Entrevistas

Quique Royuela: «La narrativa de ficción es una herramienta de divulgación poderosísima»

Quique Royuela, cofundador y director de Principia.

Si buscan información sobre Quique Royuela (Cuenca, 1976), descubrirán que es un científico español especializado en biología y virología. Puede que también lean que en 2012 formó parte de un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud o que durante su tesis doctoral investigó la caracterización de ciertas proteínas implicadas en infecciones virales. Sin embargo, fueron sus esfuerzos y trabajo en el mundo de la divulgación los que le convirtieron en uno de los fundadores de Principia, en el año 2014.

Empecemos por lo básico: ¿puedes explicarnos qué es Principia?

Principia es un proyecto de divulgación ilustrada de las ciencias desde una perspectiva humanista. De ahí que nuestro lema sea «Una única cultura», ya que reivindicamos un concepto de cultura global en el que las ciencias formen parte de ella.

¿Qué lleva a un virólogo a crear un proyecto donde «contar y pintar la ciencia»?

Podría decir que… la necesidad. La necesidad de acceder a un formato que nos hubiera gustado encontrar y que no existía. Sobre todo pensando en qué nos hubiese gustado tener cuando éramos niños. Pensando en esto, lo teníamos claro: un libro que nos contase la ciencia pintándola.

¿Por qué crees que es importante realizar esta labor divulgativa en la sociedad?

Creo que por varios motivos, pero si tuviese que escoger uno, diría que principalmente porque lo sentimos como una necesidad. Viniendo del mundo de la investigación básica, éramos conscientes de que la mayor parte del trabajo que hacíamos quedaba en nuestro entorno (académico y científico), y que casi nadie sabía qué hacíamos ni la repercusión que esto podía tener en la vida de mucha gente, incluidas aquellas personas que podían no estar interesadas en lo que hacíamos. Digamos que es un deber que el mundo de la ciencia tiene con la sociedad: contar en qué se gasta el dinero de sus impuestos, al menos en la parte que nos toca. Lo que hagan otros con el dinero, eso ya no es cosa nuestra [ríe]. Aparte de eso, encuentro otros motivos de gran importancia y que han servido para crear los pilares de nuestro proyecto: destacar el importante papel de las científicas en la ciencia, facilitar el acceso a información contrastada, fomentar el pensamiento crítico, etc.

¿Nos recomiendas algunos programas, revistas o canales de divulgación que consideres ejemplares?

Pues yo, que ya le he dado la vuelta al jamón, crecí fascinado con El hombre y la Tierra y ese Félix Rodríguez de la Fuente convertido en un icono de la cultura medioambiental y el respeto por los animales. Creo que programas de este tipo son los que hacen cantera. Podría decirte también la serie Cosmos y, quizás un poco más alejadas de la divulgación más clásica, diría que he aprendido un montón con las novelas de ficción de Carl Sagan o Isaac Asimov. Creo que la narrativa en la ficción es una herramienta de divulgación poderosísima.

Háblanos un poco de tu formación. Eres doctor en microbiología, genética y fisiología, ¿sigues trabajando en investigación?

Ahora mismo estoy retirado del laboratorio y ya no me dedico a la investigación, aunque me gusta decir que sigo siendo científico —que no investigador—. Me licencié en Biología en la Universidad de Alicante, donde la microbiología siempre fue el campo de trabajo con el que me sentía más identificado. Tener a profesoras como Pepa Antón o Francis Mojica, muy conocido en la actualidad, hizo que todo fuera más sencillo. Ya después, y gracias a varias becas de investigación, puede desarrollar mi tesis doctoral en el Instituto de Salud Carlos III, donde me dediqué, básicamente, a estudiar una de las proteínas de superficie (la tan famosa ahora espícula) del Astrovirus Humano serotipo 2, un virus que produce gastroenteritis agudas en niños y que es un auténtico asesino en países en vías de desarrollo (eufemismo para referirse a los países subdesarrollados). Estas proteínas tienen un alto interés porque son esenciales para que el virus pueda infectar a la célula, de ahí que se estudien en profundidad, por los secretos que esconden.

¿A qué te dedicaste en el laboratorio?

