Cultura ambulante

Tarkovsky en el espacio interior

Una exposición en el Museo Ruso de Málaga celebra la figura del cineasta y su visión aplicada también a las artes plásticas. Andrèi Tarkovsky. Maestro del espacio nos descubre otras facetas del autor y reafirma su fe en el influjo de las imágenes

Andrèi Tarkovsky durante el rodaje de «Stalker», 1979 (foto: Georgy Pinkhasov)

De Andrèi Tarkovsky conocemos bien su capacidad de esculpir en el tiempo (como tituló su influyente ensayo) a través de su cine y su brillantez a la hora de comprender e incorporar la dimensión temporal a sus obras. Pero sobre su concepción del espacio no se ha indagado tanto, algo que se ha propuesto paliar el Museo Ruso de Málaga mediante una de las exposiciones inéditas con las que ha reabierto tras el parón pandémico, titulada justamente Andrèi Tarkovsky. Maestro del Espacio. Celebramos entonces estar en el momento justo y en el lugar adecuado para visitarla, con el recuerdo fresco además del estreno, en el pasado D’A Film Festival Barcelona –a través de Filmin–, del documental Tarkovski. A cinema prayer, dirigido por su propio hijo y con abundancia de materiales inéditos para conocer mejor la imbricación entre vida y obra de este ácrono autor.

Atendiendo a las siete únicas películas que realizó en sus 54 años de vida, es fácil hacerse a la idea de por qué estamos ante uno de los cineastas más influyentes del siglo XX, auténtico portento del lenguaje fílmico. Si bien, en la muestra del Museo Ruso, Tarkovsky es presentado más bien en calidad de artista plástico, a través de más de un centenar de piezas que incluyen fotografías tomadas durante sus rodajes, fotogramas y carteles de sus largometrajes, así como cuadros pintados por él mismo. Imágenes que recogen la esencia de su trabajo y como mínimo una parte de su feraz filosofía en torno al cine, las artes en general y la vida en todo su abrumador alcance.

 

«La aldea» (1960-65), óleo sobre lienzo de Andrèi Tarkovsky

De entre ellas llaman especialmente la atención sus obras pictóricas y bocetos dibujados, vestigios de una de sus facetas menos conocidas. Tarkovsky, como Dovzhenko, Eisenstein o Paradjanov, se inscribe en la amplia tradición de grandes cineastas rusos que asistieron a escuelas de arte, una primera vocación que tiene reflejo en la plasticidad de todas sus obras. Como señala el comisario de la exposición, Joseph Kiblitsky, “fue el arte de la pintura el que los enseñó a mirar”. De hecho, el director de Andrei Rublev –pintor del siglo XV– no dejó de dibujar nunca. Más allá del estilo (que fluía entre el realismo y la abstracción) o la técnica (acuarelas, óleo, bolígrafo…), los cuadros de Tarkovsky son reveladores de su visión del espacio: la misma que lo guiaba al emplazar la cámara, localizar una escena o componer un plano.

Milagros del arte total

Esa forma panartística de entender su obra le trajo no pocos quebraderos de cabeza durante los rodajes, algunos de los cuales aparecen retratados en la muestra malagueña, haciéndonos testigos de sus imposibles hallazgos. “Lo que tú haces no son películas”, le dijo a Tarkovsky su padre (el poeta Arseni), en el mejor cumplido que podía haber recibido. Andrèi no solo recurría con frecuencia en sus películas a la estética de los grandes pintores o a la poesía visual; su propia exploración de la pintura y el dibujo –y de otras disciplinas como la escritura o la fotografía– fue para él un vehículo de expresión alternativo. La elección de los detalles, la atmósfera, el uso de la luz, el ángulo de encuadre… en el cine cuidaba todos los elementos como si de un gran lienzo se tratara, decantándose por el naturalismo (poético) sobre el simbolismo: para él, el arte ya era un símbolo del infinito.

La elección de los detalles, la atmósfera, el uso de la luz, el ángulo de encuadre… en el cine, Tarkovsky cuidaba todos los elementos como si de un gran lienzo se tratara

Andrèi Tarkovsky dirigiendo «El espejo», 1975 (foto: Vladimir Murashko)

Por el documental de su hijo, estrenado el pasado año en la Bienal de Venecia, sabemos que consideraba el cine como una obra de arte totalgesamtkunstwerk, que diría Wagner– y por eso tomaba completo control de la filmación durante sus inmersivos rodajes. Se sentía responsable, era su misión como artista. Sus maestros, a los que él mismo calificaba de lunáticos (otro raro cumplido), eran Bresson, Tólstoi, Bach y Leonardo; cine, literatura, música y pintura/polimatía: “Me aterrorizan a la vez que me inspiran, sus milagros son inexplicables”. Como Bergman, que tanto lo admiraba, no es de extrañar que Tarkovsky se emperrara en trascender y hacer del cine un manantial de espiritualidad, esa inquietud sobre el sentido de la vida que la humanidad no había desarrollado más por miedo, según él. “La imagen poética es capaz de contener el misterio”, aseguraba, y a ella se aferró para siempre.

Andrèi Tarkovsky. Maestro del Espacio nos recuerda que, más allá de sus películas, el autor nacido en Zavrazhie –una aldea cercana al río Volga– dejó tras de sí un torrente de ideas sobre las que orbitar en este mundo. Al igual que otros de los nombres propios del cine que se han citado, más que un artista visual debería ser considerado un pensador. Ahí está, en las pantallas y ahora en las paredes del Museo Ruso, el legado de su obra visionaria que en ocasiones lo llevó a vaticinar un futuro donde los desastres ecológicos serían casi tan importantes como los de la guerra, y aún más. “La naturaleza es un rasgo de la personalidad rusa, el único lugar donde podremos llegar a la verdad”, declara rotundo ante la cámara. Él hizo su parte tratando de revelarnos ese espacio donde encontrarla, la verdad, que casi con toda seguridad estaba más dentro de uno que fuera.

«Pradera» (1948), óleo sobre cartulina de Andrèi Tarkovsky

Andrèi Tarkovsky. Maestro del Espacio
Comisariada por Joseph Kiblitsky
Colección del Museo Ruso de Málaga
Hasta el 04 de abril de 2021
De martes a domingo, de 9:30 a 20:00 horas

VISITA APTA PARA: Hinchas de Tarkovsky y sectarios de la imagen como redención.
VISITA NO APTA PARA: Aquellos a los que el trascendentalismo les provoca urticaria.

4 Comentarios

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