Crónicas desorbitadas

El discurso en clave femenina que ha cambiado nuestra concepción de la maternidad en el arte

«Henry Ford Hospital» (1932), de Frida Kahlo. / © Museo Dolores Olmedo Patiño, México

Decía Renoir, desde lo más profundo de su repugnante misoginia, que una mujer artista era «sencillamente ridícula». ¿Y qué hay de todos esos hombres que, durante siglos, han plasmado la —ausente— experiencia de la maternidad en sus obras?

La romantización de la maternidad, la elevación a un plano idealizado, y en muchas ocasiones religioso, ha sido el reflejo de la perspectiva masculina en el arte hasta el siglo XIX. Jean Fouquet, Caravaggio o Leonardo da Vinci son solo tres ejemplos de cómo la historia del arte occidental, en clave de maternidad, se ha forjado a partir del machismo sin conocimiento de causa. El resultado es el aprendizaje de una sociedad que se ha nutrido de una versión totalmente edulcorada del hecho de ser madre. Todavía hoy sufrimos las consecuencias de esa idealización, que ha sido motivo de frustración para muchas de nosotras.

En una conversación con Esther Vivas, periodista, activista y escritora del libro Mamá desobediente, ella lo sentenciaba de esta manera: «Tenemos una imagen edulcorada de la maternidad, fruto del discurso que tenemos desde hace años. Y todo aquello que es percibido como un fracaso social de la maternidad, desde la infertilidad pasando por una pérdida gestacional hasta una depresión posparto, no se nombra. Hablar en voz alta de estas experiencias ayuda a normalizarlas y a vivirlas con menos culpa y soledad». Brava.

Avanzado el siglo XIX, las mujeres empezamos a ganar derechos sociales, lo que dio pie a que creciese el número de artistas femeninas. Gracias a una mayor presencia y reconocimiento de las mujeres en el panorama artístico, las obras auténticas y diversas de la maternidad han ido expandiéndose exponencialmente. Esta toma de terreno en el arte hizo posible que la maternidad empezara a representarse de manera mucho más diversa, fiel a la realidad y sin el arquetipo de Virgen María cargado de unilateralidad masculina. Un camino hacia la expresión artística del hecho de ser madre mucho más descarnada e introspectiva.

Podemos decir que la maternidad empezó a hacer visible sus facetas más difíciles en el arte unos cien años atrás. Tomaremos como referencia indiscutible de esta exposición de la realidad a Frida Kahlo. Su obra rompió el mito por completo, se aferró a una realidad muy cruda, la suya, más que a las expectativas. Abrazó pictóricamente las complejidades que supone ser madre y, en su caso, las de no serlo.

Su débil estado de salud, consecuencia de un accidente de autobús que le derivó en mil complicaciones, marcó su vida por completo. Uno de los mayores frenos que le supuso fue la imposibilidad de ser madre tras sufrir tres abortos, lo que pasaría a formar parte de la identidad de la obra pictórica de la artista. La obra inconclusa Frida y la cesárea, de 1931, relata un proceso quirúrgico que los médicos le propusieron para que pudiese dar a luz teniendo en cuenta sus complicaciones. Tres meses después, la artista tuvo un aborto natural y el procedimiento nunca llegó a realizarse.

Esta, junto con Henry Ford Hospital y Frida y el aborto, pertenecen al grupo de las piezas en las que la pintora expresa su dolor y desgarro frente a la imposibilidad de la maternidad. Un discurso mucho más cercano a la realidad que no hubiese sido posible sin su interpretación femenina, con su vivencia en primera persona.

De la misma época data La Virgen María castigando al niño Jesús delante de tres testigos, de Max Ernst. El artista, a pesar de tener cierta apertura en cuanto a la concepción de la maternidad —Jesús, como todos los niños, haría de las suyas y ha salido bastante escaldado, como se puede comprobar con sus nalgas rojas—, no deja de lado los valores religiosos con su evidente connotación de divinidad del contexto madre/hijo.

Junto a Elisabeth Catlett y Alice Neel, Louise Bourgeois utilizó la maternidad como hilo conductor de su obra. Además de sus famosas arañas inspiradas en el carácter protector de su madre, la artista dejó evidencia pictórica del lado menos dulce de la maternidad.

Después de sus dos embarazos, Bourgeois desarrolló miedo a caerse por el peso, lo que plasmó en Girl Falling, dibujo de una mujer embarazada que parece llevar en su vientre más peso del que puede soportar. El miedo que tuvo durante el embarazo le acompañó una vez nació su hijo, por lo que ese temor se extendió ante la sensación de que no iba a poder protegerlo. A partir de la experiencia de la maternidad, su visión da un vuelco que la lleva a entender a la madre como un ser dividido y que influencia a niveles desorbitados su obra.

Y del arte a la documentación propia de los años 70. Mary Kelly es artista, escritora y una de las referentes contemporáneas implicada en las causas sociales, que publicó Post-partum Document. En pleno surgimiento del feminismo de la segunda ola, y mientras artistas como Marina Abramovic y Carole Scheeman usaban otros códigos, Kelly ofreció su propio punto de vista.

Quiso documentar con restos de vida cotidiana el día a día de una madre con su hijo —y sus correspondientes trabas—. Lo lógico es huir del pañal recién quitado de un bebé, pero la autora quiso cargarlo de significado enmarcando restos de excremento junto a la receta de las primeras papillas de su hijo. Una reflexión y oda sobre qué significa la maternidad y la invisibilidad del trabajo que hay en todo el proceso.

Marlene Dumas, Judy Chicago, Kara Walker… Todo un elenco de mujeres artistas contemporáneas luchan hoy en día para que los tabúes se conviertan en obras poderosas que cambien la concepción de la maternidad y que, en ocasiones, son pura autobiografía. Eso nos lleva a cuestionarnos si es compatible ser madre y artista. Pero eso ya es otro tema de palabras mayores.

6 Comentarios

  1. Excelente artículo, cuyo único defecto es que sabe a poco. ¿Una segunda parte hablando, por ejemplo, de The Dinner Party y otras obras pioneras?

  2. WOW!
    ¡Muchísimas gracias, Carlo! Me parece una idea genial, te tomo la palabra.
    Creo que hablaremos pronto 🙂

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