Horas críticas

«Madres, padres y demás»: abrazar el cambio

Recién estrenada su adolescencia, la escritora Siri Hustvedt descubrió que había desarrollado una adicción. Era silenciosa y solitaria. De ella le enganchó el poder que poseía para permitirle habitar otros cuerpos. Otras sensaciones. Otras realidades. Lo cual hacía posible expandir su conocimiento sin límite. Su adicción tenía forma rectangular, tapa dura y estaba encuadernada. Eran las novelas del siglo XIX que su madre había comenzado a prestarle cuando cumplió doce años. Todas las noches, Hustvedt devoraba las palabras de Jane Austen, las hermanas Brontë, Mark Twain o Charles Dickens. Fue durante la lectura de un pasaje de David Copperfield cuando su adicción acabó canalizándose en una ambición: ser escritora. No perdió tiempo y se puso manos a la obra. Comenzó a practicar y desde entonces no ha parado de escribir. Cincuenta años más tarde de aquella revelación, en la colección de ensayos Madres, padres y demás (Seix Barral, 2022), Siri Hustvedt ahonda en la influencia que aquellos primeros referentes, sus «madres y padres literarios», tuvieron en su desarrollo personal e intelectual. Pero también homenajea a las mujeres que dieron vida a su familia. Y reflexiona sobre el concepto de maternidad en el arte, la ciencia o la sociedad con la voluntad de repensarlo, reescribirlo y otorgarle un nuevo significado.

El primer paso fue bucear en sus orígenes. Escarbar en la memoria. Ese concepto tan recurrente en toda la obra de Siri Hustvedt. Madres, padres y demás arranca con varios ensayos que recogen el recuerdo que la escritora guarda de las principales figuras maternales de su familia: su abuela Tillie y su madre Ester Vegan. Mujeres que no encajaban en el canon y los arquetipos que la «institución de la maternidad» establecía como correctos y cuyas vivencias, junto con las de la propia Hustvedt, ayudan a comprender la temprana disidencia de la escritora ante la imagen tradicional de la buena madre. Ese Ángel del hogar abnegado, al que se presupone siempre feliz, y cuyo legado —asegura la autora— sigue presente en la cultura occidental contemporánea: «La tecnología acelera, pero no fabrica la fantasía maternal. La madre superfeliz es un ser estático imaginario, una invención materna que se usa como un martillo dorado para moldear a la madre real».

La madre real de Hustvedt —una mujer orgullosa, presumida y competitiva, en palabras de su hija— es la protagonista de uno de los capítulos más bellos y emotivos de todo el libro. La descripción que la escritora realiza sobre la vida de Ester en «Un paseo con mi madre» es sencilla, pero desborda una sensibilidad y una delicadeza sobrecogedoras. En este ensayo la escritora realiza un ejercicio sumamente generoso: no reduce la existencia de Ester únicamente a su experiencia como madre —su madre—, sino que aborda su figura y carácter en toda su complejidad, esforzándose por comprender quién fue ella en cada etapa de su vida. Desde esa joven y rebelde estudiante que pasó nueve días en la cárcel por participar en una manifestación contra la ocupación nazi en Noruega, hasta la viuda resiliente que, tras la muerte de su marido, se convirtió en la protagonista de su vida a los ochenta años. En las palabras que Hustvedt dedica a su progenitora se percibe admiración, respeto y un inmenso cariño: «La mera presencia de mi madre era consuelo, seguridad, felicidad. Yo estaba enamorada de ella y el afecto apasionado que sentía por ella nunca cesó. Permanece conmigo después de su muerte. La intimidad física entre nosotras cambió, pero nunca se acabó tampoco. Mi madre y yo nos abrazamos y nos acariciamos hasta el final de su vida». De su madre Siri Hustvedt heredó unos ojos claros y profundos, el noruego como lengua materna y un entusiasmo apasionado por la lectura que le otorgó una segunda familia inmortal: los libros.

Ellos son los protagonistas de la segunda parte de Madres, padres y demás. En estos capítulos Hustvedt escribe sobre el futuro de la literatura, los mentores intelectuales que nunca tuvo y realiza una férrea defensa de la lectura de novelas como una actividad beneficiosa que invita a cuestionarse constantemente a uno mismo: «[N]ecesitamos historias, buenas historias llenas de matices y ambigüedad que trastoquen nuestros hábitos de pensamiento». Los suyos los alteraron y moldearon autoras como Jane Austen o Emily Brontë, artistas como Louise Bourgeois. Los ensayos que la escritora les dedica, analizando exhaustivamente sus obras Persuasión, Cumbres borrascosas y la obra escultórica relacionada con la maternidad de Bourgeois— desde múltiples y muy diversas perspectivas, son un ejercicio de erudición brillante. Y a pesar del extenso conocimiento que Hustvedt posee sobre estos temas, de su texto emana la humildad de quien es consciente de que siempre queda algo por aprender. Ahí reside su inteligencia.

La escritora Siri Hustvedt (Northfield, EEUU, 1955). Foto: Marion Ettlinger / Seix Barral

Esta curiosidad infinita e insaciable que caracteriza a Hustvedt fue la que la impulsó, desde una edad muy temprana, a estudiar otras disciplinas académicas más allá de la literatura. La filosofía, la psicología y la neurociencia convergen en su escritura con una naturalidad asombrosa, aportando a sus textos un punto de vista novedoso y muy original. Por ejemplo, en «¿Qué quiere un hombre?», para intentar explicar el estado actual de la misoginia en nuestra sociedad, Hustvedt rastrea desde las primeras fantasías patriarcales sobre la reproducción puramente masculina en la antigua Grecia hasta las últimas investigaciones científicas en genética acerca de los úteros artificiales. Reivindica el papel de órganos como la placenta —sobre la que está escribiendo un libro— o el tapón cervical como elementos fundamentales en el proceso de gestación. Y también pone de manifiesto la ausencia del parto en el canon occidental de la pintura. «Siempre he pensado que lo que no se conoce es tan importante como lo que se conoce, porque evita la certeza que puede devenir en dogma». Lo que no consta también cuenta una historia. Y en este libro Hustvedt se hace eco de lo perdido, lo inédito y lo infravalorado para romper los esquemas de los lectores y mostrarles nuevas formas de pensamiento.

Esa es la idea principal que subyace de la lectura de Madres, padres y demás: la necesidad de cambio y cuestionamiento constante. Cambio en lo que hemos asumido de manera inconsciente que representa ser madre. Cambio del prisma eminentemente masculino desde el que la ciencia ha estudiado al ser humano. Cambio en la forma en la que miramos el arte y en las jerarquías que nos han impuesto para mirarlo: «Necesitamos [cierto desorden] para ayudarnos a cuestionar por qué las cosas son como son y de qué modo podrían ser diferentes». Este libro es la herramienta perfecta para abrazar el desorden, la ambigüedad, los términos medios. Para comenzar a hacerse preguntas. Siri Hustvedt nos persuade a hacerlo. Según George Campbell —al que la autora cita en el libro—, cuando la persuasión es el fin, la razón es esencial, pero no suficiente. Hace falta pasión. En la escritura de Hustvedt este ingrediente nunca falta. Se mantiene intacto desde aquel día en que una niña de once años decidió ponerse a escribir tras leer un pasaje de David Copperfield que transformó su vida para siempre.

 


 MADRES, PADRES Y DEMÁS 
Siri Hustvedt
SEIX BARRAL
(Barcelona, 2022)
416 páginas
21,50 €

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