Ficción

La estúpida idea de vivir de la escritura

La mentecata de Natalia ha ganado vivencias de todo tipo, eso hay que admitirlo, pero no sabe cómo pagará el alquiler del mes siguiente. Tan solo tiene 325,61€ en la cuenta.

Hoy Natalia cumple treinta años, de los cuales lleva casi una década empeñada en vivir de la escritura. Con la única publicación que ganó dinero fue con un artículo hace tan solo seis semanas. Para escribir ese artículo, con el que ganó 60 euros, le dedicó un total de diez horas por cada uno de los tres días. Con lo que ganó 2€/h. En definitiva, una pésima inversión.

Si no hubiese seguido esa atractiva idea de rebeldía y su imagen distorsionada de mujer empoderada, Natalia ahora tendría más dinero. Pero sigue escribiendo y leyendo apasionadamente, sin temer la pérdida de un puñado de horas de trabajo. Apuntalar esa fantasía le resulta fácil: sigue las palabras de Pavese y de Rilke y de los gurús actuales que insisten en eso de follow your dreams. Porque si de algo se quiere convencer Natalia es de que todo esfuerzo tiene siempre su recompensa.

La imprudencia más grande que cometió fue la de no dedicarse a la abogacía, a pesar de tener una facilidad innata. Al terminar la carrera de Derecho dio la espalda a todas las truculentas ofertas que grandes firmas le pusieron sobre la mesa. La más generosa le ofrecía 25.200 netos al año con revisión anual de sueldo. Una cantidad nada despreciable para sus todavía veintidós años, but follow your dream. De un día a otro, pasó de garabatear en su diario a adentrarse en la complejidad de la creación de una novela. Estuvo un total de dos años y medio para escribirla. Y con esta aventura no solo tiró a la basura la cantidad de 63.000€ (25.200 x 2,5 años; sin tener en cuenta, claro está, los correspondientes aumentos de sueldo), sino que también avivó la llama de su obsesión por la escritura con la esperanza de reponer todas esas cantidades en el futuro.

Digo que tiró a la basura porque, con la primera novela bajo el brazo y la esperanza de quien no ha puesto un pie en la vida, comenzó a picar puerta en las editoriales. «El arco del personaje no está bien defendido», «No debes decir tanto, debes mostrar más», «Es difícil, pero si trabajas y trabajas y trabajas, se consigue», le decían para animarla, «Tienes algo especial, de eso no cabe duda». Natalia asentía. Debía trabajar más y más duro. Apretando puños y sacando lengua, reescribió la novela dos veces más en el siguiente año, aumentó su trabajo de doce a catorce horas diarias y pasó a descansar solo cuando la ansiedad y la fatiga eran demasiado pegajosas. Una vez aplicados los consejos, la presentó de nuevo. «Le falta algo de autenticidad, debes mostrar más», «Continúa trabajando», y siempre el lema: «Es duro, pero si trabajas y trabajas y trabajas, se consigue». Otros 25.200 más a la basura (25.200 + 63.000 = 88.200; de nuevo, sin contar las subidas ni aguinaldos), y un agujero cada vez más grande en su cuenta de ahorros. Las editoriales cerraron las puertas a las 12.600 horas que Natalia le había dedicado en total a la novela. Sin duda, una pésima decisión. A sus veinticinco, Natalia hubiese podido tener un monto mínimo de 88.200 euros, una linealidad en su CV y la consiguiente buena fama social que este orden lleva consigo.

Como sus amigos ya podían empezar a pagarse restaurantes de cierto nivel, Natalia comenzó a impacientarse. Fue a hablar con Miguel, su mejor amigo, que mientras daba sorbo al Macallan, le recomendó que apretase mandíbula y mirase hacia delante. ¿Tú crees?, le dijo Natalia con la cara constreñida. ¡Por supuesto!, le respondió, mira lo que le ocurrió a la Rowling… la rechazaron en miles de editoriales y ahora es más rica que el Rey de Inglaterra. Y luego le sugirió que se buscase a un corrector de estilo para que le ayudase a perfilar la novela.

