“Hace tiempo que, como las bandas grandes, han perdido el control de las emociones que provocan”. Son palabras de Manuel Jabois, quien ya fue testigo de excepción y cronista de la casi-separación de Niños Mutantes en 2016, tras cumplir veinte años sobre los escenarios. Las emociones de su público se han desbordado aún más con la publicación de su último disco, de título Ventanas (2020), en pleno confinamiento.
¿Habrá tenido entonces algo positivo lanzar álbum en este contexto? “Hombre, yo creo que ha sido una mierda, igual que para tantas otras cosas. Lo único bueno es el cariño que hemos recibido de la gente”. Al habla Juan Alberto Martínez, vocalista del grupo granadino, quien junto a Nani Castañeda, batería, se presta a conversar sobre este distópico estreno discográfico con MERCURIO (a cuyo regreso pusieron banda sonora).
El 12 de marzo, la misma jornada en que se confirmaba la pandemia, la banda anunciaba en redes sociales que mantenían el lanzamiento de su nuevo LP, previsto para el día 20 de ese mes: “Igual somos tontos o muy cabezones, pero pensamos que justo ahora hace falta que os traigamos música nueva”, decían entonces, en la última de sus reuniones presenciales.
El tiempo (no hace tanto, pero parece un mundo) les ha dado la razón, y tras entrar por lo alto en las listas de ventas, Ventanas es uno de los álbumes más comentados de esta cincuentena. Su título señala las cinco temáticas o paisajes en que se agrupan las canciones y a uno de los rasgos distintivos del LP: otros tantos productores han trabajado en dos temas cada uno, proporcionándonos distintas vistas desde sus estudios de grabación. Por ahí empezamos.
Pregunta.- Han sido bastante promiscuos con los productores a lo largo de su carrera. En Ventanas hay hasta cinco.
Juan Alberto.- Quizá es en Diez [2017], nuestro álbum anterior que produjeron Abraham Boba y César Verdú de León Benavente, donde reside el germen de esta idea, en el sentido de que disfrutamos mucho trabajando con otros artistas. Más que en productores al uso, solemos pensar en músicos que nos gustan y que pueden aportarnos cosas. En Ventanas había canciones que apuntaban hacia caminos diferentes a los habituales para nosotros. Sabíamos que si les metíamos mano de la forma tradicional, ensayando en el local hasta darles forma casi definitiva, íbamos a homogeneizarlas. Queríamos sacar los temas de nuestro terreno y llevar al límite el concepto de disco colaborativo. También nos apetecía trabajar en sitios distintos.
P.- Sí, se diría que han hecho turismo de estudios. ¿Eligieron ustedes los temas que produciría cada uno o fue cosa de ellos?
Nani.- Siempre hemos seleccionado nosotros los temas que les íbamos a proponer a cada productor, porque de cada uno buscábamos una cosa concreta. Por ejemplo, las canciones que hicimos con Raúl Pérez en La Mina queríamos que tuvieran un aire más latino. A la gente de Lori Meyers les pasamos las que tenían un toque más electrónico porque Noni [Antonio López] es un loco de los sintetizadores. De hecho, hay un arreglo en Oxígeno que es Jean-Michel Jarre total.
«Echando la vista atrás, te das cuenta de que defender a ultranza ante un productor lo que componías era muy infantil» (Juan Alberto)
P.- Yo tengo especial debilidad por Christina Rosenvinge, y creo que su mano se nota mucho en los dos temas que produce. No se conocían previamente, ¿verdad?
N.- Qué va, y la verdad es que fue una casualidad total. Estábamos en proceso de decidir con qué productores íbamos a contar, y justo ese momento coincidió con que Christina estaba en la Feria del Libro de Granada. A partir de aquí, que te cuente Juan Alberto.
Permita el lector este breve inciso para señalar que Nani dirige ese evento literario (del que más adelante hablaremos), por lo que era responsable máximo de la presencia de la artista madrileña en su edición de 2019.
