En verso

Duende

NAUFRAGAIDA

Bajo siete o cuarenta balas de heno sientida sus aristas, meneida
las caderas como de olifante oscuro, deshaceida en torno al
borde. Bajo siete o cuarenta estratos de pluma sientida el cristal
punzón de oro, y jamás dormirá. Nos habla, como de lado,
como escocida su piel lanuda de hada mala o trasga buena. Nos
habla, como escondida, jamás dormirá y ahí está todo.
Usurpa, hermosísimo, su balbuceo. Los ojos los cientos los estratos,
pellejos de cristal y rebuscaida, allá está, bajo el cadáver
de las ocas, ahora Duende habla políngulos de pluma. A espaldas
de los ojos el castillo, descubreida sus aristas una noche,
siempre así: un poliedro atávico en la lengua, casi humana. Los
ojos los cientos los cristales.

 

TENTÁCULO, ORÁCULO

Si se quedan muy quietas como zapatos en el suelo, muy quietas
en el suelo con los dientes amarillos, si se quedan cada una
con su guisante dentro, muy pequeños o muy grandes para correr
por el casamiento, si se quedan después de alzadas del agujero
de alcantarilla, del hueco del sumidero del sifón boreal, toda
el agua y toda la sucia van de la mano al mismo sitio, toda el
agua que riega estos pies viene toda de una isla blanca, los corales
como huesos de muñeca como cristales de leche, los corales
encapuchados de lo blanco y de lo sucio, si se quedan zapatos albinos
nativos de la isla blanca, si se quedan todos izquierdos de
corales de cristales, todos cientos, todos viendo el clarecer de los
pulpos enfermos ya no tan aterradores ya como carne flotando
en realidad, el caso es que acuáticamente se pierda la seña rapidito,
perdemos la suerte rapidito.

 

PEGADAS A LA LENGUA

Ven. Está relampagueando. Ven te. Está relampagueando y baila.
Duende baila al duende y baila el duende baila baila. Relampaguea
y su vestido precioso el duende baila nos falda hermoso
mueve el viento nos daba generoso el nombre distinto del sol.
¡Esa es de todos los arroces hermanitos, esa es porque le brilla
el diastema tropezante! El duende de pan baila la miga nos tiende
a secar el vestido precioso cubierto de oro de trigo cubierto
de brea de púrpura cubierto de mi roña brillante libre me la
devuelve a las manos ven. Te relampaguea me te lo quita de los
párpados salino sol desheredado del vestido roñoso de la fiesta
que nos sigue con lágrima. Vamos, escuchan, aquí siempre será
sin un poco de luz, los hongos y el musgo en los pies de bailar el
duende a Duende al duende baila baila cubiertos de lluvia espumosa
el estrato, mandarina y amor. Finjamos que hay un árbol.

 

 

Duende
Andrea Abello
Ultramarinos
(Barcelona, 2021)
64 páginas
14,00 €

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