
En su tercer intento por conseguir la libertad, Casandra se propuso hacer reír a su misterioso captor hablándole de los planetas Oniro, Olvido y Magneto. Las historias que contó se podrían resumir así:
Durante el día, los habitantes del planeta Oniro llevan una vida gris y monótona, pues las tareas de supervivencia en un medio hostil les ocupan prácticamente todas las horas de vigilia. Pero de noche, en vez de dormir en posición horizontal, lo hacen de pie, cayendo en un estado intermedio entre el sonambulismo y la ensoñación consciente. Cada cual se mueve (casi siempre de forma lenta y pausada) individualmente y al ritmo de su vivencia subjetiva; pero es habitual que dos o más personas entren en contacto en su ensimismado deambular y sincronicen sus ritmos. Como dijo el primer astronauta terrestre que llegó a Oniro: «Cada noche el planeta se convierte en una enorme discoteca en la que, bailando sueltos o agarrados, los aborígenes siguen los compases de músicas que solo ellos oyen. No están del todo dormidos, y si les preguntas algo te contestan amablemente; pero al día siguiente no recuerdan casi nada. Y, por razones obvias, la de Oniro es una sociedad matrilineal».
Y si los oniranos no recuerdan casi nada al despertar, los olvidanos no recuerdan nada en absoluto. Y no solo olvidan la noche anterior, sino su vida entera. Como los amnésicos retrógrados terrestres, recuerdan el lenguaje y sus habilidades básicas, pero nada de lo ocurrido antes del despertar. Y aunque sus días y sus noches son mil veces más largos que los terrestres, apenas tienen tiempo de crear nuevos vínculos e iniciar una nueva vida. Las olvidanas que despiertan embarazadas no saben quién es el padre; quienes despiertan con un niño cerca no saben si es su hijo, pero lo cuidan como si lo fuera. A algunos les parece muy triste que las historias de amor, por muy intensas que sean, en el planeta Olvido no puedan durar más de unos tres años terrestres; pero, como dijo un viejo lobo del espacio, tampoco en otros lugares duran más.
En cuanto al planeta Magneto, sus habitantes son bipolares; pero no en el sentido psicológico del término, sino en el electromagnético. Y su magnetismo animal no es metafórico, sino literal. Su parte frontal, si es que cabe denominarla así, posee una considerable carga magnética positiva, y su parte dorsal, si es que merece tal nombre, posee una carga magnética negativa de la misma intensidad. Cuando dos magnetianos se aproximan frontalmente, se repelen con tanta fuerza que han de permanecer, como mínimo, a unos treinta centímetros de distancia el uno del otro. Por el contrario, si un individuo se aproxima a otro por detrás, la atracción tiende a hacer que se acoplen. Si no evitan el acoplamiento o no se separan antes de una hora (lo cual requiere un considerable esfuerzo físico y a veces también psicológico), uno de los dos individuos puede quedar embarazado. O ambos, pues los magnetianos son hermafroditas. Huelga decir que en Magneto darle la espalda a alguien no es una descortesía, sino más bien lo contrario.
—Admito que he estado a punto de reírme un par de veces —dijo la luz parlante tras oír las historias de Casandra—, y en una ocasión he dudado entre reír y llorar. Buen intento, casi lo has conseguido.
Me encanta la idea de la memoria como requisito para crear vínculos (que no caduquen cada día al menos) y la bipolaridad me hace pensar en cómo algunas personas nos atraen o repelen y como atraemos y repelemos a otras. No sé si era la intención del autor pero a mí me los tres planetas me hacen pensar en cómo construimos nuestras relaciones.
Y en cómo las destruimos…
Totalmente.
Los tres planetas resultan muy sugerentes. El repertorio de Casandra no está nada mal, aunque me parece que para hacer reír se requiere una manera especial de contar las historias.
Al pensar en Magneto, me han venido a la mente diversas posibilidades de ampliar el número de magnetianos unidos: el ciempiés solidario, pues sería fácil que al intentar separar a un par de magnetianos unidos se incrementarse el número de magnetianos en la fila; el anillo magnetiano, unión circular de diversos ciempiés que equilibra la probabilidad de embarazo de cada uno de los magnetianos que forman parte de él; la geodésica magnetiana…
Háblalo con Casandra cuando coincidáis en la taberna; seguro que conoce más detalles de la compleja sociología magnetiana.
Si coincido con Casandra en la taberna, estaré encantado de escuchar todo lo que quiera contar.
Paradójicamente, es un poco tímida. Si tienes interés en algún asunto concreto, pregúntale y te contestará/contará encantada. Su repertorio es prácticamente inagotable.
La Luz Parlante lo ha dicho en toda su ampliltud: no saber si reír o llorar. La condena de Casandra es ver las tragedias con anticipación, como la ciencia actual que nos dice qué le sucedera al planeta y seguimos como si nada, sin reír ni llorar. PD jocoso: En la eventualiadad de tener que elegir entre esos tres mundos, me quedaría con el magneto: olvidar no es mi fuerte. El problema es que no sabría a quién tengo atrás y a quién adelante. Una situación angustiante.
Hay una situación aún más angustiante y muy frecuente, que a menudo adopta una forma llamada matrimonio: no saber a quién tienes al lado.