JA.- Pues nada, cuando Andrés [López, guitarrista del grupo] y yo supimos que venía, nos apuntamos a sacarla a comer, como fans de ella y sin ninguna relación con este disco. Lo pasamos muy bien y hablamos mucho de música, hasta que en un momento dado le preguntamos quién había producido sus últimos discos, que nos encantan; y nos dijo que básicamente era ella. Entonces nos salió decirle, así a bocajarro: “Hostia, pues prodúcenos una de nuestras Ventanas”. Le atrajo la idea, porque nunca había producido para otros. Al final se acabó involucrando mucho, e incluso se metió a revisar conmigo letras de canciones y hacer aportaciones, lo que ha sido una experiencia fantástica. Sobre todo viniendo de ella, que para mí es una de las mejores letristas que hay en este país desde hace mucho tiempo.
N.- Es verdad que, ya desde el boceto de Juan Alberto, La ausente olía muchísimo a Christina Rosenvinge, pero no hemos sido conscientes –ni él mismo– hasta después de haberla fichado. Creo que es una de las canciones más bonitas del disco.
P.- Estamos de acuerdo entonces. Desde ese tono de canción protesta a los aires más electrónicos o latinoamericanos de otros temas, hay una constante exploración de sonidos diversos en el álbum. ¿Hacia dónde van ahora sus inquietudes musicales?
JA.- Todas las tendencias que hay en el disco son estilos que llevamos dentro y que a lo mejor hasta ahora no habíamos explotado. Hay grupos que nos han marcado en los últimos años, como Metronomy, pero no hay una sola influencia. Aquí hemos volcado todas las que habíamos estado escuchando hace tiempo, pero que son más ajenas al pop y al rock, los estilos que han sido nuestra columna vertebral. No estamos sordos, y hay mucha música electrónica que en los últimos años nos ha tocado el corazón y la pelvis. Quizá también hay una querencia en este disco por la parte rítmica que nunca antes nos habíamos planteado, o nos había dado miedo.
N.- Yo intento no obsesionarme con las novedades. Me doy cuenta de que, al final del año, lo que más he puesto son mis vinilos clásicos. Pero claro, llevamos 30 años escuchando música. Si tenemos que hacer una canción funk como Todo tiene un precio, sabemos cómo aunque no sea nuestro género favorito. Y luego también ha influido la manera en que Juan Alberto ha trabajado las canciones, por primera vez en Garage Band [programa de edición musical que incluyen los últimos iPhone]. Le ha dado muchas posibilidades, porque cuando nos reuníamos para escuchar sus bocetos, él ya traía las canciones muy bien definidas.
Esta nueva forma de acercarse a la composición no es lo único que ha cambiado en el grupo durante los últimos años. Juan Alberto sigue siendo el mutante-orquesta, pero tras 20 años de historia y el punto de inflexión que fue en 2016 Mutanciones (LP de versiones que les regaló su agencia Ernie Producciones), algo parece haber variado en la manera de sostener esta historia de amor a cuatro.
P.- Después de aquel amago de ruptura, con este LP hablan de una “limpieza de ego”. ¿Cómo se hace eso cuando gente como Fernando Alfaro, La Habitación Roja, Nada Surf o Sidonie les hacen un disco-homenaje sorpresa?
N.- Hay algo importantísimo con respecto a bajarse los egos, y es cómo lo afronte el compositor de la banda. Juan Alberto tiene sus defectos como todo el mundo, pero ese no es uno de ellos. Desde que lo conocemos, disco tras disco, él es supergeneroso: siempre pone en duda todo lo que ha hecho y todo se puede debatir. Y eso no es nada habitual.
JA.- Muchas gracias por tus bonitas palabras [ríe]. Pues no sé si eso tendrá más que ver con inseguridad que con una actitud loable, pero también viene de la observación. Hay cosas que un compositor debe tener bastante claras porque si no la cosa puede derivar en cierto caos, pero también hay cuestiones que no son tan importantes. Echando la vista atrás, te das cuenta de que defender a ultranza ante un productor lo que componías era muy infantil. Podían tener razón o no, pero merece la pena el debate en vez de enrocarse y dedicarse a mear las esquinas del estudio de grabación para marcar territorio. A lo mejor tiene más seguridad en lo que hace el que se deja hacer, o menos miedo de que se pierda la personalidad del grupo. En este disco no teníamos ese temor. Sabíamos que por muchas piruetas de producción que hiciéramos, las canciones acabarían sonando a nosotros.
