La Taberna Flotante

La mayor aventura

Taberna Flotante #50

«Solaris» (1972), de Andréi Tarkovski. / © Mosfilm

La ginoide extendió sus manos (en el sentido más literal del verbo, pues sus dedos se alargaron como finos tentáculos) y acarició suavemente los cuellos que acababa de oprimir.

—Mmm… Eres una virtuosa de las caricias —dijo Chess ronroneando quedamente.

—Lo cual, dicho por un gato, es un gran elogio —bromeó Lem.

—Lamento haberos agredido de forma tan brusca. Paradójicamente, no había otra manera de demostraros que soy inofensiva. ¿Os he hecho mucho daño? —preguntó Sada mientras sus dedos volvían a su tamaño normal.

—No, también eres una estranguladora muy hábil y casi indolora —contestó Chess—. Espero que seas igualmente hábil e indolora como agente doble.

—Hay algo que no entiendo —dijo Lem tras una pausa—. ¿Cómo es posible que los Veladores desconozcan la existencia de Solaris?

—En la galaxia hay, en números redondos, un billón de planetas, planetoides y satélites, y en alrededor de un dos por ciento de esos cuerpos hay, ha habido o podría haber alguna forma de vida —contestó Sada—. Ni siquiera los Veladores pueden explorarlos todos, y mucho menos controlarlos. Aunque una de sus sondas robóticas hubiera visitado Solaris, solo habría visto unas cuantas islas desiertas y un océano global poblado por criaturas parecidas a calamares.

—Al parecer, era necesario que un aventurero tan fantasioso e insensato como Ijon II llegara a Solaris dispuesto a interactuar con él para que el océano pensante se manifestara —añadió Chess.

—¿Podremos seguir evitando que los Veladores se enteren? —preguntó Lem.

—No será fácil —admitió Sada—. Y menos ahora que Bernadette, su agente humana favorita, ha entrado en escena. Creo que nuestra mejor opción, por no decir la única, es atraer su atención hacia Solaris II.

—Estoy de acuerdo —convino Chess.

—¿Y cómo lo haríamos? —preguntó Lem.

—Solo hay una manera convincente de hacerlo, me temo —contestó Sada—. Trasladándonos allí, montando un campamento permanente que les haga creer a los Veladores que Solaris II es nuestro gran secreto y nuestro gran proyecto. Tan grande como para convertirlo en la nueva sede de la Taberna Flotante y sus allegados.

—Estoy de acuerdo —repitió Chess moviendo la cola afirmativamente.

—Eso no solo atraería a los Veladores —opinó Lem—, sino también a todo tipo de aventureros. Y delincuentes.

—Mejor así —dijo Sada con convicción—. Los Veladores se esfuerzan al máximo por ser discretos, por no llamar la atención. De hecho, muy pocos conocen su existencia, y quienes la conocen no están seguros de que no sean seres legendarios, ya que ellos mismos se encargan de difundir informaciones contradictorias e inverosímiles. Así que cuantos más visitantes acudan a Solaris II, más difícil les resultará a los Veladores controlarnos e interferir en nuestras actividades.

—¿Y cuáles serán esas actividades? —preguntó Lem.

—Todo lo que el mar pensante propicie o permita —contestó la ginoide abriendo los brazos en un gesto abarcador—. Estamos ante el que probablemente sea el ser más poderoso de la galaxia, lo más parecido a un dios de lo que nunca hemos tenido noticia. Y, por ende, ante la mayor aventura material y mental en la que podemos embarcarnos.

4 Comentarios

  1. 50 entregas ya… La complejidad, la intensidad y el número de nuevas incorporaciones siguen en aumento, como las ganas de seguir descubriendo lo que nos depara la TF.

    Un misterio lo que haya podido estar pasando en Solaris II durante este tiempo.

  2. Esas refes de Ghost in the Shell cómo molan. Te mereces una ola del mar de solaris.

  3. La ola se la merecen mis fuentes. Gracias en su nombre, Floral.

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