La Taberna Flotante

Chalcedon

Taberna Flotante #39

Chalcedon, a la derecha, en una viñeta de «Jeff Hawke», de Sydney Jordan

Aún no había amanecido cuando llamaron a la puerta. Tres golpes fuertes y secos como aldabonazos, aunque en la puerta de la Taberna Flotante no había aldaba.

Desconcertado y soñoliento, Lem se levantó de la cama y corrió a abrir.

—Hola, Staszek —lo saludó el corpulento humanoide.

—Hola, Ijon —contestó Lem apartándose para franquearle el paso—. Me has reconocido.

—Y tú a mí. ¿No estoy muy cambiado?

Lem pensó que el humanoide estaba bromeando. Pero, bien mirado, había algo distinto en sus facciones y en la expresión de su cara.

—Un poco, ahora que lo dices.

—¿Un poco? ¡Pesaba veinte kilos menos y tenía el rostro desfigurado!

De pronto, Lem cayó en la cuenta.

—Un momento… ¿No nos vimos hace un par de días?

Y entonces el que cayó en la cuenta fue Ijon.

—¡Maldito tramposo! —exclamó—. ¡Se me ha vuelto a adelantar!

—¿Quieres decir que alguien se ha hecho pasar por ti?

El humanoide se dejó caer en una butaca que bajo su corpachón parecía diminuta y Lem se sentó frente a él.

—Cuando me estrellé cerca de tu cabaña, hace más de doscientos de vuestros años, te dije que había tenido un accidente, pero no te di más detalles —dijo Ijon.

—Seguramente, aunque me los hubieras dado no los habría entendido —contestó Lem con un leve encogimiento de hombros.

—No me refiero a detalles técnicos. No te conté que estaba persiguiendo a un forajido, que me tendió una trampa y derribó mi nave.

—Y ese forajido es el que se ha hecho pasar por ti.

—Sí. Somos aproximadamente del mismo tamaño, y mi cara es fácil de reproducir con una máscara orgánica.

—Pero… ¿por qué? —preguntó Lem tras una pausa.

—Solaris. Si Chalcedon consigue algún tipo de conexión con ese océano tan poderoso…

—¡Chalcedon! —exclamó Lem—. Conozco ese nombre, pero no recuerdo…

—Es un insensato que no respeta las normas básicas de no interferencia con especies menos desarrolladas. A mediados de vuestro vigésimo siglo entró en contacto con un piloto terrestre, y también con un escritor, y con una niña a la que intentó hacerle creer que era Papá Noel. Mi misión consistía en evitar que siguiera haciendo de las suyas en la Tierra. Y conseguí ahuyentarlo: que yo sepa, no volvió por allí; pero, como bien sabes, a punto estuvo de costarme la vida.

—Un piloto… Ahora lo recuerdo —dijo Lem tras una pausa—. Chalcedon sale en un antiguo cómic protagonizado por un piloto de la RAF… Jeff Hawke, de Sydney Jordan.

—Así es. El piloto, a quien nadie creyó, le habló al dibujante de su encuentro con Chalcedon y de las cosas que le contó, muchas de ellas falsas, claro, y Jordan se inspiró en su relato al crear el cómic. Y al escritor le contó algo sobre el planeta que, a raíz de tu novela, llamáis Solaris. Es sorprendente que la escribieras tú y no ese escritor, un tal Sturgeon.

—El tal Sturgeon también la escribió, y antes que yo —replicó Lem con una sonrisa melancólica—. Pero, en vez de un mar, su organismo duplicador de personas es un conjunto de cristales extraterrestres enterrados por todas partes.

—¡Pues eso es aún más sorprendente! —exclamó Ijon—. Sturgeon convirtió el mar del relato de Chalcedon en cristales, y tú reconvertiste los cristales en mar.

4 Comentarios

  1. Una inesperada suplantación de identidad que va añadiendo complejidad a la historia. Ya tenemos a tres Ijon (de momento): el original, el «falso» y el que suplanta al original.
    Los personajes, sus transformaciones, sus particiones, sus copias… parece que nos lleven a experimentar lo que podría ocurrir estando en Solaris.
    Por cierto, la identidad de la niña queda indeterminada, no sé si de manera deliberada.

    • Efectivamente, pfijo, intento que la propia trama se «solarice» (ya sabes cuánto nos molan a los matemáticos la autorreferencia y los bucles lógicos). Y la niña se irá definiendo, no es un personaje secundario ni mucho menos.

  2. Este final me ha hecho pensar en los cristales de mar, que se crean de los naufragios, y éstos a su vez, en los náufragos de la TF, que pudieran constituir otra especie de organismo.

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