«Alguien debería hacer el cálculo de cuántas novedades pueden sonar a la semana en Radio3» (Nani)
P.- Vayamos al tema de marras, si les parece. Con todo lo malo que conlleva, si tuvieran que destacar lo menos nefasto que ha tenido el hecho de sacar disco en tiempos del coronavirus, ¿qué sería?
N.- A mí siempre me genera mucho estrés comenzar tan rápido a dar conciertos. Desde mi punto de vista, lo deseable sería que el público tuviera margen para escuchar el disco y se enfrentase a él cinco o seis meses después. Nos suele comer la vorágine de la propia industria musical. Coño, mira que nosotros queríamos meterle tiempo al disco; pues al final, salió el 20 de marzo y nosotros íbamos a tocar el 4 de abril. Si puede tener algo bueno esto, que lo dudo, es que cuando podamos dar conciertos vamos a tener un público que conocerá muy bien las canciones.
JA.- En lo personal sí te diré una cosa de la que he sido consciente. Algo que normalmente se convierte casi en una obligación, como es la promoción de un disco, viajar y estar yendo de un medio a otro, los ensayos previos a una gira… cosas que hacemos con mucho gusto pero que conllevan esfuerzo y a veces también se hacen pesadas; ahora mismo mataríamos por esa rutina. Es maravilloso estar hablando de tu disco en una promoción tradicional, visitando muchos medios de comunicación en vez de hacerlo todo por Skype. Se echa mucho de menos el contacto con los periodistas, con el público y hasta con los compañeros de grupo [ríen él y Nani].
P.- ¿Echarán de menos los festivales de masas o a estas alturas les seduce más la intimidad de otro tipo de espacios?
N.- Nah, eso son pollas [risas de Juan Alberto]. Nos encanta tocar delante de miles de personas, y el que diga lo contrario es un chalado.
JA.- A ver, es muy guay tocar en un festival con mucha gente y en una sala con mucha gente. Lo que es muy feo es tocar en un festival con poca gente y en una sala con poca gente [risas de Nani]. Con los festivales habíamos llegado a un punto de saturación en el que la parte artística se va sacrificando a favor de un trazo mucho más grueso. No es lo mismo alguien que te está viendo a 10 metros del escenario que alguien que te está viendo a 60; entonces te tienes que fijar más en la iluminación que en tus propios gestos. Y musicalmente pasa lo mismo, los grandes recintos acaban con las sutilezas. Pero yo a lo que realmente le estoy cogiendo alergia de la situación actual (me pone malísimo lo de “nueva normalidad”) es a los formatos reducidos, y si hablamos de actuaciones en Instagram, ni te cuento. Porque si al final reducimos la música a voz y guitarra, nos perdemos lo grandioso del directo. Al menos a mí, lo que me pide ahora el cuerpo es ver al grupo más ruidoso, con más miembros encima de un escenario, y más apretados, que pueda existir. El formato minimalista, cuando es una elección, está muy bien; pero cuando te ves forzado, es una putada.
Juan Alberto sabe de lo que habla. A lo largo del confinamiento, Niños Mutantes han publicado algunos vídeos en acústico para hacer compañía a sus seguidores y aliviar, en lo posible, el mono de conciertos. A diferencia de otros artistas que parecían aprovechar la coyuntura groseramente, la banda de Granada ha compartido actuaciones de irreprochable gusto.
P.- “El mundo es más inhóspito y por eso este disco es más hedonista”, han dicho. ¿También la escena musical es más inhóspita que hace 25 años?
JA.- Los que hemos cambiado somos nosotros. La actitud con que recibes la música no es la misma cuando tienes 15 años que cuando tienes 45. Yo creo que los quinceañeros de ahora escuchan la música exactamente igual que nosotros a esa edad: volviéndose locos y enfebrecidos con las cosas que les llegan. Pero a principios de los 90, cuando nos subimos a esto, se estaba produciendo una reacción contra la música comercial y nace la música independiente sin que nadie se plantee dedicarse a eso. Hoy en día la mayoría de los que empiezan lo tienen clarísimo, porque lo ven viable. Nosotros nos lo encontramos, porque lo principal por entonces era ese planteamiento de la música como algo puro que habían prostituido las multinacionales. Ahora hemos llegado quizá al mismo punto de partida, un momento en el que el proceso de convertir la música en un producto de consumo es muy bestia, y el negocio tiene mucha presencia.