Tras doctorarme estuve en el grupo de Aislamiento y Detección Viral del Centro Nacional de Microbiología, donde trataba de averiguar por qué había personas vacunadas que, aun así, se infectaban con el virus de la parotiditis. Lamentablemente este proyecto se quedó sin financiación y no se pudo terminar, algo bastante habitual en aquella época. No obstante, durante esta etapa posdoctoral pude compaginar este tipo de trabajos con los de vigilancia epidemiológica y el desarrollo de nuevos métodos de detección viral que sirvieran, a la vez, para el diagnóstico molecular. Ahí pudimos entrar a colaborar con el grupo de Taxonomía y Nomenclatura Viral de la Organización Mundial de la Salud, donde desarrollé la técnica de referencia (gold standard) para la detección, diagnóstico molecular y genotipado del virus de la parotiditis.

¿Qué te hizo decidirte a ser científico?

Quique Royuela es biólogo y virólogo.

No he sido un científico vocacional. De niño, como tantos otros, soñaba con ser futbolista, bombero, policía y hasta mecánico de aviones, no te vayas a creer. Nunca tuve científicos o científicas como referentes. De hecho, hasta casi el último momento tenía mi decisión tomada: iba a estudiar Bellas Artes. No obstante, era un chaval un tanto peculiar, por decirlo así, porque aunque quería ser artista, en el instituto me gustaban las ciencias. Así, en la asignatura de Biología, en un tema muy, muy cortito, descubrí a esos maravillosos, aunque en ocasiones fastidiosos, organismos minúsculos que conocemos como virus. Me fascinó cómo algo tan simple podía llegar a ser tan alucinante, así que no lo dudé y cuando llegó el momento lo tuve claro: estudiaría los virus. Estudiaría Biología.

De las investigaciones actuales en el mundo de la ciencia, ¿cuáles son las líneas que más te interesan?

Quizás por lo que ha ocurrido recientemente y por mi pasión por los virus, creo que el desarrollo de nuevos tipos de vacunas y de terapias antivirales dará mucho que hablar a corto y medio plazo. No descartemos la aparición de alguna otra zoonosis de gran importancia en el ámbito de la salud pública, y ahí se verá si hemos aprendido algo o no. Otro tema que me tiene preocupado es el de la crisis climática y qué soluciones podemos encontrar. Pero soy muy pesimista al respecto: en mi cabeza solo se representan futuros distópicos… quizás también porque me encanta la ciencia ficción.

¿Y cuáles son los descubrimientos recientes que más te han entusiasmado?

Tal vez ya no es tan reciente, porque tiene unos añitos, pero por lo cerca que me pilla (como decía antes, Francis Mojica fue profesor mío en distintas asignaturas de microbiología), creo que la aparición de la técnica CRISPR de edición genética me parece flipante, tanto a nivel científico como por las posibilidades que abre en el campo de la ciencia ficción.

¿Cómo vive un virólogo como tú una pandemia como la que hemos vivido recientemente?

Pues fastidiado, porque lo que ha sucedido es un escenario posible, que alguna vez te planteas, pero que reconoces altamente improbable. Finalmente es lo que sucedió y espero que sirva para que se tomen muchas decisiones. Por un lado, lo viví con fascinación por la parte más científica del comportamiento del virus, con expectación por ver cómo evolucionaría (¿Qué temporalidad tendrá? ¿Aparecerán nuevas mutaciones o variantes? ¿Se atenuará?), y al mismo tiempo con tristeza por el daño provocado.

Y ya que hablamos de virus y pandemias, ¿por qué crees que existen movimientos como el antivacunas?

Bueno, es un tema complejo. No creo que haya un solo motivo por el que uno pueda hacerse antivacunas, por el que haya gente que cree que las vacunas son perjudiciales o que son solo un invento de las farmacéuticas para ganar dinero. Creo que hay dos tipos, esencialmente, de antivacunas: las víctimas y los caraduras. Los caraduras está claro quiénes son: gente que ve en esto una oportunidad de lucrarse. Para ellos es solo un negocio. Y, por otro lado, están las víctimas de estos, que probablemente por ignorancia —porque ignoran la realidad— se dejan embaucar por cierto tipo de información, los mensajes sencillos y directos de estos caraduras. Después, hay todo un espectro entre estos dos tipos que cree que es mucho más jugoso y divertido pensar en teorías de la conspiración que quedarnos con la realidad, que muchas veces puede resultar más aburrida.

