Horas críticas Analógica

Arreglar el mundo

Reseña de «¿Para qué sirve el diseño?», de Alberto Corazón y Oyer Corazón

Cuenta Alberto Corazón que llegó al mundo del diseño por casualidad. Tras terminar la carrera de Económicas y Políticas en 1964, fundó junto a varios amigos una editorial, en parte por crearse un empleo «en aquella España miserable, polvorienta, ahogada en el miedo», y en parte por difundir las nuevas corrientes de la historiografía y las ciencias sociales, dos materias que llegaban al país con mucha dificultad. Como se le daba bien dibujar, en el reparto de tareas le tocaron la producción y el diseño de la portada, labores que le permitieron entrar en contacto con un mundo fascinante de imprentas, talleres y almacenes de papel. La editorial, Ciencia Nueva, no duró demasiado: Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, les retiró su licencia a pesar de que habían superado todos los trámites del proceso de censura. «Sois unos rojos», les dijo, «más listos que mis censores». Para entonces, Corazón ya diseñaba para otras editoriales, como Grijalbo.

Cuenta también que la dictadura fue culpable de que el diseño fuera visto con recelo, o incluso despreciado, por gran parte de la sociedad española. Mientras las ideas de la Bauhaus fructificaban en muchas de las democracias occidentales y se insertaban tanto en su tejido productivo como en el imaginario social, la autarquía española prefería refugiarse en una estética folclórica y tradicionalista. Por eso, cuando la recién nacida democracia decidió abrir las ventanas de las instituciones, para llevar los aires de cambio a todos los rincones, una de las primeras tareas que tuvo que abordar fue el rediseño de logotipos, imágenes de marca y manuales de funcionamiento. La intención no era solo trazar una línea imaginaria con el régimen anterior, sino sentar las bases de una sociedad más justa y abierta. Y de paso, demostrar a los empresarios que otro modo de hacer las cosas era posible. Incluso en un país como el nuestro, donde la industria suele apostar más por la transformación que por la creación.

Escrito a cuatro manos, las de Alberto Corazón y su hijo Oyer Corazón, ¿Para qué sirve el diseño? recuerda esos primeros pasos, que convirtieron al padre en uno de los diseñadores más importantes de la transición española; una época en la que definió la identidad corporativa de empresas e instituciones como la ONCE, Mapfre, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, Ferrovial, Cercanías de Renfe o la Junta de Andalucía. Pero más que un recorrido por los logros del estudio, este libro intenta explicar en qué consiste la profesión de diseñador, cuáles son las herramientas de las que dispone y cómo un buen diseño puede ayudar a mejorar la vida de las personas.

Para ello, trata cuestiones capitales y confusiones habituales. Por un lado, que el diseño y el arte son mundos distintos. «Un objeto bonito puede ser resultado de un buen diseño, pero no es su objetivo»; su objetivo es transmitir los valores de una marca y realizar la función para la que estaba pensado. Por otro lado, que el diseño y la publicidad no son la misma cosa: el diseño pertenece al mundo de las ideas y el silencio, mientras que en la publicidad priman la ocurrencia y la algarabía. Y por último, que un buen diseñador es aquel que satisface el encargo de un cliente, pero que sobre todo está al servicio del usuario final, lo que muchas veces significa llevar el proceso de diseño por lugares que el cliente no esperaba o no deseaba.

Alberto Corazón (1942 – 2021)

Hay más ideas en el libro. Por ejemplo, que un logotipo, por muy bien que esté resuelto, no basta para cambiar la percepción que tiene el público de una determinada empresa. Es solo una herramienta para hacerse oír «en el fragor de la batalla», o para sacar a la luz unos valores que ya existían previamente en la empresa. También, que el diseño no tiene por qué resultar elitista: es el caso del mobiliario y los complementos que el estudio diseñó para las estaciones de Cercanías, que estaban pensados para que cualquier pequeño taller de metalurgia de pueblo los pudiera fabricar. Pero sobre todo, que el diseño no es el acto de dibujar un logotipo o de producir un objeto, sino el proceso de pensamiento que media entre el encargo y su transformación en una realidad física. Si ese proceso está bien hecho, el logotipo o el objeto surgen de manera natural.

Los Corazón exponen todo esto con un lenguaje claro y sencillo, que se apoya en ejemplos sacados de su larga trayectoria. Y así, explican que la elección de los colores verde y amarillo a la hora de diseñar los uniformes y tenderetes de los vendedores de cupones estaba pensada para dar visibilidad a un colectivo, el de los ciegos, que a principios de los ochenta sentía la ciudad como un entorno agresivo. Que el rediseño de los impresos del MOPT, una tarea en apariencia menor, cambió la manera de relacionarse entre los ciudadanos y una administración que, de repente, estaba al servicio de estos. O que, en el diseño del mítico teléfono Domo, utilizaron el auricular para separar físicamente las nuevas funciones de la era digital y el teclado numérico de siempre, de manera que la población sénior no se sintiera intimidada. Una serie de textos, centrados en el mundo del diseño industrial y en la labor de hacer libros, ayudan a completar el ideario de un profesional que siempre quiso «diseñar para arreglar el mundo».

 


 ¿PARA QUÉ SIRVE EL DISEÑO?
Alberto Corazón y Oyer Corazón
LOS LIBROS DE LA CATARATA
(Madrid, 2023)
160 páginas
15,50 €

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