Horas críticas

Libros de la semana #11

Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Nocturno a Tánger, de Kevin Barry (Alpha Decay)

«- ¿Dirías que se avista el final por algún lado, Charlie? / – Yo diría que ya casi tienes la respuesta a esa pregunta, Maurice». Con este diálogo comienza un libro en el que dos viejos traficantes de grifa, un par casi de chiste sin gracia, aguardan en el puerto de Algeciras, a lo largo de un 23 de octubre, a que aparezca la hija desaparecida de uno de ellos, de 23 años. Se ha citado a los hermanos Coen y a Scorsese como posibles referencias para esta novela, pero también podría recordar a Escondidos en Brujas, de Martin McDonagh, en el descacharrante y trágico humor negro de sus diálogos. Como en aquella, hallamos aquí un relato que se acerca a grandes temas como la redención desde la sordidez chabacana de su pareja protagonista, desgraciados delincuentes que rememoran sus andanzas criminales por las calles de Málaga, Cork, Berehaven o Sevilla, entre otros lugares, así como sus desencantos existenciales, y sobre quienes se practica una afilada y clarividente disección moral. Sorprendente tercera novela de uno de los escritores irlandeses más aplaudidos de su generación, quien por esta obra fue nominado al Booker Prize y seleccionado por el New York Times entre sus diez libros del año, más allá de la mirada irónica desprende un cierto orgullo romántico que descansa sobre el portentoso manejo de los recursos literarios de Kevin Barry, cuya escritura seca no amortigua para nada el impacto de su lírica taciturna. Una novela indómita y fascinante que nos emboba con su capacidad de llevarnos a ese punto de la noche, parecido al purgatorio, donde lo bello y lo lóbrego, lo hilarante y lo crudísimo, se cogen de la mano y entonan una sentida canción por todo aquello que hemos perdido en este mundo, o que se nos ha escapado mientras esperábamos. Un extraño viaje a la noche oscura del alma precedido por una cita de Lorca que ya nos va situando en las costas andaluzas: «En España, los muertos están más vivos que en cualquier otro país del mundo».

 

La fragilidad del mundo, de Joan-Carles Mèlich (Tusquets)

Con el propósito de «aprender de nuevo a ver el mundo» —en palabras de Maurice Merleau-Ponty—, el filósofo Joan-Carles Mèlich ha encarado este libro cuyo subtítulo lo define como Ensayo sobre un tiempo precario. El primer paso es pensar cómo habitamos ese mundo, qué sentido le damos y por qué este se halla en crisis. A partir de ahí el autor describe el «desempalabramiento» al que nos hemos abocado, los peligros de la metafísica y la tensión entre nuestra fragilidad y el deseo autoimpuesto, la vorágine del presente que nos devora. Apela a una «sabiduría de lo incierto» y, de forma crucial, al pensamiento y la literatura para desentrañar estos tiempos inasibles. «La lectura es una ventana abierta al mundo. Lo era antes y todavía lo es más en estos momentos de encierro. Lejos de su atalaya, ahora el caminante vive a través de las páginas […] Piensa en los que le decían que tanta lectura seca el cerebro —como le sucedió a Don Quijote—, y que son los mismos que en este momento han convertido el mundo en el parpadeo brillante de un ordenador». Es, pues, este un libro que se posiciona contra la tiranía de la tecnología, la actualidad, la inmediatez y la sobreinformación, pero sin triunfalismos. El mundo está más bien hecho de claroscuros, como se ha encargado de demostrarnos la pandemia: somos vulnerables y a la vez capaces de una resistencia difícilmente explicable. Mèlich, ante tal tesitura, nos urge a abandonar lo que denomina el «régimen disciplinario», abolir las categorías y los compartimentos estancos de las humanidades para huir de dogmas y que el mundo se organice más bien como una biblioteca, con espacio y matices para ideas de todo tipo y donde las verdades absolutas se disuelven en un mar de perspectivas diversas. Quitar de la ecuación nuestro complejo de superioridad, desterrar el ego del ser humano, son también objetivos loables. Lo expresa de modo impecable el aforismo de Kafka con que se abre esta obra: «En la lucha entre tú y el mundo, defiende al mundo».

