Continuación de la primera parte de este artículo, publicada en Mercurio el pasado 19 de julio.
Continuemos indagando en alguna de las características del panorama de la poesía joven escrita en castellano.
Editoriales independientes, revistas o antologías y espacios culturales en internet: asociacionismo y redes poéticas
Si uno se pone a pensar en los ritmos de publicación que han prevalecido entre los poetas nacidos en las décadas de los setenta o los ochenta y los compara con la situación actual, se llevará una gran sorpresa. Podemos encontrar autores con treinta o cuarenta años que no tienen más de tres publicaciones y autores de veinte años que van por su segunda publicación —sin entrar en los casos de algunos autores que han ganado diversos premios y cuyo ritmo de publicación no es el mismo en comparación con aquellos otros—. ¿Por qué sucede esto? La respuesta da para varios artículos en los que podríamos estudiar cómo la poesía ha ganado visibilidad e importancia frente a otros géneros, cómo las redes sociales han aumentado los lectores (y a su vez los escritores) o cómo los nuevos formatos y las nuevas actividades han cambiado el statu quo poético. Todo esto unido a otras variables, junto a la proliferación de una red de contactos entre los autores fundamentada en el asociacionismo, ha conseguido que el tejido editorial, fuera del consolidado sistema de premios, viva una época brillante en la que proliferan nuevas editoriales y espacios que facilitan y desarrollan las posibilidades editoriales de la poesía.
Y es que una gran parte de las publicaciones de nuevos poetas inéditos o poetas jóvenes sin premios son llevadas a cabo por editoriales independientes o microeditoriales gestionadas por un grupo muy reducido de personas. Algo bastante llamativo es que la mayoría de premios, si no tienen un sistema de publicación inherente al organismo convocador, se concentran en las editoriales más veteranas, que no se corresponden nunca con esas editoriales a las que hacíamos referencia, por tamaño y por capacidad, tales como Visor de Poesía, Pre-Textos o Hiperión. Los grandes ejemplos de esto último.
Si bien estas editoriales existen y se encuentran establecidas desde hace unas décadas, también existían algunas que apostaban por autores jóvenes inéditos y que ya han desaparecido, como DVD, entre otras. Sin embargo, ahora podemos decir que el panorama de las microeditoriales se ha enriquecido mucho y encontramos muchas más dedicadas plenamente al desarrollo de la poesía inédita o joven. Es muy probable que el catalizador más importante en el desarrollo de la edición independiente de poesía joven sean los nacimientos de La Bella Varsovia y El Gaviero a principios del siglo XXI. Es desde ese momento, y fomentado en parte por las redes de jóvenes autores que se concentraban en espacios de internet como Facebook, Blogger o Tumblr, que la poesía joven comienza a cuestionarse las formas y los espacios que durante la década de los noventa estaban enraizados alrededor del academicismo. Esa primera ola de nuevos poetas, que comenzaron a importar las formas de Estados Unidos y Latinoamérica, sirvió de base para que hoy en día esa periferia de la poesía, que estaba relegada a los bares, a los fanzines y a los blogs anónimos de internet, sea ahora mucho más grande, mucho más fértil y mucho más potente que los tradicionales lugares de creación poética. Creo interesante señalar cómo también esta primera ola de nuevos poetas empiezan a mirar el trabajo de figuras contrasistémicas dentro del propio entorno español, como Ana Gorría o Vicente Luis Mora, o el trabajo de grandes autores disidentes como Roberto Bolaño, Angélica Liddell, Chantal Maillard, Antonio Gamoneda o José Ángel Valente.
Y, como decíamos, una de las partes más importantes de este desarrollo son los proyectos que lideran las pequeñas editoriales independientes y las microeditoriales. Son las grandes sustentadoras del tejido literario periférico. Sobre todo, teniendo en cuenta que sirven de escaparate para muchos poetas y que articulan un discurso fuera de lo tradicional que beneficia a todo el conjunto del sistema literario. Poco hablamos del papel, de la importancia y de la necesidad de estos proyectos. Editoriales como entropía ediciones, Ediciones del 4 de Agosto, Ya lo dijo Casimiro Parker, Harpo, Kriller71, Amargord, Cántico, Letraversal, Libero Editorial, La Garúa Poesía, Sonámbulos Ediciones, Editorial Dieciséis, RIL España, Ediciones Paralelo, Ultramarinos, ediciones en el mar, Esto no es Berlín, Candaya o La uña rota. Entre muchas, pero muchas otras editoriales que no hemos podido nombrar. Es necesario reivindicar y apoyar la existencia de todos y cada uno de estos proyectos.