Entusiasmada ante esta idea, Natalia contactó con varias escuelas de escritura que le mostraron el CV de varios correctores de estilo. Uno en concreto le prometió presentarle a diferentes agentes literarios, que serían indispensables para el desarrollo de su carrera literaria. Ante estas truculentas noticias, sus padres no opusieron resistencia a darle los 3.000 por cuenta de su veintiséis aniversario.

Después de siete meses y medio de mucho trabajo, le siguieron otros cuatro e-mails de rechazo en su buzón. Su amigo Miguel levantó los hombros y dijo: lo único que falta es que la suerte se ponga de tu lado; debes darle tiempo al tiempo; debes desapegarte del resultado.

En 2016, gracias a su hermana, Natalia invirtió en bitcoin y ganó bastante dinero con las criptomonedas. Cuando sus ahorros terminaron, retiró sin vacilar la totalidad de sus ganancias, que ascendía a 27.345 euros. Con esta cantidad se independizó. Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción, argumentaba con palabras de Virginia Woolf ante las prudentes sugerencias que su madre y su hermana le hacían sobre este potencial despilfarro. Sintiéndose rodeada de incomprensión, Natalia se lamentaba en su diario sobre una nueva soledad en ciernes, pero se reconfortaba al imaginarse firmando libros, concediendo entrevistas y recogiendo premios.

Finalmente, con ese dinero, se mudó a Madrid. Decoró su ratonera sin luz (550 €/mes, sin incluir gastos) con muebles que encontró en el Rastro y en Ikea. Y pasó de vivir con sus silenciosos padres (su hermana ya se había independizado) a hacerlo con tres compañeros de piso a los que les gusta la música alta, y por culpa de los cuales su producción actual es bastante menor, lo que va en relación inversamente proporcional a su ansiedad.

«Te queda poco, ¡sigue!», animan los escritores en las firmas de sus libros. Y como aconsejan apuntarse a concursos literarios, lanzarse a escribir artículos para revistas y periódicos, y sobre todo no rendirse, Natalia, con energía renovada, se pone manos a la obra, una y otra vez. Pero como cabía esperar, de los concursos no le dijeron nada; y, en cuanto a los artículos, de los veinte que escribió, tan solo le publicaron uno.

En el preciso instante en que Natalia fue consciente de que solo le quedaban 2.899€ y que debía volver inmediatamente a casa de sus padres, su padre la llamó con alegría para decirle que él y su madre habían vendido la casa para comprarse otra más pequeña, de una sola habitación. Le explicó que, desde que su hermana y ella ya no vivían ahí, les venía grande. De modo que, sin margen alguno para maniobras e improvisaciones, Natalia no tiene otra que quedarse.

Por todos estos motivos, a día de hoy tiene 325,61€ en la cuenta y no sabe cómo pagará el alquiler del mes siguiente. Con lágrimas en los ojos piensa en todas las horas que, invertidas en su pasión, no han servido de nada (13 horas al día de media de trabajo x 6 días a la semana x 48 semanas x 9 años = 33.696 horas aprox.), en todo el dinero que podría ahora tener y que no tiene, en que si no hubiese seguido su pasión por la escritura sabría dónde dormir el mes que viene, en que de estas 33.696 horas solo ha cobrado 60 euros (0,0018 por cada hora de trabajo).

Earnings, como se ve, pocos, desde luego, salvo que en el balance se incluya la nada desdeñable resiliencia que ha desarrollado Natalia en estos años, pero eso sí, Intereses, Tasas, Depreciaciones y Amortizaciones, para dar y tomar; soportadas y religiosamente abonadas por su mermada autoestima. Entonces piensa Natalia: toca volver a esa antigua encrucijada y ver qué puede rescatarse.

Lista para emprender un nuevo camino, Natalia comienza a buscar trabajo como abogada en LinkedIn, pero no tarda en darse cuenta de que su formación jurídica ha permanecido agazapada y desnutrida durante años, y por un momento siente pánico de aplicar a su raquítica cuenta de pérdidas y ganancias todavía más ratios de endeudamiento, cuando de pronto se acuerda de algo. Se seca los ojos: ¿no estuvo Gabriel García Márquez en una situación muy parecida a esta? Sí. Su amigo Miguel se lo contó hace algún tiempo.

