En la Taberna Flotante aún no se habían extinguido los ecos de la discusión sobre el péndulo del Olimpo, cuando el misterioso parroquiano al que llamaban simplemente el Viejo, pues nadie sabía su nombre, comenzó a hablar solo, según su costumbre. Y todos callaron de pronto, ya que los habituales de la taberna sabían por experiencia que cuando el Viejo monologaba valía la pena escucharlo.
—En uno de los cráteres de Mimas, la gélida luna de Saturno —dijo con voz átona—, he visto una esfera de hierro colgando inmóvil de un cable inclinado.
Tras la enigmática frase, el Viejo, sentado en un oscuro rincón, se sumió de nuevo en el silencio y la quietud más absolutos, y nadie se molestó en preguntarle a qué se refería, pues sabían que era inútil.
—¿Esto también he de creérmelo? —preguntó Barbanegra, que había cuestionado la historia del péndulo del Olimpo.
—Sin duda, pues el Viejo nunca miente —respondió el tabernero mientras llenaba el vaso del barbudo, que se había sentado en uno de los taburetes de la barra.
—No digo que mienta, pero bien pudo alucinar, si estuvo en Mimas. O haber soñado aquí mismo lo de la esfera inmóvil, tras tomarse un par de tus endiabladas cervezas azules.
—El Viejo es rigurosamente abstemio, y dicen que estuvo en Mimas varias veces, aunque nadie sabe por qué.
—Pero una bola de hierro no puede colgar inmóvil de un cable que no esté vertical.
—¿Te has fijado en el reloj? —preguntó el tabernero tras una pausa.
Enfrente de la barra, adosado a la pared, había un antiguo reloj de péndulo, una auténtica pieza de museo.
—Es imposible no fijarse en él —contestó el hombretón barbudo—. Es absurdamente grande.
—Funcionalmente grande —precisó el tabernero—, puesto que tiene el tamaño adecuado para alojar un péndulo de segundos, cuyo brazo mide un metro; algo menos, en este caso, pues lo he adaptado a la gravedad de Münchhausen, ligeramente inferior a la terrestre… ¿Dirías que se mueve?
—Pues claro. Nunca ha dejado de funcionar, que yo sepa, y para ser una antigualla, da la hora estándar de la Tierra con sorprendente precisión.
—¿Y tú lo ves moverse? No me refiero al péndulo, sino a las agujas.
—Es un reloj, las agujas giran demasiado despacio para percibir su movimiento. ¿Adónde quieres ir a parar?
—A Mimas. La aguja más larga da una vuelta cada hora, es decir, en un minuto solo recorre un ángulo de 6º, y un movimiento tan lento resulta imperceptible, por no hablar de la aguja corta, que va doce veces más despacio. La gravedad en Mimas es de 0.07 m/s2. Imagina, en uno de sus innumerables volcanes inexplorados, un péndulo similar al del monte Olimpo con un cable de mil metros. Su período, según la fórmula T = 2π√l/g, sería de unos doce minutos, y si la amplitud de su oscilación no fuera muy grande, su velocidad angular media sería aún menor que la de la aguja del reloj, y parecería inmóvil… Creo que deberías invitar a otra ronda.
En la fórmula, la raíz ha de abarcar toda la fracción l/g, no solo el numerador. Las limitaciones tipográficas de la mayoría de los programas testimonian la escasa presencia de la ciencia en los medios (y lo que es peor, en las mentes).
Sigue preocupándome el cable del péndulo. ¿Su enorme longitud no afecta al resultado?
En puridad, sí, pues ese cable tan largo tiene una masa considerable, y además es un cuerpo flexible y elástico; pero no afectaría al «efecto inmovilidad aparente».
Siendo un péndulo tan lento (aparentemente inmóvil) supongo que la sensación que se podría tener al verlo es la de poder detenerlo (mantenerlo detenido) fácilmente a pesar de que la esfera de hierro fuese de un tamaño considerable.
Una idea que me ha venido a la mente al pensar en este péndulo tan lento es que, de situarlo sobre el eje de rotación de Mimas (periodo de rotación ligeramente inferior al de la Tierra) y aumentando la longitud del cable, podría dibujar sobre el suelo una figura bastante parecida a la de una margarita de pétalos muy finos. En los péndulos de Foucault terrestres el periodo no suele superar los 10 segundos, de manera que prácticamente parece que el péndulo se mueve sobre un plano.
Interesante variante, la de la margarita. Gracias, pfijo, intentaré sacarle partido en una próxima entrega de la Taberna Flotante. Estás invitado a una cerveza azul.