Horas críticas Analógica

«Caja 19»: la literatura como forma de vida

«No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído», afirmaba Jorge Luis Borges. Las palabras del escritor argentino, que si de algo se jactaba era de los libros leídos (antes que de las páginas escritas), remiten al conocido texto de Walter Benjamin Desembalando mi biblioteca, en el que el autor alemán, recorriendo los libros que ha ido atesorando a lo largo de años de su vida, traza su autorretrato. Y es también a través de los libros que la protagonista de Caja 19, espléndida novela de la inglesa Claire-Louise Bennett, construye el relato de su propia vida, un relato que va de los años de infancia hasta la entrada en la edad adulta.

Más allá de las similitudes que pueda tener la autora con su protagonista, cuyo nombre nunca se menciona, Caja 19 no es autoficción. Precisamente, al privar de nombre a la narradora, Bennett rompe ese pacto con el lector a partir del cual, al menos desde un punto de vista pragmático, se asocia el yo del autor con el yo. Se podría decir que Caja 19 es una autobiografía ficticia, si bien el término «autobiografía» no resulta del todo adecuado, en la medida en que no comprende una vida en su conjunto. Es mucho más adecuado definirla como una novela de formación, como un bildungsroman en que las primeras experiencias marcan el ritmo de la narración: los primeros libros, el primer trabajo, los primeros novios, la primera vez fuera de casa, las primeras lecturas de determinadas autoras… De hecho, todas estas primeras veces están, a su vez, marcadas por las lecturas: las ya realizadas, las que está realizando y las todavía pendientes.

Lecturas y relecturas se entremezclan en la vida de la protagonista; son mucho más que una mera compañía, son el espejo en el que se mira y a partir de las cuales realiza toda una serie de reflexiones que parten de los textos y de su propia experiencia, pero los trasciende. No en vano, hay algo de generacional en Caja 19, pues, a través de su personaje, la autora reflexiona sobre el entorno social de unos jóvenes que no saben qué esperar y a qué aspirar realmente: «Estudiábamos literatura, pero no leíamos para ser inteligentes y aprobar los exámenes con las notas más altas; leíamos para cobrar vida. Nos perdía detectar metáforas, símbolos, analogías, presagios…, en libros y en nuestras realidades inmediatas. Confundíamos vida y literatura y cometíamos el error de creer que todo lo que pasaba a nuestro alrededor nos señalaba algo, algo sobre nuestras pequeñas existencias, nuestros corazones subdesarrollados y, más importante, sobre lo que vendría».

Caja 19, título que hace referencia al hecho de que la protagonista trabaja como cajera en un supermercado, gira alrededor de las relaciones entre vida y literatura, mostrando de qué manera los libros iluminan la vida al dotarnos de una mayor conciencia sobre ella. Esta toma de conciencia por parte de la protagonista tiene lugar, sobre todo, a partir de que la joven deja de ser simplemente lectora para comenzar a escribir sus propios relatos. Estos nacen de su realidad más cercana, una realidad que ella transforma a través de la escritura y vuelve a transformar a través de las reescrituras siguientes de las que nos hace partícipes: «Parece que al volver a contarlo me he dejado llevar. Pero es que desde entonces he leído y escrito tanto que no es de extrañar que en este tiempo ciertas ideas relacionadas con la potencia de la palabra escrita, basadas en experiencias directas y radicales, se hayan ido desarrollando dentro de mí y encuentren la manera de salir —aunque un poco trilladas, con un vago recuerdo de Hermann Hesse revoloteando cerca—», leemos en el tercer capítulo, donde este ejercicio de reescritura se hace más evidente y donde, sobre todo, percibimos con mayor claridad la cada vez más clara conciencia de la protagonista de la potencia inventiva de la palabra escrita, que no imita, sino que crea.

«A veces vemos un cuadro de unas rocas o del mar, o de un desierto, y nos preguntamos no solo si iremos ahí algún día sino también si seremos parte de toda una experiencia nueva. Volvemos a nacer a través de todas esas rocas o en ese mar y el yo que hoy sufre y ríe lo hará de una manera diferente y posiblemente más intensa», afirmaba Edna O’Brien. La protagonista transcribe estas palabras, que captan el sentido de Caja 19, una novela sobre una lectora que no solo deviene escritora, sino que va tomando conciencia del peso de la palabra, de la potencia de la literatura y del acto transformador que es la lectura y, sobre todo, la relectura, a través de la memoria.

Porque, efectivamente, Caja 19 es también y en gran medida un libro sobre la memoria, entendida como mecanismo de creación. A través de la memoria, la protagonista reescribe momentos de su vida y, al hacerlo, los vuelve a iluminar con una mayor conciencia de lo que significaron. Escribir, leer, recordar, son formas de iluminar la propia existencia, que, como decía O’Brien, nunca se vive de la misma manera, porque en la medida que la recordamos, la reescribimos. Caja 19 es una gran novela que nos remite directamente a la famosísima frase de El tiempo recobrado: «La verdadera vida, la vida al fin descubierta y dilucidada, la única vida, por lo tanto, realmente vivida es la literatura».

 


CAJA 19
Claire-Louise Bennett
Traducción de Laura Wittner
MALAS TIERRAS
(Madrid, 2024)
224 páginas
22 €

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