Barbanegra y el Capitán Dorian estaban discutiendo acaloradamente en la barra de la Taberna Flotante.
—En este maldito planeta nunca pasa nada —dijo Dorian con un gesto de exasperación—, y de pronto no paran de suceder cosas extrañísimas. A Tichy lo posee una especie de fluido luminiscente, aparece un monstruo verde en las ciénagas ecuatoriales, Arno se desdobla, Casandra rejuvenece, un gato parlante juega al ajedrez con Bobby Blue… ¡No puede ser casualidad que pasen tantas cosas a la vez!
—Tú lo has dicho, esas cosas pasan —replicó Barbanegra—. Este maldito planeta es un lugar de paso, y no creo que todo eso que dices tenga mucho que ver con Münchhausen. De hecho, nadie ha vuelto a ver a la cosa verdosa ni al gato ajedrecista, y Tichy ha vuelto a la normalidad, si es que se puede considerar normal a alguien como él.
—Dices que Münchhausen es un lugar de paso. Yo digo que ahora mismo es un lugar de encuentro. Y seguramente ese humanoide enorme que estuvo aquí es la clave. ¿Sabes que nadie vio su nave en ningún momento?
—¿Y qué?
—Que la llegada de una nueva astronave nunca pasa inadvertida, al menos para ciertas personas que yo conozco. No hay tanto tráfico en este perdido rincón de la galaxia. ¿Cómo vino y cómo se marchó? Si es que se ha marchado…
En el otro extremo de la barra, el tabernero fingía charlar con Doc Frankenstein; pero ambos estaban muy atentos a la conversación de Barbanegra y Dorian, que oían con toda claridad gracias a los diminutos audífonos selectivos que llevaban ocultos en las orejas.
—Han dejado de hablar —dijo Doc, que estaba sentado de espaldas a los veteranos astronautas.
—No —respondió el tabernero—. Ahora están cuchicheando.
—¿Se habrán dado cuenta de que los espiábamos?
—No creo. Simplemente, han pasado de forma automática al modo cuchicheo.
—¿Y eso que significa?
—Que han dejado de discutir y han empezado a conspirar… Dorian parece obsesionado con Ijon I.
—No es para menos. Cuasitodo cree que viene de otra galaxia —dijo Doc bajando la voz.
—Eso es absurdo —replicó el tabernero—. La navegación hiperespacial se basa en una tupida red de agujeros de gusano relativamente próximos entre sí. Hay sólidos estudios que demuestran que el viaje intergaláctico es imposible.
—También había sólidos estudios que demostraban que era imposible superar la velocidad de la luz.
—Y de hecho es imposible. Hemos encontrado la forma de eludir esa limitación, pero es real.
—Tal vez alguien haya encontrado la forma de eludir la limitación intergaláctica.
—En nuestra galaxia hay millones de planetas que podrían albergar a una especie humanoide, y solo conocemos un centenar. No es necesario buscar el origen de Ijon I en Andrómeda o en la Nube de Magallanes.
—Pero Cuasitodo sostiene que si en la Vía Láctea hubiera una civilización capaz de construir una nave como la de Ijon I, la conoceríamos, o al menos nos habrían llegado indicios o rumores.
—A no ser que esa civilización se hubiera propuesto ocultar su presencia.
—Lo cual supondría una posibilidad aún más inquietante.
—¿Por qué?
—Porque significaría que Ijon I es un delincuente o un proscrito.
Quizás, en este caso, la proscripción sea una buena señal…
Efectivamente. Como lo eran los proscritos de Robin Hood y los de Guillermo Brown.
Si en un planeta de paso las cosas pasan es de suponer que en un planeta de encuentro, si esa civilización existe, la encuentren.
Me queda la duda de si eso es extensible al resto de fenómenos. ¿Sería posible perder las llaves en un planeta así?
No creo. Hay detectores sumamente eficientes. Otra cosa es que te las roben…
Muy curioso que Dorian y Barbanegra, aun siendo visitantes asiduos de la TF, no formen parte del grupo solarista. Quizá el hecho de disponer de menos información les permita especular sobre lo que está pasando sin imponerse restricciones.
Efectivamente. Sin llegar a ser antagonistas, digamos que son más cercanos que afines. Y más cosas que irán surgiendo con el desarrollo de la trama y sus puntos de inflexión.