Desde uno de los altos taburetes de la barra, Lem contempló a la decena de personas sentadas frente a él.
—Gracias por venir —dijo—. Y gracias por vuestra asiduidad, por vuestras aportaciones y sugerencias, que han hecho de un antro de perdición un lugar de encuentro.
Cuando cesaron las risas, prosiguió:
—Os he pedido que vinierais para poneros al corriente de una situación que, sin llegar a ser peligrosa, podría ser… problemática. Todes conocéis a Casandra, la narradora oral. Pues bien, ha sido secuestrada por los Veladores, los misteriosos gobernantes de una civilización alienígena de la que lo único que sabemos es que está mucho más avanzada que la nuestra. Creemos que quieren sonsacarle información sobre algunos extraños acontecimientos recientes, como la tripartición de Arno, el viejo minero, o la génesis de un gato parlante de inteligencia extraordinaria.
—Gracias, Staszek —dijo Chess surgiendo de las sombras y subiendo de un salto a un taburete contiguo al de Lem, que prosiguió:
—No tememos por la vida ni la integridad de Casandra; pero podrían retenerla más tiempo del deseable, o secuestrar a cualquiera de nosotres para intentar obtener información, por lo que os invito a pasar de la expectación a la participación, de clientes a agentes de la Taberna Flotante. Propongo que nos mantengamos en contacto e intercambiemos regularmente datos, ideas y sugerencias sobre la insólita situación que estamos viviendo. Y aunque algunes ya os conocéis, voy a empezar por presentaros. De izquierda a derecha, el profesor Puntofijo, matemático, pedagogo y buen conocedor de los clásicos; el doctor Ric Ric, apodado Grillo por ser su nombre onomatopeya del canto del ortóptero, también matemático y afamado escritor; su inseparable colega Mou Gonza, narrador y susurrador de caballos, injustamente acusado, como Sócrates, de corromper a la juventud; el doctor Scutia, físico e informático, concienzudo (nunca mejor dicho) investigador de la relación mente-cerebro; Fafo Liber, ingeniero, artista plástico y experto en narrativas audiovisuales; el doctor MacQ, exobiólogo, polímata y afamado narrador multimediático; Van Batty, combativo sociólogo y poeta anarquista que adoptó el nombre de un famoso replicante; y, a mi derecha, las intrépidas hermanas luchadoras: Trizia, púgil y filósofa, como el legendario Platón; SumoK, matemática y campeona de sumo; y la proteica Floral, maestra de ninjutsu, neuropsicóloga, cantante y escritora… ¿Alguna pregunta?
—Muchas. O solo una —dijo Trizia—. ¿Qué es eso tan importante que los Veladores quieren averiguar?
—Seguramente habréis oído rumores, y poco puedo añadir —contestó Lem—. En parte porque yo mismo no sé gran cosa, y en parte porque, de momento, cuanto menos sepáis, menos podrán sonsacaros.
—¿Quién eres en realidad? —preguntó MacQ atusándose el anacrónico mostacho.
—Como algunes sospecháis —contestó el tabernero bajando la voz—, me llamo Stanislaw Lem y fui un escritor bastante conocido en la Tierra, en el siglo XX. Tras mi supuesta muerte, a principios del siglo XXI, un alienígena me reanimó y me otorgó una extraordinaria longevidad. Y antes de eso, también inspiró algunas de mis narraciones.
—¿Y Casandra? —preguntó Van Batty cuando cesaron los murmullos.
—Es un caso muy similar al mío. Una famosa escritora terrestre del siglo XX reanimada y rejuvenecida. Su verdadero nombre, que a algunes os resultará familiar, es Ursula Le Guin.
Creo que hablo en nombre de mis hermanas y en el mío propio cuando digo que será un verdadero placer compartir ideas y bluebirra con extrañes y conocides.
Coincido con Trizia, un placer compartir ideas con todes en este lugar de encuentro.
Es probable que Chess ya tenga pensadas diferentes alternativas para ayudar a cambiar la situación de Casandra, aunque quizá se pueda añadir algún pequeño detalle.
Por cierto, ¿cómo es posible saber que los Veladores no van a dañar a Casandra?
Pregúntaselo a Lem. Supongo que lo que le han contado Chalcedon e Ijon le hacen pensar que son controladores y bloqueadores, pero incapaces de hacer daño activamente.