Entonces la mentecata de Natalia se anima de nuevo, y, estirando al máximo esa línea de crédito a fondo perdido que las historias épicas de sus ídolos le ofrecen una y otra vez, pone el móvil en volumen y vuelve a lanzarse a la escritura con una sonrisa, convencida de que, como a todos los grandes, algún día la llamarán.

 


María Cabré Solé (Barcelona, 1993) ha escrito y codiridigo la obra de microteatro Ahora es demasiado tarde, que se estrenó en el Real Cercle Artístic de Barcelona en 2019. Acaba de finalizar el máster de escritura creativa del Hotel Kafka, y está revisando su primera novela en aras de una futura publicación. De manera simultánea, colabora en diversos medios de comunicación como eldiario.es, El Salto, La Pajarera Magazine y Zenda.

19 Comentarios

  1. Ánimo Natalia! Esos cálculos no sirven para nada.

  2. No hay duda de qué Natalia tiene un don para la escritura, y el que la descubra, será un afortunado.

  3. “te queda poco, sigueee!” o podría decir, ya estás ahí, Maria. Bravo.

  4. Me encanta! Ánimo Natalia! Falta muy poco y cuando te descubran… ❤️

  5. Qué orgullosa me siento de ti! Crack!!!! Tkcl

  6. Quiero más!!!

  7. Noelia López Rico

    Natalia es una mujer con un desparpajo indudable, su tesón tendrá recompensa, cada letra y hora que dedica la hacen más y más fuerte, y un día, su sueño llamará a la puerta y Natalia saldrá triunfadora en retos, inspiración y reconocimiento!
    Bravo ????????

  8. Me encanta!

  9. Vamos, Natalia, solo tienes que follarte a un crítico que te lleve 20, 30 o 40 años y en pocos polvos estarás firmando artículos, reseñas, tus libros serán reseñados como si de verdad valiesen algo. Mira a tu alrededor, mira cuántas lo han conseguido. Ánimo, Natalia, solo se necesita estómago.

  10. Kwabena’s sounds

    Follow your dreams. Y follow Rasputin! Más vale jugar que otra cosa.

  11. Natàlia, atrévete a desear y tu sueño, sea el que sea, lo verás cumplido.

  12. Seamos realistas, NO interesa la calidad literaria hoy en día, solo si una determinada obra puede venderse o no. Este es un mundo neoliberal con su máximo exponente, un capitalismo extremo.

    De hecho, muchas de las obras que se publican hoy son malas desde el punto de vista literario, no dicen nada, con personajes estereotipados y tramas que después de dos páginas ya sabes cómo van a seguir y cómo van a acabar. Pero venden mucho… son productos culturales de entretenimiento, no literatura.
    Hasta los supuestos «big names» de la literatura producen estas obras culturales tan malas, porque uno no puede estar en su cima siempre y crear siempre toda una obra brillante; pero como dichos nombres ya se han consagrado, se publica igual, pues qué más da mezclar churras con merinas… se venderá igual, ¿verdad?

    Así que sé realista, Natalia: tómate tu creación literaria como un hobby en el que emplees la energía del corazón y no la sinrazón y tozudez de la mente, porque si lo haces desde esta última manera, tu obsesión te hundirá, te destruirá.

  13. Esta no sólo es la historia de Natalia, es la historia de todos aquello que quieren luchar por ser felices.

    Gracias por seguir Natalia, yo también lo haré.

  14. Natalia resiliente, buena escritora talentosa. Escribir es un trabajo, como todos, con sus pros y contras.

  15. No te pierdas en los números, Natalia.
    Sigue, sigue, sigue.

  16. María, no desfallezcas. El bello arte de la escritura necesita mujeres como tu, que se mantengan firmes en su búsqueda por vivir de de su pasión. ?

  17. El mejor texto de terror que he leído este año.

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