Cuando quise escribir este artículo, publiqué en las redes sociales que estaba profundizando en El arte de la alegría (Lumen, 2022) de Goliarda Sapienza y recibí decenas de mensajes de amigas italianas donde expresaban cuánto esta extensa obra, de más de 500 páginas, les había cambiado la vida. Una de ellas escribió: «Me gustaría que todas las mujeres leyeran esta historia, todas tenemos una Modesta que crece dentro de nosotras». Una descripción que, sin duda, le hace justicia. Esta es la mayor obra de Goliarda Sapienza, una de las autoras más importantes en la Italia del siglo XX, de cuyo nacimiento en la ciudad de Catania se cumplen este 10 de mayo exactamente 100 años. Murió el 30 de agosto de 1996, precisamente en la década en la que nacían muchas de esas amigas que me escribieron, y es que la obra de esta mujer, entregada completamente a la aventura, conoció solo el éxito y el prestigio cuando ella ya no estaba para celebrarlo.
El arte de la alegría fue publicada en 1998 por Stampa Alternativa y gracias al empeño del exmarido de Sapienza, Angelo Maria Pellegrino. Habían pasado 22 años desde que ella lo escribiera y dos desde su muerte. Pero la fama aún no llegó ahí, tuvo que ser solo después de la traducción al francés, que consiguió vender 100.000 copias en pocos días. Ahora, editado en otros nueve idiomas, es ya un icono de empoderamiento femenino. En el centro una protagonista que roba el corazón de cualquier lector o lectora. Modesta nace el primer día de enero de 1900 y se narra a sí misma en cuatro partes, casi siempre en primera persona, en la obra maestra de Sapienza. Siendo niña sufre una violación de su propio padre, pero este hecho dramático se difumina con la audacia con la que afronta su vida, poco después, en un convento de monjas. Desde allí parte su historia, pero pronto es ella y solo ella la dueña de su destino en un mundo, el siglo pasado, especialmente duro para las mujeres.
Modesta afronta todos los episodios de su vida con inteligencia y soberbia, lee a todas horas, consigue terminar en una familia rica y convertirse en heredera, ama a mujeres y a hombres, odia a mujeres y a hombres. Se ríe de sí misma y de todos los de su entorno. Aprende, en contra de las reglas de la sociedad, a conducir y a nadar en el Mar Mediterráneo, a entrometerse en la vida de la clase obrera, hasta sentir las luchas como suyas y dedicarse de pleno a la lucha antifascista. Mata cuando lo cree conveniente; trae una vida al mundo, de la misma forma, cuando lo considera necesario. Usa su belleza, enloquece de celos, se deja engañar y engaña y, sobre todo, permanece fiel a su máximo deseo y expresión de libertad personal, que están siempre por encima de todo.
El libro es un paseo por todos los recovecos del descubrimiento de la vida por parte de una mujer, de su sexualidad, también del placer, del despertar a un mundo tantas veces hostil y machista, que Modesta sufre y boicotea al mismo tiempo. Es también un libro sobre las revoluciones que una misma puede originar gracias a la fuerza y la observación atenta de la realidad. La protagonista de Goliarda Sapienza observa y observa, todo lo hace suyo, adquiere cada parte de lo que le rodea, aprende de cada mínima cosa y convierte su entorno en un teatro de títeres donde ella mueve los hilos. El paso del tiempo permite conocerla en todas sus edades, reflexiones y madurez en un seguimiento brillante del personaje. A Modesta la adoras y la detestas al mismo tiempo, un poco como ocurre con Lila en la tetralogía de La amiga estupenda de Elena Ferrante.
La historia de este libro es también la historia de su autora, una mujer que supo desafiar todas las normas y que con su elección de vida atípica y rebelde pudo conocer todas las dobleces del ser humano, presentes en su Modesta. Goliarda Sapienza fue la última hija de un total de 12. Sus padres, sin haber pasado por el altar, dedican su vida a luchar por los derechos de la clase trabajadora. El socialismo es su única razón de vida y su madre defiende, ya en aquella época, la igualdad de género. Padres ausentes, preocupados prácticamente solo por la política, que consideran que los hijos lo son de sí mismos, niños que se cuidan unos a otros. De hecho Goliarda nunca mamará leche del pecho de su madre, sino que tomará el biberón gracias a uno de sus hermanos. Esos padres, entregados a lucha contra la dictadura fascista, profesan un odio tan grande a Mussolini que no le permiten a nuestra escritora ir a la escuela, por un miedo superlativo a que la propaganda autoritaria pudiese cambiar a su hija. La autora aprende todo lo que puede de sus hermanos, los libros y el cine.
Goliarda crece en el barrio de San Berillo en Catania, un enclave donde la ley primitiva de la calle gobernaba por encima de todo y donde tuvo su primera experiencia sexual con una amiga, Nika. La escritora lee todo el día, igual que su Modesta, especialmente teatro. De hecho, antes de dedicarse a escribir, se dedicó durante gran parte de su vida al cine. Con 17 años llega a Roma, una ciudad a la que estaría vinculada para siempre. Durante la ocupación alemana fue partisana en la capital, mientras vivía escondida en un convento de monjas francesas donde la introdujo un amigo. De noche se escapaba para unirse a una brigada antifascista. Mantiene durante 17 años una relación con un hombre que, cuando comenzaron, era menor de edad. Con él estudia la sociedad realizando decenas de documentales en los que hablan con la gente de la calle. Su éxito en el cine continúa, pero a ella le llama siempre la atención escribir.
Hay un hecho que seguramente desencadena un cambio importante en la vida de Goliarda: la muerte de su madre María a mediados de la década de los 50. Una muerte que llegó tras una vejez donde las enfermedades mentales se hacían cada vez más evidentes y donde la escritora le demostró a su progenitora los cuidados que ella le había robado en su infancia. A partir de entonces Goliarda empieza a no dormir por las noches y a escribir sin parar. Su pareja la obliga a continuar reconociendo en ella todo un don. Escribe, fuma cientos de cigarros, bebe y, sobre todo, no duerme. Sufre en aquellos años la terapia de electroshock y cuenta también con un intento de suicidio. Solo el psicoanálisis y la escritura la salvan. Publica algunos libros y se pone, pronto, a escribir su obra maestra El arte de la alegría, que considera su testamento espiritual.
Entre Roma y la ciudad de Gaeta escribe su novela siempre a mano, va dando forma a Modesta gracias a sus propias vivencias y a las historias de la gente que la rodea. Le lleva nueve años terminar las cuatro partes que componen el libro. Posteriormente, su obsesión por esta historia la lleva a dedicar otros dos largos años solo a la corrección, junto a su pareja Angelo Maria Pellegrino, que, como hemos relatado, será crucial luego para su publicación póstuma. Goliarda deja escritas en El arte de la alegría muchas claves para entender quién era, su interés por la vida en los márgenes de la sociedad, su obsesión por la intelectualidad sin dejarse llevar por la burguesía, su compromiso antifascista, su propio cuerpo como medio de libertad. Su familia le solía decir que para entender bien el país en el que se vive hace falta tener una experiencia en la cárcel, otra en el hospital y otra en el manicomio. Ella las tuvo todas. Vivió hasta el final con una intensidad inagotable. Conocer su historia es conocer mejor a nuestra —siempre nuestra— Modesta.