La Taberna Flotante

Microtierra y Microluna

Taberna Flotante #6

Una ilustración de «El principito», de Antoine de Saint-Exupéry

— Microtierra es una esfera de unos diez metros de diámetro, de un material parecido al hierro pero un millón de veces más denso, con una fuerza de gravedad superficial similar a la terrestre; de ahí su nombre: desde el punto de vista gravitatorio, es como una Tierra en miniatura —dijo el veterano astronauta que se hacía llamar capitán Dorian—. El prefijo «micro» se justifica, además, porque su diámetro es alrededor de una millonésima parte del terráqueo.

— ¿No será una estrella de neutrones? —preguntó Barbanegra, otro de los habituales de la Taberna Flotante.

— Las estrellas de neutrones son muchísimo más densas y están muy calientes —contestó Dorian—. El metal del que está hecho ese cuerpo celeste representa un estado de la materia desconocido hasta el momento de su descubrimiento, cuyas aplicaciones en ingeniería espacial serían de un valor incalculable si se encontrara la forma de producir y manipular el baritonio, como ha sido denominado.

— ¿Has estado en Microtierra, capitán? —preguntó el tabernero mientras volvía a llenar el vaso del viejo lobo del espacio.

— Sí, y caminar por su superficie fue una de las experiencias más insólitas de mi larga vida de astronauta —contestó Dorian tras un largo trago de la espumosa cerveza azul—. Como en cada punto de la superficie la vertical pasa por el centro de la esfera, cuando la recorres tienes la sensación de que rueda bajo tus pies al mismo ritmo que avanzas, de modo que permaneces siempre en la parte más alta. Y junto con la esfera gira también la bóveda celeste, sumiéndote en la embriagadora ilusión de ser el centro del universo. Y eso no es todo —añadió tras un segundo trago—. Alrededor de Microtierra gira una esfera del mismo material superdenso y de apenas un metro de diámetro. Su gravedad superficial es, por tanto, aproximadamente un décimo de la terrestre y solo un poco inferior a la de la Luna, por lo que está doblemente justificado llamar Microluna al singular satélite.

— ¿También lo visitaste? —preguntó Barbanegra.

— Por supuesto, habría sido imperdonable marcharse de allí sin hacerlo. Enfundado en mi traje espacial, me senté en Microluna e incluso la sujeté entre mis brazos. Y para marcharme sin utilizar los propulsores de mi traje, le di una patada como si fuera un gran balón de fútbol y la reacción me devolvió suavemente a mi nave.

— ¿Te libraste de una patada de un campo gravitatorio «solo un poco inferior al de la Luna», según tus propias palabras? —exclamó Barbanegra—. Tendrás que invitarme a varias cervezas para que mi credulidad aumente lo suficiente como para tragarme eso.

— Tendrás que invitarlo tú a él por dudar de su palabra —replicó el tabernero—. La atracción gravitatoria de un cuerpo tan diminuto disminuye rápidamente con la distancia (con su cuadrado, para ser exacto). Si en su superficie es un décimo de la terrestre, a apenas un metro de distancia es un noventavo de g. Por lo tanto, en el momento de la patada la velocidad de escape de Dorian erguido era lo suficientemente baja como para hacer creíble su hazaña, teniendo en cuenta los multiplicadores de fuerza de los trajes espaciales.

Touché —dijo Barbanegra señalando con un gesto de resignación el vaso que el capitán acababa de vaciar.

10 Comentarios

  1. Jaime Escutia

    Efectivamente. Se puede demostrar que la fuerza de atracción de un cuerpo ,masivo, fuera de su superficie, es la misma que si toda su masa estuviese concentrada en su centro. En la superficie de la Tierra estamos a unos 6.370 km del centro, luego si subimos 100 m. sobre la superficie la fuerza de gravedad prácticamente no disminuye, ya que el cuadrado de 6.370 es prácticamente igual al cuadrado de 6.370`1. Pero no ocurre lo mismo en la microluna. La gravedad a un 100 metros de ella será muchísimo menor que en su superficie, ya que ya que 0,5 (distancia a su centro desde su superficie) al cuadrado, 0,25 es mucho menor que 100 al cuadrado, 10.000, y por tanto su inverso es mucho mayor .

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  3. Jaime Escutia

    ¿Y que ocurre si nos adentramos bajo tierra? Pues que en cada punto nos atraerá como si en el centro hubiese una masa equivalente a la esfera que hay a nuestros pies. De forma que la gravedad irá reduciéndose conforme bajemos, hasta que ¡en el centro de la Tierra la gravedad será CERO! Pero la presión y la temperatura serán insufribles, aunque «flotemos».
    ¿Podrías, Carlo, escribir un relato de tu taberna sobre un descenso al centro de la Tierra?

    • ¡Ya lo he hecho! No con la Tierra, sino con un planetoide que pronto visitará el Capitán Dorian. Pero haré otro comentando que pasaría si se intentara lo mismo en la Tierra, de acuerdo con tu sugerencia. Gracias, Jaime.

  4. Digo yo que ese paseo por la microtierra debe ser insólito por otro motivo. Por esa disminución del valor de g, la sangre en la planta de lo pies circula a 1g, alrededor de la cintura a g/90 y en el cerebro a microgravedad. Las válvulas de la venas y del corazón deben hacer auténticos malabares para mantener una presión sanguínea constante. Milagro que le llegue la sangre hasta el cerebro al capitán Dorian.

    • Efectivamente, tendría que moverse y cambiar de postura continuamente, para compensar los efectos del gradiente gravitatorio. Pero el corazón es un músculo poderoso y se las arreglaría durante unos minutos. ¿Cuántos? No lo sé, francamente; haría falta un médico de la NASA para aclarárnoslo. Por otra parte, no olvidemos que los astronautas en general y Dorian en particular tienden a exagerar sus hazañas, y más con unas cervezas en el cuerpo.

  5. Qué curioso, un cuerpo pequeño superdenso es como un imán, que atrae con fuerza una chincheta si está muy cerca y deja de atraerla en cuanto la alejas un poco.

    • Efectivamente. Pero la gravedad es tan débil en comparación con el magnetismo que para obtener un efecto similar al del imán y la chincheta necesitamos un planetoide increíblemente denso.

  6. Barbanegra debe tener una buena cartera para poder invitar a tantas rondas. Tiene suerte, pues lo que aprende del tabernero no tiene precio.
    Un material sorprendente el baritonio. Si Dorian hubiese pasado más tiempo por la zona, quizá habría podido encontrar alguna otra esfera del tamaño de una canica. En ese caso habría sido tentador guardársela en el bolsillo con la intención de presentarla como prueba de la hazaña, aunque probablemente fuese una idea muy difícil de llevar a cabo.

    • Pues no, no sería fácil llevarse esa nanoluna: una canica de baritonio de 1 cm de radio tendría una masa de unas 30 toneladas. Podría orbitar alrededor de Microluna, y al ser tan pequeña y con un campo gravitatorio insignificante, y por tanto indetectable, sería muy peligrosa, pues podría taladrar una astronave de parte a parte. Y ya no digamos una picoluna de 1 mm de radio, un perdigón cósmico de 30 kilogramos…

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