Es cierto que habría también que dedicar un momento a pensar sobre el auge de las publicaciones mainstream ligadas tanto a figuras de internet como a figuras populares, ya sean cantautores, poetas de Instagram o influencers, todo lo que se ha ido denominando en los últimos años «poetas superventas»; publicaciones integradas, curiosamente, en los grandes grupos del sistema editorial. Por deberse en numerosas ocasiones a intereses indirectos de mercado, e introducir en la poesía a autores cuya dedicación a la misma es puntual, merecería un análisis aparte. En el futuro sería interesante hacer un estudio de este fenómeno y de cómo su expansión comercial está supuestamente basada en el número de seguidores o en la repercusión que haya tenido el autor en redes. Algo que, como vaticinaba Luna Miguel en su última entrevista para Forbes, va a ir poco a poco cambiando, puesto que (como ella misma explica) los seguidores no se transforman siempre en compradores y ni mucho menos en lectores.
También merece atención, comparativamente con el pasado, el papel de las revistas literarias, puesto que su relevancia ha ido cambiando a lo largo de los años. Si bien al principio constituían un lugar de reunión en el que se trataba de aunar y moldear el espíritu de generación, como por ejemplo la revista Litoral y el grupo del 27, o eran un lugar ligado al aglutinamiento de propuestas poéticas o estéticas, como la revista Isla o la revista Ardor, las publicaciones literarias actualmente han derivado en espacios abiertos en los que visibilizar nuevas voces, mayoritariamente jóvenes. Revistas como Anáfora, La caja nocturna, Nayagua, Apostasía, Zéjel o Caracol nocturno tienen un papel relevante para los jóvenes, puesto que son espacios que sirven como tribuna sin la necesidad de aportar un currículo literario. Sin duda las revistas apuestan por integrar diferentes voces y sumar al tejido literario; no olvidemos que ser escritor, poeta en este caso, no es necesariamente algo que tenga que depender de haber publicado un libro.
Existen también otros espacios en internet que se dedican a la difusión de poesía joven, normalmente revistas online, blogs o plataformas de difusión —programas literarios o tertulias en Twitch o Youtube (algunos como La Guerra Chimpancé o QTQH)— que también contribuyen a ella. En este caso, me gustaría reconocer y visibilizar la labor de un espacio dedicado al periodismo cultural y a la difusión literaria que tiene gran importancia entre algunos de los jóvenes poetas de nuestro país: Oculta Lit. y Poscultura. En el primer caso, se trata de una revista dirigida por Diego Álvarez Miguel en la que han publicado una gran parte de los autores jóvenes. Un proyecto finalizado, pero con una gran importancia en el desarrollo de los círculos de poetas en redes sociales. El segundo espacio, coordinado por Alex Sellés y Adrián Fauro, es un altavoz cultural y literario donde los jóvenes poetas han ido colaborando y utilizando esta plataforma para mostrar alguno de sus poemas.
Lejos de la idea de generación, una amalgama de voces
Todos estos nuevos poetas han provocado que en un futuro haya que estudiar, con mucho mimo y detalle, las características de los diferentes movimientos poéticos que hay bajo la confluencia de esta amalgama de voces. Sin embargo, al visibilizar y estructurar algunos de los poetas que han surgido en la última década, no pretendo hacer una clasificación, sino más bien presentar un mapa de las posibilidades poéticas actuales. Para ello no hay más remedio que acotar por edad y restringir a un pequeño número de poetas que son, en mi humilde opinión, característicos de este tiempo tan heterogéneo, porque no hay una relación temática o generacional entre ellos, sino que existen bajo un tiempo presente y pueden servir de punto de inicio para adentrarse en el panorama actual joven de la poesía en lengua castellana. Dentro de la gran cantidad de poetas que trabajan actualmente, no se podría estructurar una línea de nombres única, puesto que por cada uno que enumere se podrían anotar o señalar otros dos. Por ello, como decía, con este pequeño álbum de jóvenes poetas no quiero conformar o estipular la existencia de una generación ni tampoco quiero, ni mucho menos, que parezca que selecciono una antología de autores con una serie de características comunes. Se trata, más bien, de un grupo de poetas de diferentes edades que se entrelazan y se nutren entre sí ayudando a fomentar la aparición de este nuevo panorama de la poesía joven.
Antes de ello me gustaría hablar de aquellos que se quedan fuera por cuestiones lingüísticas. Sin duda, para entender lo prolífico, interesante y nutrido que es el estado actual de la poesía joven española, hay que señalar que no se podría generar un esquema real sin pensar en los poetas que escriben en las lenguas cooficiales. Poetas gallegos de importancia nacional como Berta Dávila, Alba Cid, Xesús Castro o Ismael Ramos. Poetas que escriben en asturiano como María García Díaz o Xaime Martínez —-un caso muy interesante en el que el autor decide, después de obtener el Premio Nacional Miguel Hernández, dejar su producción en castellano para dedicarse totalmente a escribir en asturiano—, o poetas que escriben en catalán como Blanca Llum o Juana Dolores. Y seguramente haya muchos más nombres y ejemplos de autores que escriben en otras lenguas.
