La Taberna Flotante

Geoda y Burbuja

Taberna Flotante #19

Cueva de Naica, en el estado de Chihuahua (México)

El planetoide de los polífidos, de dudosa localización y no menos dudosa existencia, supuestamente habitado por una variada gama de robots autorreplicantes, y donde, según ella, la narradora oral Casandra habría conseguido un nuevo y hermoso rostro gracias a las nanocaricias de una máquina angélica, suscitó en la Taberna Flotante un animado debate sobre los mundos artificiales y sus posibles orígenes. Y, como era de esperar, el viejo lobo del espacio que se hacía llamar Capitán Dorian aseguró haber visitado varios de ellos. Al transcribir sus atropellados relatos, alternados con generosas libaciones de cerveza azul, el tabernero logró dar forma a un par de descripciones poco verosímiles, pero no por ello carentes de interés:

Geoda hace honor a su nombre. Su superficie es un monótono e ilimitado desierto pedregoso, por el que un hipotético caminante inmortal podría vagar eternamente pensando que deambulaba por una planicie infinita, pues aunque diera mil veces la vuelta al hueco planetoide ningún accidente reconocible le revelaría que estaba caminando en círculos; pero en su interior, la geoda cósmica alberga joyas deslumbrantes.

En la franja ecuatorial, la fuerza centrífuga debida a la rotación genera una seudogravedad equivalente a la terrestre, y dos potentes focos luminosos de intensidad variable, situados uno en cada polo, simulan la alternancia de los días y las noches. Y al calor de esos focos crece la vegetación lujuriante que deleita y nutre a los habitantes de Geoda.

A medida que se alejan del ecuador, donde se concentran sus ciudades de cuarzo y amatista, los geodianos se sienten más ligeros, pues la fuerza centrífuga va disminuyendo, y en las proximidades de los polos pueden volar provistos de unas alas artificiales que mueven agitando los brazos.

Si en otros planetas la flora y la fauna se distribuyen por franjas climáticas, en Geoda lo hacen por franjas gravitatorias. Cuanto más débil es la gravedad, más pueden crecer en tamaño los animales y las plantas, y mayor, aunque más lenta, es también su movilidad. La diferencia entre criaturas terrestres y voladoras se difumina, pues hay saltos que en nada se distinguen de los vuelos y enormes frutos flotantes que, unidos a su planta madre por larguísimos tallos, parecen globos cautivos.

Y si caben pocas dudas sobre el origen artificial de Geoda, sobre el de Burbuja no cabe ninguna. La naturaleza, por sí sola, no puede generar una esfera hueca y translúcida del tamaño de la Luna.

Y una luna es Burbuja, pues gira veloz alrededor de un pequeño planeta que, con su sombra, le brinda la única noche posible para un astro casi transparente.

Nada se sabe sobre los constructores del planetoide, salvo que su avanzadísima tecnología es indistinguible de los poderes sobrenaturales. Los humanoides que viven en el edénico interior de Burbuja no conocen su propio origen más que por los mitos y leyendas que, desde tiempos inmemoriales, se transmiten de generación en generación.

Tal vez los constructores de Burbuja se extinguieran hace miles o millones de años. Tal vez sigan observando y cuidando su obra de forma oculta, o tan evidente que resulta imperceptible.

6 Comentarios

  1. Un par de planetoides huecos que, de existir, darían pie a diversos tipos de pruebas.
    La rotación resulta fundamental, pues permite pasar de una gravedad nula en cualquier punto del interior del planetoide hueco a una similar a la terrestre en la zona ecuatorial.
    Se podría pensar que los polos son los puntos clave para permitir largos desplazamientos, pero me temo que incluso con gravedad nula, el rozamiento con el aire nos impediría llevarlos a cabo.

  2. Pero la fuerza centrífuga sólo sería perpendicular al suelo en el ecuador
    Conforme se alejaran de él la fuerza se inclinaría perpendicular al eje de rotación pero inclinada cada más al suelo

  3. Cierto: al alejarte del ecuador, sería como estar en la falda de un monte cada vez más inclinado.

  4. Hay ángeles forzados hasta en los mundos de puro mineral luminiscente; y arriba lunas huecas y transparentes donde es imposible la soledad visual y el dormir será escaso, y esto hará de sus habitantes ciudadanos mas sabios sabiendo que los angeles del frío están allá abajo.

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