Ficción

Mónica, con M de muerte-mi-amor

Relato inspirado en la canción «Flaca», de Andrés Calamaro

Tú lo hiciste, Mónica: ¡Mataste! Le diste la estocada final a nuestra relación. Eso es lo único que recuerdo y que, por obvias razones, sé. También tengo conocimiento de que estoy en el cielo. ¡Por fortuna!

Llevaba 20 minutos muerto y me pediste un cigarrillo. De esos con los que te partes los pulmones en dos. Yo busqué en mi billetera Michael Kors y te ofrecí uno de mis mentolados. Los Dunhill que te fascinan. Lo encendiste, caminaste hasta el balcón de nuestro piso y lo fumaste en silencio mientras los fogonazos silenciosos del cigarro te iluminaban los ángulos del rostro. ¡Cómo te sienta de bien sonreír cuando te has puesto el labial con el que te presumes, señorita!

Afuera, llovía. Era una lluvia mezclada con los pasos de Tyson, Sinatra y Babar, nuestros tres gatos, que se deslizaban con sutileza por los techos, buscando un poco de calor. Pobres idiotas pueriles.

Ahora que caigo en la cuenta, me mataste en una noche de lluvia. Eso había sido demasiado para ti. Nunca has soportado la lluvia, ni a Charly García más allá de las once de la noche. También recordé que después de las cinco no puedes soportar las películas de amor, ni los cafés cargados. Siempre te digo: «Flaca, no me mientas. No me digas la verdad. No te quedes callada. No levantes la voz, ni me pidas perdón». Pero claro, tú pasas de mí. ¡Pasas de todo!

Eres extraña, señorita García, demasiado extraña. Ese día que me mataste, me llamaste desde algún teléfono del Parque de María Luisa y me dijiste: «Oye, baby, vamos a ver Blue Valentine de Derek Cianfrance». Yo te dije: «Pobre ilusa, claro, baby, nos vemos a las seis en Avenida Cinco Cines».

Recuerdo tu jean oscuro, ese que solías acompañar con unas Converse blancas, sucias, un poco vuelta mierda. Tu perfume se mezclaba heterogéneamente con el humor de tu piel, ese mismo que dejaste impreso en mi nariz por días, luego de hacer el amor en el baño de Abril, aquella discoteca repleta de niñatos a la que te gustaba ir, cuando vivíamos tiempos dorados de un pasado mejor… Me gustabas más cuando tenías tus botas negras y tus medias veladas. Pero ¿quién dice la verdad y es honesto cuando se está enamorado? Igual, tú sabías cómo llamar mi atención. Me decías «ven, que tengo nuevos lunares para enseñarte», y yo siempre volvía, como un perro compañero que aprendió a nadar y a volver al hogar para poder comer.

Todo esto lo recuerdo desde el cielo, porque estoy aquí, tal como tú querías, tal como lo querían mis padres y mis amigos. Muero lentamente. Habito el cielo desde que me disparaste en el balcón, después de ir al cine.

***

Me miras. Caminas despacio. Te acercas. Me aprecias en silencio. Fumas ese puto cigarrillo. No has cambiado mucho, Mónica. Abres esa enorme puerta de vidrio. Afuera, continúa lloviendo. Acaricias mi cabello negro con suavidad. No me controlo. Dejo que me tomes entre tus brazos y te pones frente a mí. Me clavas un beso en el ojo izquierdo y la sangre brota lentamente. Mierda: me sacaste el ojo de un pico.

Las gotas de la lluvia golpean el tejado. Las luces en Sevilla son peces suicidas que se despedazan en las gotas turbulentas de la tiniebla. Estoy tirado en la mitad del salón, y el viento frío de la noche me cubre. Llevo 11 minutos muerto.

Entendí por qué me decías que salir y caminar bajo la lluvia era una forma sutil para disimular el llanto. Esa noche, mientras los gatos brincaban por los techos, los peces levitaban en los postes y las palomas se guarecían bajo cualquier lugar, entendí que morí… pero de amor. Estaba en el cielo, porque allí me enviaste con un solo beso.


Con la colaboración del Máster Universitario en Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla, que se imparte en la Facultad de Comunicación desde el curso 2010-2011 y que actualmente coordinan Mª Jesús Orozco Vera y Carlos Peinado Elliot. Más información aquí.

Este relato musical surgió de una actividad de la asignatura «Modelos narrativos», impartida por la profesora Clara Marías. A partir de la letra de una canción, los estudiantes tenían que escribir un relato en torno al personaje que —tan bien— retrata, manejar la intertextualidad (citando algún verso de la canción) e incluir algún elemento autoficcional.

Andrés Moncada Montenegro (Bogotá, Colombia, 1989) es graduado en Comunicación Social y Periodismo, y actualmente cursa el Máster en Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla. Aunque reside en Palencia, España, cada semana está en un nuevo destino. Alterna el amor por las letras con el SEO y el portal de viajes Viajándonos El Mundo.

2 Comentarios

  1. Pingback: Tendencias ★ The Barber Style: Mónica, con M de muerte-mi-amor – The Barber Style

  2. Simplemente espectacular, toda mi admirarse ti Andres Moncada

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