La Taberna Flotante

Aproximación indirecta

Taberna Flotante #54

Sun Tzu

Al convocar una reunión para hablar de la posibilidad de trasladar la Taberna Flotante a Solaris II, Lem se dio cuenta de que Casandra había desaparecido.

—Es muy extraño —le dijo a Chess—, me aseguró que estaría localizable en todo momento.

—Casandra es concienzuda y responsable, por lo que abduzco (en el sentido de Peirce) que ha sido abducida (en el sentido de los antiguos ufólogos terrestres) —sentenció el gato solariano.

Era muy temprano y estaban solos en la taberna, Lem detrás de la barra y Chess subido en uno de los altos taburetes que la flanqueaban. Y de pronto entró un niño que había estado escuchando detrás de la puerta.

—Es de la especie de Chalcedon —dijo Chess nada más verlo—. Su piel es más clara y sus orejas son menos puntiagudas, pero su olor corporal es inequívoco.

—Así es, metagato —dijo el niño acercándose lentamente, como con cautela—. Soy Vana, puede que Chal os haya hablado de mí. Lo ayudé a escapar cuando lo apresaron.

—¡Pero eso sucedió hace doscientos años! —exclamó Lem—. Aunque los de vuestra especie maduréis más lentamente que los humanos, deberías ser un adulto.

—Cierto; pero tras ayudar a Chal intenté reunirme con él en su refugio secreto, y me perdí. Y como mi astronave, un modelo infantil, no estaba habilitada para viajar por el hiperespacio, durante varios meses de mi tiempo subjetivo estuve vagando por el universo relativista a velocidades próximas a la de la luz, y cuando volví a casa, hace unos días, en mi planeta habían transcurrido más de doscientos de vuestros años.

—Espero que el rencuentro con los tuyos no haya sido demasiado traumático —dijo Lem.

—Nosotros vivimos miles de años, y casi no envejecemos, así que encontré a mi padre prácticamente igual que cuando lo dejé —dijo el niño subiéndose a un taburete contiguo al de Chess—. Solo un poco más malhumorado que de costumbre.

—¿Has venido en busca de Chalcedon? —preguntó Lem.

—Sí. Y a deciros que, tal como ha supuesto el metagato, Casandra ha sido secuestrada. Por mi padre. Es un miembro de la Mesa Elíptica, el consejo de los Veladores, como los llamáis vosotros. Intenta sonsacarle vuestro secreto, sea el que fuere, mediante una técnica de aproximación indirecta.

—Curiosamente, también se denomina así una vieja técnica narrativa terrestre —comentó Lem.

—Y una aún más vieja estrategia militar —añadió Chess—, expuesta por el general chino Sun Tzu hace casi tres mil años.

—En este caso tiene que ver más con la narrativa que con la guerra —explicó Vana—. Se trata de incitar a alguien a contar historias de su elección para ir extrayendo datos que el investigado suministra sin ser consciente de ello.

—Por eso eligieron a Casandra —dijo Lem—. Por su condición de narradora, es un sujeto especialmente adecuado para esa forma sutil de… aproximación.

—Así es —confirmó Vana—. Tú eras la primera opción, pero ella era más fácil de abducir. En el sentido de los antiguos ufólogos terrestres.

—¿Por qué nos ayudas enfrentándote a los tuyos, a tu propio padre? —preguntó Lem tras una pausa.

—Por la misma razón por la que ayudé a Chal. No estoy de acuerdo con lo que hacen los míos. Ni con lo que no hacen.

—¿Y qué crees que deberíamos hacer nosotros para liberar a Casandra? —preguntó Chess formando un signo de interrogación con la cola.

—Secuestrarme —contestó Vana.

4 Comentarios

  1. Si Casandra fuese consciente de estar siendo sometida a la técnica de aproximación indirecta, me pregunto cuál podría ser su mejor estrategia si estuviese forzada a hablar. Inventarse algunas historias parece una mala opción. Quizá podría pensar en un algoritmo para aleatorizar la selección de historias a contar.

    • Me temo que los Veladores también habrían previsto esa posibilidad. De no disponer de algún mecanismo externo generador de azar (unos dados, un moneda), cualquier intento de generarlo mentalmente sería interpretable.

      • Estaba pensando en que podría utilizar lo que dijese la esfera luminosa como mecanismo externo. Por ejemplo, utilizando algunas de sus palabras para generar números aleatorios. De todos modos, si los Veladores tienen acceso a los pensamientos de Casandra, el hecho de decidir la transformación concreta y las palabras a elegir, también podrían ser interpretados. Parece que la mejor opción para Casandra sería intentar no decir —ni pensar— más de la cuenta, aunque no me extrañaría que Casandra diese con alguna alternativa más adecuada, si es que es capaz de intuir que están intentando sacarle información.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*