 

Sin más amigos que las montañas, de Behrouz Boochani (Rayo Verde)

Del interesantísimo catálogo de la editorial Rayo Verde llega a nuestras manos esta obra, todo un éxito de crítica y lectores tras su publicación en Australia hace ya casi tres años. Su autor, Behrouz Boochani, multipremiado escritor y pensador iraní-kurdo, recoge aquí su periplo en barco desde Indonesia y su detención ilegal —sin cargos ni juicio— en un centro de inmigrantes de la isla de Manus (Papúa Nueva Guinea) por parte del gobierno australiano, que lo mantendría allí a lo largo de un lustro. En ese infame tiempo fue testigo de numerosas muertes, atrocidades e inmolaciones que le revelaron la opresión, el aislamiento y la desesperación a las que conduce el sistema penitenciario australiano, no tan distinto del occidental. Lo impactante es que si esta urgente y a la vez reflexiva crónica, entre la prosa y la lírica, vio la luz fue a través de un móvil con WhatsApp, del que Boochani se valió para escribirla. Una auténtica proeza o «un milagro de coraje y tenacidad creativa» —como lo describe en el prólogo Richard Flanagan— que se completó gracias a la traducción del farsi al inglés emprendida por el filósofo Omid Tofighian. Un libro que revoluciona la literatura carcelaria, puesto que es más que literatura: su autor se las ingenió para ir haciendo público, soterradamente, lo que entre esos muros acontecía, desafiando así al gobierno y a la entera sociedad australiana. Pero, al mismo tiempo, es un triunfo de la literatura, pues es su escritura vívida y potente que se interroga sobre el sentido de existir y de luchar la que logra trasladarnos a su lado, asistir junto a él a los horrores de aquella prisión: «Imaginemos una comunidad de cuatrocientas personas, abandonadas en una jaula extremadamente caliente y asquerosa, todavía traumatizadas por el terrorífico sonido de las olas retumbando en sus oídos y la visión de un barco devastado fija en sus ojos». Sin más amigos que las montañas es un proverbio kurdo que refleja el sentimiento de traición, abandono y soledad de esta minoría étnica. Solo en las palabras encontró Boochani el refugio que un país no estuvo dispuesto a brindarle. De justicia ni hablamos, aunque él sí lo siguió haciendo desde noviembre de 2019, cuando finalmente fue liberado.

 

Posibilidad de un nido, de Cristina Fallarás (Esto No Es Berlín)

El sello editorial Esto No Es Berlín, que hace del riesgo y la guerrilla sus mayores virtudes, y que ya publicó por ejemplo las primeras obras de Elisa Victoria (Porn & Pains y La sombra de los pinos), hizo posible que hace unos meses viera la luz el poemario de debut de Cristina Fallarás —que en los últimos tiempos ha publicado otros tres libros—. Lo estrena la escritora y periodista con una declaración de intenciones sobre la honestidad de sus versos: «no teníamos nada más que el amor ya nada más». Con curiosidad y experimentación lúdica, con sana provocación para desnudar a quien lee de los prejuicios que llevamos por anteojos, la autora zaragozana puntea temas banales e insondables con igual pulso. Se mete en jardines poéticos —alguno literal también hay— sin podar ni domesticar, asalvajados y por tanto ecosistemas líricos únicos, alimentados por sencillas e inspiradas imágenes («duermen los inocentes su pequeño sueño de lentejas»). A sus poemas se asoman las expectativas que paran el tiempo y las olas del mar; las relaciones como catástrofes naturales, aunque evitables, en toda su fisicidad y voracidad («haz de mí desayuno»); la enfermedad de eso que llamamos química en la pareja y de los cuerpos en fragor sexual; los monstruos de la memoria; las lágrimas de sabernos presa de las horas y, por tanto, del deseo («deseo de vida de dolor de corazones en la boca masticados»); la glotonería de identidad, de querer comernos lo que hace a los demás quienes precisamente son. La escritura despreocupada de la Fallarás tampoco elude, en ese despojamiento a través de la palabra, los propios miedos. No a nada concreto, dice, solo miedo, acaso a ir demasiado lejos («estos juegos salvajes nos van a destrozar el corazón»). Un breve y valioso volumen de versos que, como aprecia Berta García Faet, «observa largo y tendido la víscera del diamante». Y lo hace de frente, como todo lo que hace esta autora.

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