N: Es tremenda la saturación de lanzamientos, una locura. Alguien debería hacer el cálculo de cuántas novedades pueden sonar a la semana en Radio3. Y ahí no suenan ni el diez por ciento de las novedades musicales del mundo. La industria musical que nos alumbró aquí en los 90, con nuestros muy queridos Roberto Nicieza en Astro Discos [sello con el que Niños Mutantes editaron sus seis primeros álbumes] o Carlos Galán en Subterfuge Records, era de risa en cuanto a infraestructura. Pero es que tampoco nadie tenía ni puñetera idea de tocar y ni mucho menos pensaba en vivir de la música.
«Lo que me pide ahora el cuerpo es ver encima de un escenario al grupo más ruidoso y con más miembros que pueda existir» (Juan Alberto)
P.- Ya que hablan de aquella década, algunos seguimos esperando a que llegue el revival de los 90, pero no hay manera.
N.- Es que ponerte a disfrutar ahora de Dinosaur Jr.… hay que pensárselo dos veces, ¿eh?
JA.- Pero es precisamente por eso, en los 90 hay una actitud ruidista y desasosegante que, fuera de su contexto generacional, no nos cuadra. Ahora también hay cosas que cuesta trabajo escuchar, pero es que a esa edad lo que querías es que la música no fuera agradable. Querías pasar una pesadilla con un disco de Sonic Youth, porque eso era la opuesto a Los 40 Principales. En ese sentido, quizá los 90 han envejecido bastante mal. Pero tiempo al tiempo, que aquí el mercado y las cabezas de algunos hacen que hasta lo más feo acabe resucitando.
Llegado a este punto, Juan Alberto comenta que, como refuerzo para el directo (cuando los haya), han incorporado a un quinto niño mutante. Casi literal, porque Toni Jiménez tiene 18 años y es hijo de un compañero de instituto de ellos.
JA.- Toni no es representativo de su generación, que está con el reguetón y el trap a saco. Él escucha lo que escuchábamos nosotros: Blur, Oasis, Pulp, Supergrass… Pero pertenece a esa minoría que se siente diferente, como nosotros de chavales buceábamos en la música de los 60 y nos interesábamos por ver quiénes eran los Who y los Troggs y los Kinks. Toni hace esa arqueología musical con los 90.
P.- ¿Hablan ustedes de música con sus hijos?
N.- Yo no paro de poner discos en casa, pero en realidad hay un doble descubrimiento, porque no todo es tan asqueroso en el mundo de los 10 o 12 años. A veces me descubro a mí mismo bailando con canciones que pone Daniela. Y a la quinta vez le digo: “Esto está guapísimo, ¿qué es?”. Y me responde: “Es nosequé nosecuanto, es superfamoso en TikTok”. Y yo: “Vale. Ni idea. Pero me ha encantado”. Y al contrario; son pequeños todavía, pero cuando escuchan algo chulo de los Beatles o los Pixies, pues también lo llevan ahí en sus listas de Spotify.
Otro de los vídeos publicados por el grupo en redes sociales durante el confinamiento muestra a la familia de Nani al completo, bailando en su salón uno de los temas de Ventanas. Últimamente, el percusionista ha podido pasar junto a ellos muchos momentos como ese, ya que el virus lo ha eximido de su otra profesión de altura: la de director de la Feria del Libro de Granada, que este año iba a celebrarse del 17 al 26 de abril.
P.- Iba a ser su sexta edición al frente de este gran encuentro, ¿qué va a echar más de menos?
N.- Pues mira, he pasado por todos los estadios posibles. Al principio, el 16 de marzo, estuve a punto de llorar porque son meses y meses de un esfuerzo muy grande, con mucha concentración, para que la Feria salga adelante. Luego pasé por la fase de “hostia, qué a gusto estoy en mi casa”, porque normalmente ahora mismo estaría medio muerto después de haber clausurado hace una semana. Y después ha llegado la incertidumbre: igual que Madrid, Córdoba, Málaga y Sevilla, propusimos una fecha en octubre, y a día de hoy empezamos a creer que va a ser viable la Feria del Libro en Granada. Lo que no sabemos todavía es en qué condiciones ni si se podrá hacer todo. En lo personal, no me puedo quejar de estos 53 días de confinamiento, he estado bastante bien en casa y es una experiencia que nunca había tenido. Aunque por supuesto he echado de menos el olor a primavera mezclado con los libros, pero espero que podamos hacerla en otoño y que lo pasemos igual de bien.
