Horas críticas

Libros de la semana #155

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Tú eres la tarea, de Franz Kafka (Acantilado)

«Muchas sombras de los difuntos sólo se ocupan de lamer las aguas del río de los muertos». El próximo 3 de junio se cumplirán cien años de la muerte en Kierling, Austria, de uno de los escritores fundamentales del siglo XX, y a buen seguro entre los más influyentes en la literatura posterior: Franz Kafka (1883-1924). A buen seguro tendremos varias ediciones conmemorativas y especiales de su obra en los próximos meses, y se seguirá dando rienda suelta al adjetivo «kafkiano» —en su tercera acepción, una situación absurda o angustiosa— con mayor o menor precisión. Pero sin duda resulta valiosa, por su faceta menos popular y por la necesidad de contextualización, la publicación de los llamados aforismos de Zürau, que compuso en esta localidad entre 1917 y 1918, tras ser diagnosticado de tuberculosis. Una colección de reflexiones de índole filosófica, ética y teológica cuyo formato varía entre la parábola, la imagen o el microrrelato, por así decirlo: «Una jaula fue en busca de un pájaro», reza uno de ellos. Como señala en su prólogo el editor alemán Reiner Stach, «la agudeza destinada a causar efecto —que parece consustancial al género literario del aforismo— apenas está presente» en estos 109 textos, traducidos por Luis Fernando Moreno Claros. Más bien al contrario: la capacidad de condensar con plena plasticidad sus ideas hacen que la visión del mundo (sensible y espiritual) y la estética que sugieren queden más bien difusas u ocultas en estas piezas conceptuales, que tienden sin duda a la abstracción: «Tú eres la tarea. Ningún alumno a lo largo y ancho». Por eso son dignos de apreciar los comentarios anotados al pie que ofrece Stach en esta edición titulada justamente Tú eres la tarea, proporcionando a los enigmáticos textos adecuada e interesante información sobre su inspiración, el momento preciso de aquella etapa en el que vieron la luz, sus ocultas referencias o secretas conexiones; sin destripar del todo su misterio, que continúa insondable por cuanto su voluntad formal —tan variada en matices entre unos y otros— siempre los abre a nuevas interpretaciones. Hay algo de poesía hermética en esta obra inclasificable y fascinante de un autor único: «Su respuesta a la afirmación de que él tal vez poseía, pero no era, fue sólo temblor y pálpito del corazón».


La tierra más salvaje, de Lauren Groff (Lumen)

«La luna se escondió detrás de las nubes. El viento escupió una hiriente nieve helada. / Desde la alta pared negra de la empalizada, por una rendija que parecía demasiado estrecha para que se colase un ser humano, la chica se adentró en la inmensa y terrible espesura salvaje. / […] Venga, más rápido, chica, se dijo, y debido al miedo y la angustia, sus piernas aceleraron todavía más». La prosa brillante, evocadora, sencilla y cautivadora de Lauren Groff vuelve a lucir en todo su raro esplendor en La tierra más salvaje, saludado como uno de los libros del pasado año en Estados Unidos, y que la sigue confirmando como una de las más relevantes novelistas contemporáneas en lengua inglesa. Si su anterior Matrix giraba en torno a la figura de María de Francia y sus visiones, aquí elige como protagonista a una sirvienta precolonial del siglo XVII (en plena hambruna de Jamestown) que se interna en el territorio norteamericano sin ley ni límites, dando así continuidad a su modelo de ficción histórica herética y feminista, tan cercana a la sensibilidad narrativa actual, ágil e intensa, brutal y emocionante, en cada uno de sus párrafos, tallados con absoluta naturalidad: «Estaba segura de que semejantes monstruos podrían prosperar en un lugar tan vasto y diverso como aquel». Una fábula de supervivencia y redención que remite tanto a los mitos griegos como a los clásicos cuentos de hadas, ambientada en un mundo aún por descubrir, que representa una tierra prometida —el gran sueño— y al mismo tiempo la máscara que disimula la imposibilidad de emancipación real —libertad, a fin de cuentas—  así como la violencia inapelable del entorno. En esta narración que ocupa apenas unas cuantas semanas, la protagonista se ve impelida a avanzar por la espesura, siempre en soledad (los nativos a su alrededor le son extraños y ella les es extraña),  con la propulsión del hambre y del miedo a las diversas amenazas que jalonan el camino, tanto reales como imaginadas. Groff, quien ha recibido numeros reconocimientos por su obra anterior, vuelve en esta quinta novela —que nos llega traducida por Ana Mata Buil— a concentrar la peripecia de su protagonista en un estilo tan austero y físico como febril y alucinado, haciendo de ese contraste en su escritura que señalábamos en Matrix («crudo y bello, fulminante y contemplativo, sensorial y asilvestrado, lenitivo y punzante») una ya reconocible marca de la casa: «En la boca tenía una llaga nueva que no podía dejar de tocarse con la lengua. / Bueno, se consoló, ahora no cabía duda de que su cuerpo entero era una herida abierta».


