Analógica Horas críticas

¿Se puede saber de qué no te vas a morir?

Cuando hay tantos y tantos peligros rodeándote. Según la Organización Mundial de la Salud, hay ocho mil cosas que pueden matarnos, y a ninguno nos da la vida para preocuparnos de todas. Así que elegimos algunas, y lo hacemos de la peor manera posible. Porque los sucesos infrecuentes nos resultan mucho más llamativos, y porque los medios de comunicación los explotan para atraer nuestra atención. O nosotros, seducidos por el morbo, los hacemos virales y relevantes. Acaba produciéndose un efecto bola de nieve, que convierte en normal no preocuparnos por la salud de nuestro corazón pero sí, y mucho, por que se estrelle el avión en que viajamos. Aunque lo primero sea una causa frecuente de muerte, y lo segundo, casi imposible que nos pase.

Para poner las cosas en su sitio, Sergio Parra ha escrito De qué (no) te vas a morir. Un ensayo que no pretende combatir nuestros miedos, sino que distingamos entre percepción y realidad, brindándonos una visión más objetiva y menos aterradora del mundo. Con el estilo habitual a que tiene acostumbrados a sus lectores, como buen divulgador: datos precisos, sin apabullar, y explicaciones complejas que cualquiera puede comprender. El autor maneja con habilidad la estadística y los principios científicos para demostrarnos que esos hechos que nos quitan el sueño se producen muy raramente. O no lo hacen en la proporción que percibimos como habitual. Eso nos conduce a evidencias polémicas, que derrumban el pensamiento único y las preocupaciones que estamos habituados a sentir como amenazas.

Tan polémicas como afirmar que en España mueren por asesinato muchos más hombres que mujeres, el 89%, y eso hace de nuestro país uno de los países con menor tasa de homicidios de mujeres del mundo. Dejar semejante dato en el aire es llamar a la apropiación interesada. Tanto de quienes aseguran que es innecesario combatir la violencia contra las mujeres porque apenas se produce, como de quienes defienden que incluso esa baja incidencia es inadmisible. Pero Parra juega en otra liga, la de quienes quieren hacer comprensible la realidad, en lugar de confirmar el sesgo que uno tenga de antemano.

Hasta colocar las causas de muerte en el lugar que verdaderamente les corresponde. Haciéndonos reflexionar, pero también haciéndonos girar la cabeza y ver la auténtica amenaza. Con evidencias tan interesantes como que nuestras sociedades son cada vez menos violentas, con el asesinato y la agresión convertidas cada vez más en una rareza, en la mayor parte del mundo. Mientras que no dejan de aumentar los suicidios, también en todas partes.

El autor maneja con habilidad la estadística y los principios científicos para demostrarnos que esos hechos que nos quitan el sueño se producen muy raramente, derrumbando el pensamiento único respecto a lo que sentimos como amenaza

No es solo que lo que nos preocupa individualmente pueda estar mal enfocado. Es que cuando consideramos los miedos sociales ocurre lo mismo. Sin ir más lejos, en el libro se analiza lo ocurrido con la Covid-19, demostrando que el menor hábito de Occidente a temer estas oleadas epidémicas, mucho más presentes en Asia, y por tanto el poco miedo que le teníamos, contribuyó a su rápida expansión en nuestros territorios. El temor mal enfocado no nos permitió una reacción más rápida. Ahora seguimos, en mayor o menor medida, pendientes de la mascarilla, cuando otros microorganismos, mucho más peligrosos y omnipresentes, deberían hacernos sentir un terror extraordinario ante el hecho de no lavarnos bien las manos. Y no sucede.

Pero claro, además de las fobias individuales y los terrores colectivos, está ese difícil equilibrio entre lo que debemos hacer y lo que debemos evitar en nuestra vida diaria. El deporte es salud pero qué ricas están las cervezas. Hay gente que corre a diario y se muere. A menudo nos preguntamos y esforzamos por saber qué tenemos que hacer para vivir más y mejor, y a diario también cometemos errores al evitar causas de muerte que son tan probables como que nos toque la lotería. Las drogas, por ejemplo, un peligro, adictivas y malas para la salud: provocan más fallecimientos las legales que las ilegales, y nos hemos hecho más adictos a sustancias como la cafeína, pero no solo a través del café. Compartimos mitos como que una copita de vino a diario es saludable, y nos faltan datos objetivos cuando se trata de cuestionar esa creencia, dejándonos con la pregunta en el aire de quién tiene razón.

Y la de qué mata más. ¿La electricidad o las sartenes? ¿Los terremotos, si nos encontramos donde ocurre uno? La cabeza acaba dándosenos la vuelta al leer que es improbable que recibamos radiación de una central nuclear, aunque hubiera cientos en nuestro país, pero que seguramente los alimentos que ingerimos todos los días, y nuestras casas obteniéndola del suelo, nos radian a diario.

Definitivamente, este no es un libro de autoayuda. Pero sí ayuda a comprender y a tener presentes una serie de claves fundamentales para la vida diaria, sin el ruido habitual a que estamos acostumbrados. Y con esa objetividad que reclamamos a la ciencia, y que tal vez solo pueda darnos la divulgación. Hay además en cada final de capítulo una serie de aforismos que bien podrían lucir en nuestra nevera, junto a la biblioteca, o en la puerta de casa para no olvidarlos antes de partir hacia el peligro. El que mejor lo resume todo, este: «La única manera de no morir es no vivir».


De qué (no) te vas a morir
Sergio Parra
Prólogo de Ignacio Crespo
West Indies
(Sevilla, 2022)
340 páginas
22 €

Un comentario

  1. Pingback: 'De qué (no) te vas a morir': pues haber elegido muerte - Jot Down Cultural Magazine

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