P.- Tras esta experiencia y la de librero, ¿dónde diría que hay más postureo: en la música o en la literatura?
N.- Pfff… en ambos sitios, pero igual los pedantes estúpidos escritores les ganan a los pedantes estúpidos músicos. En la intelectualidad literaria hay una subnormalidad profunda chunga, capaz de destruir el mundo mucho antes que el coronavirus. En la musical también, pero como están borrachos, se les nota menos [risas de Juan Alberto].
P.- Un colega me dijo hace tiempo que hablar sobre drogas no tiene sentido, lo suyo es probarlas (algo parecido a aquella cita tan manida de Frank Zappa). En su experiencia, ¿leer sobre música es como hablar de drogas?
JA.- A mí me encantan los libros sobre música, aprendo y me atrapan fácilmente. Todos los años caen unos cuantos dedicados al tema. Mira, precisamente uno de los últimos de este género, aunque trasciende un poco lo musical, es el de Christina Rosenvinge, Debut [2019, Random House], que me ha gustado mucho. También estoy viendo aquí en mi dormitorio Musicofilia [2009, Anagrama], de Oliver Sacks, que habla de neurociencia y de cómo funciona esto en el cerebro. Y recuerdo otros que me han marcado mucho, como El sonido de los Beatles [2011, Indicios], de Geoff Emerick, que es una delicia y nos flipa a los músicos. Luego hay un subgénero horroroso que es el de las biografías de grandes artistas de los 60 escritas por periodistas musicales, en especial españoles.
«La industria musical que nos alumbró aquí en los 90 era de risa» (Nani)
En este punto de la conversación, cercana a la hora de duración, Nani avisa de que se tendrá que marchar en unos minutos. Vayamos terminando entonces.
P.- Les preguntaré como si fueran a ponerles en libertad tras una estancia en prisión: ¿Qué es lo primero que harán al salir?
JA.- Bueno, yo creo que, igual que en este contexto hemos aprendido que es mucho más sano pensar en las cosas de cada día y no hacer planes a largo plazo, para mí el primer objetivo será poder juntarnos en el local de ensayo y tocar solo para nosotros, que además es como empezamos en esto. Disfrutar el placer de la energía que se produce cuando tocamos todos juntos, esa es la primera meta que me pongo. Y de ahí a que algún día en los próximos meses estemos ante grandes audiencias otra vez, porque la situación lo permita. Ir recorriendo todo ese camino intermedio, que en el fondo es el mismo que hemos hecho en los últimos veintitantos años, pero concentrado. Sueño ya con un ensayo, simplemente con eso.
N.- Pues a mí me parece muy poético decir que estamos ante la tesitura de recuperar las cinco ventanas del disco: el bosque, la ciudad, el puerto, la vega y las estrellas. Yo diría que esas podrían ser las próximas metas de cualquier ser humano que se precie; hay que rescatar esos cinco paisajes de una forma menos caótica que antes. Aunque el otro día leía en un artículo, y opino igual, que la vida no tiene una moraleja, ni se puede extraer de lo que estamos pasando. La gente no va a ser mejor después de esto. Si fuera así, tras la II Guerra Mundial nos habríamos convertido en unos santos varones, y ni mucho menos. Pero bueno, al menos personalmente, con mi familia y mis amigos, me gustaría volver a esas ventanas que habíamos planteado hace unos meses.
JA.- Hombre, volviendo la vista atrás, estaría guay que alguna de las ventanas se hubiera llamado La discoteca (llena de gente).
Entre risas, me dispongo a dar por concluida la entrevista cuando Nani se disculpa:
N.- Perdona, tío, pero mis hijos quieren salir a la calle, como es normal.
Ventanas está editado por Ernie Records y disponible en todas las plataformas habituales.
Niños Mutantes ya ha anunciado nueva fecha para el concierto de presentación del disco en Granada: 17 de octubre en el Teatro CajaGranada.
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