Cultura cibernética y otros escritos del CCRU, de VV. AA. (Holobionte)

Tras los dos volúmenes de Fanged Noumena, antología de culto que dio a conocer la obra de Nick Land, la editorial Holobionte ahonda en los inicios del CCRU, colectivo o autodefinido «proceso» vanguardista que desde 1995 revolucionó el pensamiento con su filosofía posmoderna, materialista gótica, aceleracionista, hiperficcionada, lovecraftiana, pulp y deudora de la cultura rave, pospunk y jungle, publicando esta compilación de textos experimentales y transgresores que alumbró todo un nuevo lenguaje y una mitología. A este grupo se adscriben los primeros cinco escritos que abordan conceptos como el de cultura cibernética, donde el nuevo realismo de lo artificial aconseja el tránsito hacia una «inteligencia sintética». En los otros dos bloques que conforman este volumen figuran textos de sus integrantes, una vez emancipados de esa unidad de investigación —aunque siempre conectados a ella—: autores/pensadores como Mark Fisher y Robin Mackay, quienes definen la «posmofobia» a partir de la llegada de Kurt Cobain a la MTV, el éxito indie de Richard Linklater o el brit-pop; Sadie Plant, quien analiza la rápida conversión de las mujeres en «practicantes avanzadas e intrépidas de la ingeniería virtual»; Kodwo Eshun y sus consideraciones sobre el afrofuturismo alien como contramemoria del archivo colonial, de los esclavos que según Toni Morrison fundaron la modernidad, de las contrautopías de unos Estados Unidos de África o de la afrofilia liberacionista de Sun Ra; Luciana Parisi, quien consideraba las dificultades de escapar a la «red elástica de la gobernanza neoliberal» en la que impera «una forma de control a manos de la cualidad autorreguladora de la predicción algorítmica»; o de nuevo Robin Mackay, quien entrevistada sobre la importancia de la música (por su carácter no planificado, sujeto a una narrativa o autoconsciente) en aquel movimiento a mediados de los 90, habla sobre el modelo que supuso para un pensamiento diagonal: «Para nosotros, estas operaciones sónicas constituían modelos privilegiados para operar la desestratificación, ese retorno al potencial de la materia virtual que reclamaban Deleuze y Guattari». Todas las que componen Cultura cibernética y otros escritos del CCRU son piezas ejemplares de abstract culture y teorías especulativas, formalmente mutantes a la par que fascinantes. Como señala en su prólogo el editor (y traductor junto a Agustín Conde de Boeck y Ramiro Sanchiz) Federico Fernández Giordano, la influencia de este colectivo-enjambre heterogéneo se ha expandido hasta nuestros días a través de unas profecías que «se parecen cada vez más a un apocalipsis de hecho llegando lentamente, pero de forma implacable, desde el futuro».


El torbellino Kant, de Norbert Bilbeny (Ariel)

Según el autor de este libro, «Kant es el “Copérnico” de la filosofía: ya no es la razón quien gira alrededor de los objetos, sino estos alrededor de ella. La razón entra con Kant como un torbellino en el mundo de las ideas y el conocimiento». El catedrático emérito de Filosofía Moral de la Universidad de Barcelona y reconocido ensayista Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953) mezcla la biografía en forma de crónica muy dinámica con la exposición diáfana y accesible del pensamiento de Immanuel Kant (1724-1804), de modo que la una y el otro conversan para ofrecer una semblanza fidedigna de la figura del mayor filósofo de la razón, que definió como «el bien supremo sobre la Tierra» y «la última piedra de toque de la verdad». El retrato resultante es el de un filósofo práctico-moral que aboga por la universalidad como garantía de mantener un orden justo de paz mundial; un pensador, demoledor para el pietismo y la religión más fanática, que se aleja cuanto puede de credos y dogmas; un redescubridor del poder de la reflexión y el librepensamiento que «ama tanto la verdad como la “buena sociedad”»; un autor dedicado al ser humano que defiende el compromiso y el respeto a las personas como motivo de obligación moral sobre la que sustentar toda la arquitectura intelectual. Según observamos en las páginas de El torbellino Kant, con él viró la historia del pensamiento crítico más allá «del dictado de los hechos o de las vacías especulaciones». Recogiendo el testigo de Aristóteles o Nietzsche en su magnitud y trascendencia, la filosofía kantiana es revolucionaria por cuanto propone el esquema de un mundo mejor a partir del pensar libre y el sentir común. Como concluye Bilbeny, el humanismo de Kant adquiere hoy inmensas resonancias y sin duda «sigue siendo una contribución impagable al conocimiento y a la libertad en un tiempo en que continúan la ignorancia y la barbarie». Este iluminador ensayo es la mejor forma de celebrar el 300 aniversario del nacimiento en Königsberg de este ilustre e ilustrado Caballero de la Razón que se ocupó, en esencia, de dos cuestiones esenciales: el cosmos y el ser humano; o, en sus propios términos: «el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí».

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