Lo que me resulta interesante es la posibilidad de hacer una nómina de autores en las que mezclar poetas premiados, poetas no premiados, poetas que no han publicado un poemario o poetas que están a punto de hacerlo. Propongo para el mapa una horquilla que vaya desde 1986, como punto de origen de nuestra clasificación, hasta el año 2000, lo que en un futuro es susceptible de ser etiquetado como una generación. Lo dividiré en tres subgrupos y enumeraré a muchos de ellos. Insisto en que dejo para otro momento, o para otros, la posibilidad de constituir una clasificación formal o temática.
En el primer grupo, poetas nacidos entre 1986 y 1990, podemos encontrar tanto a poetas reconocidos como algunos poetas no tan conocidos: Martha Asunción Alonso, Luna Miguel, Ángelo Nestore, Alberto Guirao, David Leo, Aitor Francos, Unai Velasco, Cristian Alcaraz, Carmen Juan, Azahara Alonso, Berta García Faet, Raquel Vázquez, Ángela Segovia, Carlos G. Munté, Abraham Guerrero, Azahara Palomeque, Vicente Monroy, María M. Bautista, María Sánchez, Ruth Llana, Sara R. Gallardo, Marina Casado, Lidia Hurtado o Blanca Berjano.
En el segundo grupo, el de los nacidos entre 1991 y 1995, tenemos un gran grupo de poetas: Cristóbal Domínguez, Juan F. Rivero, Yeray Barroso, Inés de la Higuera, Alba Flores Robla, Xaime Martínez, Narciso Raffo, Sara Torres, David Roldán, Dafne Benjumea, Alba Correa, Yasmín C. Moreno, Álvaro Cruzado, Pablo Velasco Baleriola, Cristian Piné, Dimas Prychyslyy, Sara A. Palicio, Juan de Beatriz, Carlos Catena, Claudia Caparrós, María Elena Higueruelo, Raúl E. Asencio, Alba Moon, Manuel Mata, Annie Costello, María Paz Otero, Fran Navarro Prieto, Alejandro Marín, Jorge Velasco Baleriola, Candela de las Heras, Jorge Villalobos, Adrián Viéitez, Mario Vega, Luis Díaz, Emily Roberts, Laura Villar, Andrea Abreu, Luis Bravo, Javier Calderón, Aida González Rossi, Juanpe Sánchez López, Alejandro Pérez-Paredes, Juan José Ruiz Bellido o Leonor Saro.
En el tercer grupo, poetas nacidos entre 1996 y 2000, algunos ya han empezado a situarse entre los ganadores de certámenes y otros ya han publicado varias obras: Irati Iturritza, Rosa Berbel, Carla Nyman, Irene Cascales, María Limón, Paula Melchor, Laura Rodríguez, Markel Hernández, Enrique Fuenteblanca, Claudia Caño, Irene Domínguez, María Domínguez del Castillo, Natalia Velasco, Sabina Bengoechea, Ignacio Pérez Cerón, Juan Gallego Benot, Rocío Simón, Rodrigo García Marina, Guillermo Marco Remón, Jesús Pacheco, Rocío Acebal, María de la Cruz o Elizabeth Duval.
No es posible nombrar a todos los poetas jóvenes de la actualidad, me estoy dejando a muchos atrás que merecen que los nombre, pero lo bueno de las posibilidades es que no son inamovibles. Esto es solo una parte del mapa que constituyen las nuevas voces de la poesía joven y que se debe seguir construyendo, para darles cabida y visibilizar que el panorama se nutre tanto de autores conocidos como de aquellos que comienzan a dar sus primeros pasos en él.
Ilustrativa explicación enriquecida con los nombres de tantos autores, para que —incluso los noveles viejos— tengamos conocimiento de ello. Seguro que somos bastantes, y carecemos de las posibilidades necesarias para darnos a conocer.
Interesante ver cómo aún en el siglo XXI la sensibilidad está viva y se expresa en la poesía, y son muchos los jóvenes que manifiestan sus percepciones en ella.
Pertenezco a un grupo de jubilados que pasamos parte de nuestro tiempo en ello, y les aseguro que nos permite disfrutar de ese nuestro tiempo.
No es nutricio no poder leer ejemplos de su escritura poética… Gutenberg aún está en el horizonte, aunque la letra electrónica se vuelva hegemónica… Lo importante es la poesía en sí misma, no tanto los canales de edición nuevos o antiguos… Lo que quiero es poesía, no nombres, ni generaciones, ni istmos, ni escuelas, a lo mucho un poco de información del escribano…
Mi incondicional apoyo a la revista Zéjel, por su lucha titánica en favor de la buena poesía.
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