Cultura ambulante

Los caprichos de Gordillo

Vista de la exposición «Memorándum. Luis Gordillo» (foto: Museo Universidad de Navarra).

Las exposiciones sobre grandes figuras del arte contemporáneo que no solo continúan vivos, sino que siguen trabajando inmunes a la fatiga, son una excepcional ocasión de profundizar sobre el proceso creativo del autor con su propia connivencia y, por tanto, más allá de la mera especulación. Igual que en la dedicada a Miquel Barceló bajo la visión cómplice de Enrique Juncosa, la muestra Memorándum nos da acceso a la mente en ebullición de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) con el inestimable comisariado de Sema D’Acosta. Ambos consideran esta exposición, que acaba de abrir sus puertas en el Museo Universidad de Navarra, como una de las más ambiciosas que se hayan puesto en pie en torno a la amplia trayectoria del artista sevillano, si bien —y pese a lo que su título pueda inducir a pensar— se halla alejada de la consideración de retrospectiva.

Baste señalar, para corroborarlo, que más del setenta por ciento de las obras aquí exhibidas son inéditas. Muchas de ellas pertenecen a este siglo, la mayoría al último lustro, las hay que surgieron durante el confinamiento de 2020 y hasta una realizada en el pasado mes de enero. Material fresco donde priman unas inclasificables piezas, elaboradas con técnicas de collage y apropiación, cuya cualidad común sería su organicidad. Pero si la muestra es representativa y sirve para alumbras esas últimas líneas de investigación es porque establece un diálogo con algunos otros trabajos de etapas anteriores, siempre con el fin de destapar los componentes sintácticos y estructurales de su obra. Como en esa dialéctica constante que ha establecido en este último periodo entre pintura y fotografía.

«Chorus» (2020), obra reciente de Luis Gordillo.

Pese a figurar en primera línea del arte contemporáneo desde la década de 1970 y haber recibido (casi) todos los reconocimientos posibles, Gordillo sigue jugando en los límites y no parece abandonar su condición de irredento inconformista. Sobre esta exposición, él mismo ha admitido que se ha gestado de forma muy libre, «como un capricho». Memorándum, decíamos, no pretende ser un proyecto histórico, sino más bien un espacio vivo que exponga al visitante a las energías visibles e invisibles en los cuadros del autor para que pase de la observación a la inmersión emocional. «En mi pintura», explica, «cada día es más importante cómo aglutinar cuerpos pictóricos, cogiendo síntomas directos de la sociedad o míos, y mezclándolos. Es como si estuviera fabricando otro Gordillo paralelo«.

Memorándum, irónico título, no pretende ser un proyecto histórico, sino un espacio vivo que exponga al visitante a las energías visibles e invisibles en los cuadros

Esa dualidad está presente en las obras que podemos ver en la muestra, que se sitúan entre el efecto expresivo y la ejecución ordenada, entre la vehemencia del color y la indagación en las tecnologías de la imagen, entre el pop y la geometría. Un recorrido con seis paradas que nos guían en la vastedad del universo gordillista, desde la sala dedicada a Caras, carotas hasta la de Fragmento-Remix, pasando por su Pintura expandida que ignora los confines del lienzo, sus mencionadas Energías vivas, su también citado (y productivo) Periodo de confinamiento y sus ya célebres Desarrollos horizontales, en los que su pintura fluye hasta desbordarse. Como complemento, la exposición reúne más de un centenar de dibujos y materiales de trabajo que permiten acercarse a su día a día creativo.

Por eso y por lo que cuenta Sema D’Acosta sabemos que Gordillo, a sus 86 años, vive junto a su mujer en una apartada urbanización de la Sierra de Guadarrama. Que cada mañana se levanta a una hora prudente y baja al taller, ubicado a tan solo unos metros de la vivienda. Que, como primera misión, contempla los lienzos que tiene en evolución. Sabe que esa rutina tiene fecha de caducidad, aunque lo de Memorándum es, como tantas otras ideas en su carrera, una brillante ironía: «Es un discurso público, como ir al notario a decir la verdad para que conste. Además de algo irónico, por la excesiva importancia de la palabra. Tiene también que ver con mi edad, no porque piense que no vaya a vivir más, sino porque te vas acercando a la sensación de que esto tiene algún fin». Y lo tiene, pero al mismo tiempo no.

Otra vista de la muestra dedicada al artista sevillano Luis Gordillo (foto: Museo Universidad de Navarra).

 


Memorándum
Luis Gordillo
Comisariada por Sema D’Acosta
Museo Universidad de Navarra
Hasta el 12 de septiembre

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