¿Qué dirías a esas personas que piensan que vacunarse está mal?

Que lo piensen un poco mejor y después, cada uno y con la libertad individual que se nos otorga (porque no olvidemos que la vacunación no es obligatoria, y, por lo tanto, no se debe criminalizar a quien no quiera vacunarse), ha de valorar el beneficio de vacunarse frente al riesgo de no hacerlo y viceversa.

Principia nace como magazine para todos los públicos, pero con el tiempo aparece la fabulosa Principia Kids. ¿En qué se diferencia divulgar para adultos y para los más jóvenes?

Básicamente la diferencia es la forma de contar las cosas. Este es un tema muy importante cuando se quiere hacer divulgación de una forma eficiente: hay que ser consciente de a quién te diriges. Por lo tanto, digamos que hay que hacer un ejercicio de traducción para que ese mensaje llegue correctamente a tu interlocutor. Pero vaya, que esto es de primero de comunicación entre individuos de la misma especie: si quieres que tu interlocutor te entienda, el esfuerzo lo tienes que hacer tú, el emisor. De ahí que nosotros tratemos en Principia Kids de hacer llegar la ciencia a los más peques en formato de cuentos y de actividades, modulando el lenguaje y el tono, pero eso sí: sin ser condescendientes, porque puede que sean pequeños, pero no son idiotas.

También habéis lanzado recientemente una serie impresa de cómics: Intrépidas. En ella habláis sobre pioneras de las ciencias, artes y humanidades. ¿Las mujeres han tenido poca visibilidad en esos campos?

Uy, ¡y tan poca! Solo recientemente se les está atribuyendo el mérito que tuvieron y destacando los logros que permitieron que ahora vivamos en la sociedad que tenemos. Por mucha gente es conocida la gran Marie Curie, pero si te sales de ahí, es probable que si preguntas a un grupo de personas desconocidas en medio de la Gran Vía te sorprenda que no conozcan más allá de la gran científica polaca. Y es que el efecto Matilda es un hecho.

Se dice que hay muchos más hombres que mujeres en los estudios técnicos y científicos. ¿A qué crees que se debe?

¡Menudo melón has abierto! Esto se puede ver con datos de matriculaciones y abandonos en carreras de ciencias y técnicas, y en algunas de estas es muy llamativo. Además, hay multitud de estudios al respecto. El caso es que son varios los motivos, pero, básicamente, es una cuestión de las diferencias en la educación que reciben niños y niñas: a ellas siempre se las encamina lejos de las carreras de hombres y más cerca de los estudios sobre el cuidado de las personas o los animales. Uno de los estudios que mencionaba anteriormente revela que las niñas, a una edad muy temprana, se consideran a sí mismas peores en asignaturas como matemáticas. Si a esto le añades que prácticamente las niñas nunca han tenido como referentes a mujeres en las que verse reflejadas (por aquello que comentábamos del efecto Matilda), como Grace Murray Hopper, Sally Ride o Hedy Lamarr, nos encontramos con el panorama actual. Afortunadamente, cambiar esto está en nuestas manos. Y de ahí que con esta colección de minitebeos queramos aportar nuestro grano de arena, pero no solo generando referentes para niñas y niños, también para adultos, que falta hacen.

¿Cómo animarías a nuestras jóvenes científicas e ingenieras a que estudien esas carreras?

Generando referentes. Creo que es la mejor forma de contrarrestar todos los estímulos negativos que han recibido desde que nacen. No es fácil, ya que crecen con la creencia de que hay ciertas cosas que no pueden hacer porque «no son cosas de chicas». De ahí la importancia de mostrarles que hay otras chicas que no solo han estudiado esas carreras, sino que han sido las mejores o han generado un conocimiento en ese campo nunca descrito hasta entonces. Siempre que me preguntan esto me acuerdo del famoso tuit de la actriz Emma Watson, cuando una seguidora le comentó que su padre decía que no podía ser ingeniera porque era una carrera de chicos. «¿Qué puedo hacer?», preguntó la seguidora. «Hazte ingeniera», respondió la actriz.

