El hombretón de dos metros de estatura y rostro hierático que, una clara noche de trilunio, entró en la Taberna Flotante, le habría parecido un terrícola a un observador menos atento; pero el tabernero enseguida sospechó que no lo era.
—Busco al que se hace llamar Ijon Tichy —dijo el forastero con voz cavernosa, apoyando en la barra unas manos grandes y poderosas como zarpas de oso.
—¿Quién lo busca? —preguntó el tabernero con suspicacia, pensando que, como era habitual en él, su amigo se había metido en algún lío.
—Ijon Tichy.
—Ya he oído que buscas a Tichy. Te pregunto quién eres tú.
—Ijon Tichy —repitió el hombretón fijando en los del tabernero sus penetrantes ojos azules, casi transparentes—, yo también te he oído. Yo soy Ijon Tichy. O esa es al menos la mejor versión fonética de mi nombre en vuestro idioma.
—¿Es una broma? —exclamó el tabernero, aunque no parecía que el forastero estuviera bromeando—. Ijon Tichy es un personaje de ficción creado…
—Utilizándome a mí como modelo —lo interrumpió el hombretón—. Ponme una de tus famosas cervezas azules, a ver si son tan especiales como dicen; es una historia larga y tengo la garganta seca.
Tras apurar de un trago la jarra que le sirvió el tabernero y asentir aprobatoriamente con su masiva y calva cabeza, el forastero inició su relato:
—A mediados de su vigésimo siglo, tuve que aterrizar en la Tierra. Un aterrizaje forzoso y muy accidentado que casi me costó la vida. Caí en un bosque de lo que entonces se conocía como Polonia, y tuve la suerte de que me encontrara un médico llamado Lem, que curó mis heridas y me escondió hasta que estuve en condiciones de reparar mi nave y volver al espacio sin que nadie detectara mi presencia. Durante mi convalecencia, le hablé de mis aventuras espaciales, adornándolas un poco con algunas de las leyendas que por entonces circulaban entre los astronautas, como la del planeta con un mar inteligente que Lem, al escribir luego una novela sobre él, llamó Solaris…
—Un momento —lo interrumpió el tabernero—. ¿Estás diciendo que la novela de Lem se basa en una leyenda?
—Eso creía yo hasta hace poco. Pero, al parecer, ese terrícola que se hace llamar Ijon Tichy, basándose en algunos datos de la novela, exploró el espacio en busca de Solaris y encontró algo muy parecido a lo que cuenta la leyenda que yo oí en mi juventud, hace más de doscientos de vuestros años. Una increíble leyenda galáctica que, por lo visto, tenía una base real.
—Te has ganado otra cerveza —dijo el tabernero volviendo a llenar la jarra vacía—. Es una historia fascinante. El falso Tichy encuentra el verdadero Solaris a partir de una novela inspirada en una falsa aventura contada por el verdadero Tichy…
—Sí, esa es la primera parte de la historia —convino el forastero tras apurar la segunda jarra.
—¿Cuál es la segunda?
—El verdadero Tichy encuentra al falso Tichy y lo convence de que lo conduzca hasta Solaris. Pero la más interesante será la tercera parte, la que aún no podemos ni imaginar.
Oh, me encanta!! Me lleva a tantas preguntas de mi juventud…
Lo celebro. E intentaré ir dando algunas respuestas (o, en su defecto, nuevas preguntas).
Me ha encantado la frase: «El falso Tichy encuentra el verdadero Solaris a partir de una novela inspirada en una falsa aventura contada por el verdadero Tichy…». Me ha llevado a pensar sobre los anagramas de Galileo y Kepler.
Me pregunto si en Solaris aparecerá la réplica del falso Tichy y lo que podría llegar a ocurrir al llegar a Solaris junto al verdadero Tichy. Seguro que la espera merecerá la pena.
Releyendo el comentario, me temo que es muy desafortunada la mención de Galileo y Kepler. No era mi intención asociar a Kepler con el adjetivo falso.
Bueno, ya sabes que en la ciencia los errores también suelen ser fecundos, así que «falso» no es necesariamente peyorativo: puede ser un intento fallido que nos acerca a un logro.
Cierto, Carlo. De un uso inapropiado del adjetivo «falso» a un auténtico aprendizaje, siempre conveniente 🙂
¡ Ijon Tichy ! ¡ Que recuerdos ! Todavía conservo los dos tomos de Bruguera que leí a los quince años más o menos, hace más de cuarenta. Deslumbrante, en particular el viaje en que se encuentra con diferentes versiones de si mismo al atravesar un remolino espacio-temporal. ¡ No me he atrevido a volver a leerlo por si me decepciona, pero he leido todo lo que he podido de Lem, un autor fundamental.
No creo que te decepcionaran, yo los releí hace poco (precisamente para preparar esta serie de relatos) y siguen siendo estupendos. Lo que peor ha envejecido son mis prólogos, pero te los puedes saltar sin problema. Por cierto, supongo que eres el mismo joaquinillo de Jot Down. Bienvenido a este otro foro.
Yes, I’m. No me gusta mucho opinar en foros porque he descubierto que soy mucho más antipático que en la vida real, o peor aún, que en la vida real soy más antipático de lo que yo creía. Yo intento ser irónico y gracioso, pero amable y sin embargo me contestan con mucha agresividad, así es que debo tener mi parte de culpa. Saludos cordiales!
Hay mucha agresividad latente en nuestra sociedad, y la red es, para algunos, una manera fácil y sin riesgos de soltarla. Pero para otros es una excelente ocasión para el diálogo, es decir, para aprender y crecer. Y creo que el balance puede ser muy positivo. Gracias por tus asiduos comentarios.
Gracias. Me atreví a releer el viaje 7º de Ijon Tichy. Sigue siendo hilarante, ¡ que cantidad de implicaciones filosóficas, científicas, humanas en tan pocas y divertidas páginas !
Por cierto, en estos tiempos de pánico ante la IA, no estaría de más releer sus escritos de Lem sobre supercomputadoras, en particular Golem XIV, una computadora tan inteligente que pasa olímpicamente de los aburridísimos seres humanos.
¡Qué bueno! ¡Me encanta ese re-re-encuentro entre Lem y Tichy! Estupendo, Carlo.
Lo celebro de veras, Ric. Y esto no es más que el principio… Pásate por la taberna cuando quieras.
Me encanta Lem, es mi principal referente de ciencia ficción. Un libro no tan famoso como Solaris es “El invencible”, pero una maravilla también. Siempre pensé que la ciencia ficción es el género que se acerca más a la filosofía, porque permite reflexionar mejor que ningún otro acerca del significado de “ser humano”, tomando
distancia y viéndonos con perspectiva, desde fuera. Yo también te leo en Jot Down Carlo, un abrazo.
En algunos aspectos, El invencible me parece aún más interesante que Solaris. Y , sí, la buena ciencia ficción es la mejor de las narrativas, la que más flexibiliza nuestras mentes, que buena falta nos hace. Gracias, Rafa. Yo también te leo a ti en JD.