«Va a requerir que le des ese tiempo a mirar, a acercarte, a abrir la puerta y entrar, a quedarte un rato, a subir las escalinatas, a observar y esperar que pase algo. Pasarán cosas por las que, quizás, te quedes a esperar si vuelven a repetirse. El momento de entrar en la casa va a ser el de enfrentarte a algo que no conocías pero que va a estar lleno de referentes que te conectan con los fondos marinos y el movimiento de las aguas. Será un lugar para reflexionar sobre la naturaleza y la importancia de su conservación». Así describe su propia autora, la escultora y grabadora Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956), la experiencia única que supone visitar la intervención artística Hondalea, que ha realizado en la Isla de Santa Clara, junto a su ciudad natal, y cuyo proceso de creación recoge una exposición homónima en el Museo San Telmo de Donostia.
Hondalea podría traducirse del euskera como «abismo marino» o «profundidad abisal», un término en desuso actualmente pero del que se pueden hallar rastros literarios en obras como la del poeta e historiador Arnaud Oihenart (1592-1667), que hacia el final de sus días escribió el primer volumen teórico sobre poesía vasca bajo el título L’art poetique. El componente lírico se halla presente, sin duda, en el entorno escultórico concebido por Iglesias en Santa Clara, icónico islote ubicado frente a las costas de San Sebastián, cuya Casa del Faro había permanecido abandonada y en estado de deterioro durante demasiado tiempo. Justo ese es el espacio transformado mediante esta intervención en una estremecedora obra, que se basa en la estética agreste del entorno y en el espíritu indómito de la costa cercana.
La pieza ha sido excavada en el interior de esta casa deshabitada, la del farero, sirviéndose de un gran vaso fundido en bronce que incorpora los estratos geológicos y la secuencia de las mareas, los cuales irrumpen en un espacio que parecería digno de un film de ciencia ficción filosófica firmado por Kubrick o por Tarkovsky. Una estructura metálica de 20 metros cúbicos y 15 toneladas de peso fue trasladada, pieza a pieza, a través de numerosos viajes en helicóptero hasta la isla. El resultado es una obra-refugio en la que el visitante (una vez cruzada en bote la bahía) accede a una dimensión pocas veces explorada del arte escultórico, a una experiencia donde el tiempo parece suspenderse de forma indefinida y nuestros cuerpos son capaces de conectar a un nivel casi subconsciente con el océano que subyace a esta imponente creación.
No en vano, Iglesias ha concebido esta intervención con el enfoque esencial de poner de relieve —nunca mejor dicho— la preponderancia de los elementos medioambientales, constructores de tiempo y, por tanto, de vida. «Este es un proyecto que se conecta con la defensa de la naturaleza, y de los mares y sus costas. Un espacio de reflexión donde el agua fluye con un ritmo inspirado en los cambios de las mareas y la fuerza de las olas en las cavidades marinas», ha expresado la autora donostiarra, quien incluso ha llegado a definir esta obra artística como «la más importante de su carrera»; una pieza en la que, como es habitual en sus producciones, ha buscado dar forma al compromiso simbólico (y ético) entre la propia creación y el espacio circundante.
Premio Nacional de Artes Plásticas y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, así como merecedora del Premio de Arquitectura 2020 otorgado por la Royal Academy Of Arts de Londres el pasado año, Cristina Iglesias es una de nuestras artistas más reconocidas en todo el mundo, presente en los más prestigiosos centros museísticos internacionales, desde la Tate Gallery de Londres al MoMA y el Guggenheim de Nueva York, o el Centro Georges Pompidou de París. A menudo ha concebido la expresión artística como una forma de posicionarse socialmente en la defensa de causas ecológicas y también en la recuperación de espacios; como hizo anteriormente en otro edificio de nuestro país, la Torre del Agua en Toledo.
Su intervención en la Isla de Santa Clara se complementa con diversas actividades en tierra firme —la ciudad de San Sebastián— y especialmente la muestra Hondalea, que contiene numerosos materiales y documentación que dieron lugar al conjunto escultórico. Así, en el Museo San Telmo tenemos acceso a bocetos preparatorios, piezas complementarias fabricadas en bronce, una escultura, así como una pieza audiovisual, correalizada por la propia Iglesias y el cineasta Asier Altuna (que empezaron a grabar en septiembre de 2019 y que, según ha trascendido, se convertirá en un largometraje documental). En ella evocan la experiencia que supone viajar de la urbe donostiarra a la isla y, a continuación, la visita inmersiva que establece un diálogo precioso con los mares que rugen en las profundidades y de los que emana toda la fuerza brava de esta zona del litoral vasco. Principio y final de la vida, estas rocas y estas aguas.
Hondalea Cristina Iglesias Museo San Telmo, San Sebastián Hasta el 26 de septiembre |
Hay un mar y una intención para nada velada. Hay un furia diría, que aquieta todo, a mi especialmente. Por fuera, porque por dentro todo se estremece. ¡Hay agua inquieta!, la siento, salada y con algas, pero
¡Faltan los peces! Me gustaria andar. Gracias por la divulgación