Horas críticas

«Príncipes y esclavos»: desde la raíz

Quizás, uno de los peores cumplidos que un lector puede hacerle a un autor sobre su libro es que «se lee fácil». Los segundos me entenderán, aunque quienes echan el piropo no tengan la intención de tirar por tierra la obra. Por eso, lo menos que se puede decir de lo último de Marcos Pereda (Torrelavega, 1981) es que consigue llevarse de viaje a quien lo lee con su sello narrativo particular. Que no es lo mismo. Un viaje serio, porque el deporte lo es, donde uno, más que llenar el pasaporte de sellos, va comprendiendo los orígenes de desigualdades, injusticias o mitos.

Príncipes y esclavos (Ariel, 2023) es el octavo libro de Marcos Pereda, una obra de tentáculos. En sus páginas, el autor se acerca hasta la raíz histórica del deporte, o hasta el germen de las desigualdades generadas por estos mismos, para llenarlas de tentáculos, a modo de contexto, y dar al lector todas las herramientas necesarias para entender asuntos que todos hemos buscado varias veces ya en internet para matar la duda. Por ejemplo, el principio: cómo surgieron las Olimpiadas y cómo era el modo de vida de aquellos primeros atletas. Eso sí, en lugar de tener un ensayo tostonazo, asistimos a una lección muy documentada del profesor —permítanme él y ustedes— Pereda.

Los «atletas» y similares de la antigua roma estaban forradísimos. El culmen fue Gayo Apuleyo Diocles, que se dedicaba a los aurigas y llegó a embolsarse casi 36 millonzucos de sestercios. A ver, dejen que haga la cuenta. Casi 13.000 millones de euros. Sí, léanlo bien.

Una lectura comprometida

Marcos Pereda no se esconde en Príncipes y esclavos a la hora de desmarcarse como un autor comprometido con distintas causas sociales y preocupado por injusticias pasadas, como la esclavitud, y presentes, como el racismo o las brechas económicas. Por eso, una de las lecturas donde el autor se vuelca con mayor pasión literaria es en los capítulos en que se mete de lleno con la política y sus derivados.

No revelamos nada novedoso si decimos, por ejemplo, que el PSV fue fundado para los trabajadores de la fábrica de Phillips; el Bayer Leverkusen, de Bayer; el Sochaux, de Peugeot; o el VFL Wolfsburg, de Volkswagen. Cualquier amante del balompié lo sabe. Sin embargo, Pereda va más allá y profundiza en por qué estos equipos no nacían necesariamente por iniciativa del trabajador sino del empresario.

Sin destripar mucho el capítulo particular, el autor rescata la raíz de la lógica capitalista de finales del siglo XIX y principios del XX para explicar la fundación de estos clubes. Todo formaba parte de una hoja de ruta clara por parte de los dueños de estas fábricas, en que brindar ocio y una calidad de vida aceptable a los trabajadores los sacaba de los malos hábitos, siendo más productivos y haciéndoles sentirse más queridos por su jefe, aunque este les sacara hasta la última gota de sudor para su enriquecimiento personal. Cada capítulo, cada historia, es mucho más que esto.

No hemos cambiado tanto

Aquellos que hayan leído algo de Marcos Pereda previamente disfrutarán con más sabores esta lectura. Sobre todo, por ver al autor enfadado con algunas de las cosas que narra en Príncipes y esclavos. A Pereda no le gustan las injusticias, pero tampoco los mitos poco fundamentados.

Este libro dedica un capítulo profundo y muy delicado, que merece ser leído un par de veces con detenimiento, al racismo. Marcos Pereda lo aborda con valentía y sin tapujos, lanzándose preguntas en todas las direcciones posibles. Porque, cuando se miran las alineaciones de la Selección Francesa de Fútbol y se escucha un comentario —todavía— habitual: «¡Pero cuántos son franceses de verdad!». Pues mire usted, todos. El racismo sigue entre nosotros.

Al mismo tiempo, Pereda reflexiona sobre la costumbre que han tomado muchas naciones occidentales, y algunas que no lo son pero que copian sus prácticas, de nacionalizar a jugadores para sus combinados nacionales mientras cientos de miles de personas hacen trayectos imposibles para entrar en estos países en busca de oportunidades. En particular, el autor se centra en el caso del español Lorenzo Brown:

Lorenzo Brown, jugador de baloncesto, no había tomado parte jamás en club alguno de España; vamos, que solo había pisado el país para enfrentarse a clubes nacionales y puede que algún verano loco en Tarifa. Pero la selección [española] necesitaba un base, y la selección fichó un base.

Varias voces para un mismo asunto

Como decíamos al inicio de estos párrafos, Príncipes y esclavos es un viaje con Marcos Pereda como brújula. Un trayecto en que, gracias a la honestidad que el autor acostumbra a volcar en sus textos, podemos adivinar una perfecta coreografía según cuánto le duela o disfrute cada tema. Cuando se habla de Historia, la prosa de Pereda se presta a bromas, regalos al lector y otras bicocas; si el asunto se pone serio, no hay quien confunda el cabreo que tiene el autor con las injusticias que se cometen en el deporte. Y cuando hay que ponerse guasón, se pone. No crean que este libro es todo deporte y política, porque hay mucho más. No se dejen engañar por los capítulos que hemos elegido reseñar.

Con esta obra, Marcos Pereda siembra a través de la historia del deporte para dar contexto y forma a debates, mitos y leyendas que seguimos discutiendo hoy. El deporte ha sido yugo y castigo, pero también palanca de cambios sociales, plataforma donde alzar la voz y escenario de grandes victorias. La lectura de Príncipes y esclavos es un ejercicio generoso del lector consigo mismo, pues verá ampliada su cosmovisión sobre el deporte y lo agradecerá.

El deporte no es solo «minuto y resultado»: es mucho más. Y estaría bien que lo recordásemos.

 


PRÍNCIPES Y ESCLAVOS. Una historia social y cultural del deporte
Marcos Pereda
ARIEL
(Barcelona, 2023)
256 páginas
18,90 €

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