La Taberna Flotante

La cantante calva

Taberna Flotante #47

Sinéad O’Connor, en una imagen del documental «Nothing Compares» (2022). / © Showtime

Todas las miradas confluyeron en ella cuando entró en la Taberna Flotante, aunque solo Lem la reconoció. Con paso lento y pausado, casi solemne, la mujer calva fue hasta la barra, se subió a ella con agilidad felina y empezó a cantar.

Era una canción vibrante y sutilmente conminatoria, en un idioma que Lem no reconoció, a pesar de que conocía muchos. La veintena de personas que había en la taberna la escuchaban fascinadas, como bajo hipnosis. Y poco a poco, sigilosamente, se fueron marchando, hasta que el local quedó desierto. De alguna manera no verbal, pues nadie entendía sus palabras (en el supuesto de que aquellas extrañas cadenas de fonemas fueran palabras), la cantante calva les había hecho saber —o sentir— que, si no podían colaborar con ella, era mejor que se marcharan.

El propio Lem sintió el impulso de irse, a pesar de que sabía —o sentía— que él sí que podía colaborar con ella. Y a pesar de que era una vieja amiga. Muy vieja.

—Salve, Stanislaw —lo saludó la mujer tras bajar de la barra de un salto, tan grácil que por un momento pareció flotar en el aire—. Cuánto tiempo…

—¡No puede ser, falleciste a principios del siglo XXI! —exclamó Lem extendiendo una mano vacilante hacia la inverosímil presencia.

—Fuiste tú el que falleció a principios del siglo XXI —le recordó ella cogiendo su mano tendida con una sonrisa melancólica—.Yo aguanté hasta 2023.

—¿A ti también te… revivieron?

—Es una historia larga y complicada. Ya hablaremos con calma de nosotres, tenemos muchas cosas que contarnos, Stan. Pero antes hemos de hablar de Chalcedon. Es urgente que lo detengamos, antes de que vuelva a poner en peligro la seguridad de la galaxia.

—¿Que lo detengamos? No entiendo…

—No lo entiendes porque es incomprensible, querido Staszek —intervino Chess, que hasta ese momento había permanecido oculto en la sombra, subiéndose de un salto a un taburete—. Tu vieja amiga debe de ser una enviada de los Veladores.

—¿Es eso cierto? —exclamó Lem.

—Algunos llaman así a los miembros de la Mesa Elíptica. Y, sí —admitió ella—, vengo en su nombre. ¿Es un robot? —preguntó acto seguido, mirando con curiosidad al gato solariano.

—Yo no, ¿y tú? —respondió Chess con una sonrisa burlona.

—Tú mismo lo has dicho, es una vieja amiga —intervino Lem.

—También lo habría dicho si me hubieras mostrado un holograma, o una de esas antiguas fotografías de papel que guardas celosamente —replicó Chess—. ¿Eres una fotografía, Bernadette? ¿O debo decir Shuhada? —añadió clavando sus ojos amarillos en los de la mujer.

—Es una sospecha razonable —respondió ella tranquilamente, sin desviar la mirada—, yo podría ser un clon creado y manipulado por los Veladores. Incluso podría ser una marioneta sin consciencia. No lo soy, pero no puedo demostrarlo. Los Veladores son tan poderosos que bien podrían haber hecho una copia indistinguible del original. En cualquier caso, la veracidad de cuanto diga y la validez de mis argumentos no dependen de mi estatuto ontológico. Solo pretendo que me escuches, Stan, que saques tus propias conclusiones y obres en consecuencia.

5 Comentarios

  1. Ser una fotografía… Posiblemente en el recuerdo de muches perdure una canción y una fotografía rota. Qué impotencia debió sentir viendo la reacción tras ese valiente y necesario gesto de denuncia.

    • También recibió muchas muestras de solidaridad y afecto la maravillosa Sinéad. Se ha lucido Francisco canonizando a Wojtyla. Qué pocas ganas de ir al cielo, con santos como JP II y Escrivá de Balaguer…

      • Tras ver su actuación en el Square Garden, veo que me he equivocado en la elección de la palabra, pues no creo que sea impotencia, sino temple y fuerza. Y también es cierto que no conviene darle el mismo valor a las muestras de afecto y a las de odio. Si ese cielo en el que creen y al que aspiran algunas personas contiene gran parte de los que la abuchearon y además posee figuras de referencia como las que comentas, mejor buscar otro sitio, transformarse o desaparecer.
        Por cierto, si la cantante calva posee su esencia, menuda visita…

        • Menuda visita, sí. Y no será la última… Por cierto, de JP II tuve ocasión de hablar con Ernesto Cardenal después de que el polaco le echara una bronca pública, y cambió de tema. Igual que Lem al preguntarle por Solaris. Nunca entenderé a los católicos, ni siquiera a los buenos (mejor dicho, a los buenos es a los que menos entiendo).

          • Supongo que para poder entenderlos se requiere asumir un cierto grado de incoherencia. Resulta curioso ver que cualquier cosa que pase, refuerza su creencia. Además, como las posibles dudas que surjan se transforman rápidamente en un sentimiento de culpa por tenerlas, provoca que no afloren demasiado.

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