Charla de Quique Royela en la Casa del Cine de Almería. / Foto: Ismael Olea (CC BY 4.0).

Hablando estrictamente de divulgación científica, ¿una imagen vale más que mil palabras?

Yo no creo que haya que usar uno u otro lenguaje, escrito versus visual. Por lo que, respondiendo estrictamente a tu pregunta, diría que no. Ambos se complementan a la perfección y creo que su uso conjunto es mucho más poderoso que por separado. Las imágenes, en nuestro caso las ilustraciones, participan de la narrativa, forman parte de la historia que quieres contar y, en muchas ocasiones, ayudan a la comprensión de conceptos que pueden resultar muy abstractos, por lo que nos cuesta imaginarlos hasta que los vemos. En definitiva, la herramienta que yo considero más útil en divulgación (y la que solemos usar en Principia) es la narrativa, el arte de contar historias, para hacer partícipe al lector y que la comunicación sea bidireccional.

¿Cómo nace la decisión de empezar la colección de Intrépidas con Maryam Mirzakhani?

Bueno, esto me resultó muy fácil porque Maryam Mirzakhani es, en mi opinión, el referente más completo: una niña que quería ser escritora y que tenía pasión por la lectura, nació en un país en pleno conflicto bélico y le dijeron que las matemáticas no eran cosa de chicas. Así que se convirtió en escritora, pero usando un lenguaje diferente: el de los números y símbolos. Con su inteligencia y perseverancia, se aficionó a las matemáticas (disciplina que no le gustaba nada y cuya pasión descubrió poco a poco) y se dio cuenta de que se le daban muy bien. Consiguió salir de su país y por méritos propios llegó a uno de los mejores sitios en los que podía hacer la tesis doctoral, sin que nadie le regalase nada. Pasó por las mejores universidades de Estados Unidos y se convirtió en la primera mujer en ganar la Medalla Fields, el galardón de mayor prestigio en el mundo matemático. Una niña que soñaba con ser escritora, a la que le dijeron que las matemáticas no eran para chicas, cambió el mundo de esta ciencia para siempre.

¿Qué más obras tenéis preparadas para Principia Tebeos?

Como sabes, el número 4 es sobre nuestra Margarita Salas, pionera de la biología molecular en España, y el número 5 (probablemente, porque tengo varios guiones listos) será para la física china Chien Shiung Wu, cuyas increíbles aportaciones no solo no fueron reconocidas, sino que gracias al experimento que ella ideó, le fue concedido el Premio Nobel de Física en 1957 a Yang y Tsung-dao Lee, pero a ella la dejaron fuera. ¿Machismo en los Nobel? Mmmm…

¿Crees que en general vivimos en una sociedad interesada en los avances de la ciencia?

Sí, sin duda. Eso ha quedado más que claro durante esta época de pandemia por la COVID-19. En una etapa tan dura para toda la humanidad, la gente demandaba ciencia: ¿por qué no hay vacunas? ¿Por qué no hay mayor vigilancia epidemiológica? ¿Tanto tiempo y dinero cuesta una vacuna? ¿Por qué no hay más financiación en ciencia? Todas estas cuestiones se las planteó la sociedad, preguntas que jamás se habían hecho, pero que llegado el momento se volvieron temas importantes. Así que yo te diría que sí, que hay mucho interés, solo que está oculto y surge en los momentos de necesidad. La cuestión ahora es qué harán los gobiernos, si seguirán maltratando a la ciencia como siempre o de verdad habrán tomado nota.

¿Qué consejos darías a quienes quieren acabar dedicándose a la divulgación científica?

¡Que no lo hagan! [ríe] Es broma… No soy muy dado a ofrecer muchos consejos, pero si en realidad están interesados en la divulgación científica les diría (más bien les rogaría) que no copien formatos obsoletos y rancios, que hagan cosas originales y bonitas y creativas y arriesgadas.

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