«Suburbia»: terror residencial en el CCCB

En sus Instrucciones para encontrar aparcamiento, escribía el añorado Fernando Mansilla: «Cómprate una casa con terraza, con piscina, con jardín, y en la entrada un gran garaje. […] ¿Lo ves? Eres el amo de un mundo en un garaje». De algún modo, este poeta urbano estaba condensando el american way of life que se ha convertido en ariete del capitalismo neoliberal: la sociedad del consumo, el confort y la fachada. Si el entretenimiento y la publicidad han sido las vías de su envasado y propagación, el malestar que se esconde tras esas sonrisas profidén nos ha calado por la cultura pop: las pelis de Lynch, los libros de Easton Ellis, las series como A dos metros bajo tierra.

La exposición del CCCB Suburbia. La construcción del sueño americano, comisariada por el periodista cultural Philipp Engel, recorre la historia de este ideal a través de una selección de piezas y de artistas representativos de aquel modelo de urbanizaciones. El itinerario comienza en el siglo XIX, con la revolución del transporte en Estados Unidos —y la posterior consagración del automóvil— como origen de un desplazamiento de la clase media hacia la periferia de las grandes ciudades, en torno a un nuevo tipo de viviendas unifamiliares, reflejado en estampas icónicas como las del Ford T o el cortometraje The Suburbanite (1904). Un segundo bloque repasa, a través de sitcoms desde los años 40 o la seminal serie fotográfica Suburbia (1972) de Bill Owens, la explosión de este modelo en la posguerra del baby boom y del rey televisor.

A continuación asistimos a una deriva hacia el atrincheramiento: el temor a una amenaza externa, traducido en subgéneros como el gótico suburbano o la home invasion, supone un inquietante reverso del sueño que plasma la instalación McMansion Hell de la crítica de arquitectura Kate Wagner o la pintura nocturna del sevillano —afincado en EE. UU.— Alberto Ortega. Pese a su anunciada decadencia, la dispersión residencial seguiría siendo desde los 90 el estándar de la nación, que como muestran las fotógrafas Sheila Pree Bright y Jessica Chou empezó a incluir a comunidades no blancas a la vez que las segregaba, y cuya insostenibilidad se refleja en los micromundos acristalados del escultor Thomas Doyle.

El último apartado, que ha contado con el geógrafo urbano Francesc Muñoz como asesor, aborda la importación de este proceso de urbanización a Cataluña, como testimonian la instalación Alerta Mira-Sol de Blanca Munt o una pieza del cineasta León Siminiani que cierra la exposición, mostrando que la realidad suburbial dialoga con nuestro contexto más de lo que podríamos pensar. Al fin y al cabo, ¿quién querría buscar aparcamiento pudiendo ser amo de un garaje?