«Nuevas topografías fotográficas»: ¿cómo pudimos una vez vivir aquí?

«Después, vuelves al sitio de antes:
no queda más que hollín, negrura y vacío.

Piensas: ¿cómo pude una vez vivir aquí?

Pero entonces era diferente,
también el verano pasado. La tierra se comportaba
como si nada malo pudiese ocurrirle».

«Paisaje», de Louise Glück (Averno, 2006)

En el año 1975, diez jóvenes fotógrafos (ocho de ellos, estadounidenses, y otros dos, alemanes) protagonizaban en el George Eastman Museum de Rochester la exposición New Topographics: Photographs of a Man-Altered Landscape, que marcaría un cambio de paradigma en este arte y supondría un giro radical a las representaciones tradicionales del paisaje hasta entonces, basadas en la obra de pioneros como Ansel Adams. Aquellas antiguas vistas trascendentales del entorno daban paso a una mirada desrromantizada a escenas cotidianas, poco épicas, en zonas suburbiales e industriales bastante austeras. Lo que interesaba ya no era ofrecer un ideal de naturaleza, sino evidenciar la mano humana —aunque invisible— en el ambiente, a través de estampas descriptivas y desprovistas de efectos emocionales, que incorporaban el enfoque documental y que firmaban autores tan influyentes después como Lewis Baltz, Robert Adams, Stephen Shore o la pareja Bernd y Hilla Becher.

Casi medio siglo más tarde, una exposición en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS) hace un guiño a aquel hito desde su propio título, Nuevas topografías fotográficas, para presentar una colección de obras que reinterpretan la noción de paisaje desde la fotografía contemporánea. En este caso son dieciséis los artistas de diversa procedencia cuya obra nos anima a repensar la transformación del paisaje, indagando a través de sus imágenes en sus implicaciones sociales, medioambientales e históricas. También a explorar el diálogo —o el contraste— entre lo natural y lo artificial, así como la memoria y la poética que brotan de esa convivencia forzada por nuestro habitar el entorno. Una fusión o un choque que dan lugar a espacios híbridos y mutantes en sintonía con las inquietudes del arte contemporáneo y su detección de significados ocultos, a través de un recorrido en tres bloques conectados.

Por un lado, la construcción artificial del paisaje en la obra de fotógrafos como Soledad Córdoba (Avilés, 1977), cuyas imágenes a menudo evocan la mística y la soledad; Dionisio González (Gijón, 1965), que tiende a incorporar la arquitectura y el diseño; Dana Fritz, que captura la naturaleza enclaustrada en paisajes construidos; Laura Van Severen (Gante, 1993), que cuestiona los entornos fragmentados por la intervención humana, o Stefanie Herr (Frankfurt, 1974), que fusiona su obra fotográfica con elementos escultóricos y un marcado sello artesanal. Obras que nos sitúan ante la disyuntiva realidad/ficción, veracidad/reinvención, siempre sobre un trasfondo de reflexión medioambiental.

En un segundo bloque hallamos el trabajo en torno a la memoria del paisaje y la conciencia de pérdida, presente en las fotografías de autores como Virginia Villacisla (Burgos, 1994), cercana al fotoperiodismo y la fotografía documental de aire extrañado; Peter Goin (Wisconsin, 1951), que ha retratado el paisaje posnuclear y ahora hace metáforas visuales del mundo amenazado por la emergencia climática; Mauro Curti (Cuneo, 1980), que explora las relaciones hombre-tierra, el sentido de pertenencia y la ausencia del hogar, o Mar García Ranedo (Sevilla, 1966), que evoca desde la instalación, el vídeo y el dibujo imaginarios excluyentes, sobre todo en torno a la mujer. Un compendio de obras que constituyen un archivo del impacto de nuestra presencia en la tierra y un testimonio del vínculo con la vida —y la no vida— que nos rodea.

Finalmente, el tercer relato expositivo incide en una concepción sublimada e idealizada del paisaje a través de una poética visual y plástica significativa, que podemos apreciar en fotografías de creadores como Sue975 (Madrid, 1975), muralista considerado uno de los pioneros de la abstracción en el arte urbano nacional; Gala Font de Mora (Valencia, 1989), que ha retratado el paisaje de los autocines en extinción y su atmósfera mágica; Mar Garrido (Madrid 1963), que aborda el desplazamiento y el arraigo como forma de reflexión sobre el territorio, o Aissa Santiso (La Habana, 1992), artista multidisciplinar que experimenta con diversas formas para vincular tecnología y espacios urbanos de la vida diaria. Narraciones intimistas y renovadoras de la cartografía visual en nuestra era.

De hecho, la propia percepción de la imagen fotográfica es otro de los elementos que subyacen a la selección de obras de Nuevas topografías fotográficas, que despliega una nueva teoría del paisaje acorde a estos tiempos de desbordamientos visuales. A través de la excelente muestra del CICUS, comisariada por Mónica Carabias Álvaro y María Antonia Blanco Arroyo, somos testigos de cómo el lenguaje de la fotografía contemporánea se complejiza y nos impulsa a mirar el entorno con otros ojos, otras lentes, capaces de escudriñar sus sentidos ocultos y plantear paisajes alternativos. «El cielo estaba muy limpio, / como en invierno, / la tierra seca, sin cultivar, / la luz oficial se movía / con calma a través de una ranura en el aire / dignificada, complaciente, / disolviendo la esperanza, / subordinando las imágenes del futuro a los signos del paso / del futuro».

* Versos de Louise Glück extraídos del poemario Averno (Pre-Textos, 2011), con traducción de Abraham Gragera y Ruth Miguel Franco.