de la Giralda a los promotores de las Setas, Sevilla como ciudad ha puesto especial esfuerzo, a lo largo de su historia, en llenarse de espectaculares miradores. Casi parece natural que haya acabado imaginándose como protagonista en la conquista de los cielos.

Uno de los más singulares, por ubicarse en el casco antiguo y permitir contemplar las capas superpuestas de los siglos, son las cubiertas de la Catedral. Abiertas desde 2022, y precisamente por eso menos conocidas, permiten acceder a tres niveles, conociendo secretos de sus arquitectos y canteros, contemplando el edificio desde una perspectiva singular, lo mismo que a la propia ciudad que creció a su alrededor.

Rascacielos que continúan el legado de la Giralda

Casi podríamos considerar a la Giralda primer rascacielos sevillano, por eso merece más la pena seguir su tradición desde los dos más modernos. La visión del pasado frente a la del presente.

El hotel Torre Sevilla tiene una terraza abierta a visitantes con grandes cristaleras, comparable a la del avión que aterriza, a la de la nave espacial que llega. Especialmente mágica de noche, porque permite apreciar la iluminación anaranjada de muchos de sus rincones que, para quien no lo sepa, también es uno de los rasgos distintivos de la ciudad.

Y para ver el Guadalquivir desde arriba, la Torre Schindler, también conocida como Pabellón de la Navegación. Quien se sienta en forma disfrutará de unas escaleras bellísimas, a la altura de las que llenan los grandes palacios sevillanos. Pero traducidas a la arquitectura moderna. Para visitas más descansadas, sus ascensores panorámicos. El río vertebra no solo Triana y su puente, sino la propia identidad urbana desde siempre, su barrio de alfareros hoy recogido en el Museo de la Cerámica, las actividades deportivas acuáticas, la espectacular vegetación de sus parques. Cómo abordaría un astronauta el Guadalquivir. Pues exactamente así.

Su signo de identidad en el XXI

Parece algo poco relevante que las ciudades encuentren un símbolo renovado y moderno que acabe convertido en uno de sus iconos más buscados. No suele pasar, pero las Setas de Sevilla lo han conseguido, y muchos extranjeros las tienen en la cabeza como identificación de la ciudad. Es también una de las cosas más buscadas en internet en relación a Sevilla. Pero sobre todo, cuando estás aquí, es una terraza que complementa la vista desde las cubiertas de la Catedral, y un paseo que invita a vivir cualquiera de las grandes pasiones de la vida. Sufrir el síndrome de Stendhal, enamorarse, deleitarse con la belleza que te rodea y, por supuesto, besar a quien amas. Nunca es lo mismo hacerlo desde el suelo que desde las alturas.

Las Setas han incorporado además una sala inmersiva a veintiún metros de altura, con una pantalla LED de veintiún metros de largo y tres de altura, dieciséis millones de píxeles, sonido 360º, efectos de aire y mapas olfativos. Todo para meterte de lleno en la experiencia de la pieza audiovisual Feeling Sevilla. Una simulación a la altura de las que preparan a los astronautas antes de viajar al espacio.

En el cohete que nos trajo la predicción (verdadera) del tiempo

Una de las claves de la apuesta por la ciencia y la tecnología es, y ha sido, la Isla de la Cartuja. Allí se han ubicado muchas empresas e industrias orientadas al futuro. Pero también es donde aún permanece la réplica del cohete Ariane 4. Los cohetes Ariane son uno de los mayores logros de la agencia espacial europea, y los responsables de haber puesto en marcha muchos de sus satélites. De hecho, desde que uno de ellos lanzó el primer Hispasat, la predicción meteorológica en España se volvió, por fin, precisa. Que acertaban en si iba a llover o a hacer sol, vaya, lo cual fue una novedad en los noventa. Dado que se lanzan desde la Guayana Francesa, en América, en la Cartuja tenemos la oportunidad de ver la réplica de uno de cerca. Y a menos que acabemos siendo elegidos como astronautas, será lo más cerca que estaremos de uno de ellos.

La ciencia ficción y el futuro turismo espacial

Los escape room, que tan populares se han vuelto en todo el mundo en la última década, tienen un rasgo espacial en Sevilla. Sí, no es una errata, espacial y no especial. Sus nombres hablan por sí mismos: la «Abducción Alien» con un ovni sobre la Catedral. «El Centinela» viene de un objeto que salió del sol y al rozar los casquetes polares emitía una voz humana. Y hay más, a gusto de la aventura que cada uno quiera disfrutar, siempre con la vista puesta en escapar. No solo porque es el objeto del juego, sino porque fuera espera Sevilla.

Y para quien no le importe esperar al futuro, le aguarda el proyecto que EOS X Space ha anunciado para 2025 en Sevilla. Esta compañía está implantando en todo el mundo la experiencia del viaje espacial en una nave que asciende a la estratosfera con globos de helio, y permite experimentar la microgravedad de las naves espaciales. Quizá los 150.000 euros por viaje disuadan a muchos. Pero quién sabe. Si para entonces nos ha tocado la lotería, no estaría mal probar la Sevilla más espacial.

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