La Taberna Flotante

Bang

Taberna Flotante #59

Poco después de ser dejada en libertad por los Veladores, Casandra coincidió en la Taberna Flotante con el profesor Puntofijo. El matemático se sentó en un taburete contiguo al de la narradora y le dijo:

—Soy un gran admirador de tu arte. Creo que es muy importante mantener viva la vieja costumbre de contar historias.

—Vieja y olvidada —contestó ella con una sonrisa melancólica—. Es tan fácil acceder a todo tipo de imágenes y sumergirse en ellas, que a muchas personas las palabras desnudas les parecen insulsas.

—Porque tienen el gusto estragado por el exceso de imágenes y sonidos estridentes, que dejan muy poco margen a la participación activa. Por el contrario, las palabras desnudas te invitan a vestirlas con tu propia imaginación, te convierten en protagonista y prolongador de las historias… Cuando te oí contar la del planeta Magneto, me vinieron a la mente diversas formas de ampliar el número de magnetianos unidos: por ejemplo, el ciempiés solidario, pues sería fácil que al intentar separar a un par de individuos conectados se incrementase el número de magnetianos en la fila; el anillo, unión circular de diversos ciempiés que equilibra la probabilidad de embarazo de cada uno de los individuos que forman parte de él; la geodésica magnetiana…

—Lo tendré en cuenta la próxima vez que cuente la historia —dijo Casandra riendo—. Una de las mayores ventajas de la narrativa oral es que tiende a convertirse en diálogo.

—Y viceversa. Los disparatados diálogos de algunos parroquianos de la taberna se convierten en narraciones.

—Estás pensando en Barbanegra, supongo.

—Sí, y en ese otro viejo lobo del espacio que se hace llamar capitán Dorian. Me acuerdo de una discusión que mantuvieron sobre un planeta minúsculo y su satélite, Microtierra y Microluna… ¿Conoces tú alguna historia sobre mundos diminutos?

—Me acuerdo de varias, sí. Sobre todo de una tan deslumbrante como sobrecogedora…

Y, tras una ensimismada pausa, Casandra contó la siguiente historia:

Bang no es un planeta, pero lo será. No es un mundo, pero lo fue.

Bang es una explosión silenciosa y milenaria, como el propio universo, una nube de gas que crece vertiginosamente, el largo estertor de una supernova.

Durante un brevísimo instante, la densidad y la temperatura de Bang fueron las adecuadas para que surgiera y se desarrollara en su seno una forma de vida picoscópica e inconcebiblemente rápida, al ritmo del tiempo de Planck, con respecto al cual un segundo es una eternidad. Al instante siguiente, las condiciones de Bang ya no eran compatibles con la vida, que se extinguió tan rápidamente como había aparecido. Pero no sin dejar rastro, pues para el tiempo subjetivo de las criaturas banguianas había transcurrido el equivalente de varios eones, lo suficiente como para alcanzar la metaconsciencia y desarrollar una compleja cultura.

Miles de millones de años después, en un planeta similar a la Tierra, un ser inteligente semejante a un humano encontrará, en el interior de algo parecido a una mota de polvo, el testimonio de una civilización fascinante.

4 Comentarios

  1. Sin duda, Casandra posee la capacidad de contar buenas historias, de las que presentan ideas interesantes, haciéndolo además sin excederse en extensión. Y ya lleva unas cuantas.

  2. Así de pequeño será lo inconmensurable, así de persistente será el olvido que rescataremos para el tumulto de las emociones y la danza primitiva y tribal de tu corazón, un mundo que fue y será en el tiempo de una mota de polvo, la nanocorchea del ritmo universal en si bemol, la primera vocal del canto coral de las tormentas y los días plácidos, tanto las de arriba como las de abajo. Hoy otra vez murió un escarabajo en mi jardín, supino, con sus extremidades hacia lo alto como en plegaria, un muerte diminuta, una catástrofe para la razón, mas una revelación nutritiva para las hormigas del tiempo que todo esconden o velan, en ciudades profundas y justas hechas con motas de polvo. Siempre estimulantes tus invenciones.

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