La Taberna Flotante

La flecha de oro

Taberna Flotante #3

Recreación artística del cinturón de Kuiper. / Imagen: JHUAPL-SwRI

Cuando el tabernero terminó de contar la peregrina historia de un arquero que se había suicidado disparando una flecha hacia el cenit, un anciano que estaba sentado en uno de los taburetes de la barra dijo:

—Una hazaña extraordinaria, sin duda, solo superada por la del famoso astronauta que hirió la Tierra con una flecha de oro.

—Su fama no ha llegado hasta aquí —dijo el tabernero—, así que tendrás que contarnos la historia completa.

—En cuanto vuelvas a llenarme el vaso y me refresque el gaznate, lo haré con mucho gusto… Gracias… A finales del siglo XXI, cuando aún no se había descubierto la propulsión hiperlumínica, se envió una astronave al anillo de Fafner, entre el disco disperso y la nube de Oort. Mediante el viejo sistema de aceleración continua a 1g, que permitía disfrutar de una seudogravedad igual a la terrestre, la nave alcanzó la velocidad de crucero de 200.000 kilómetros por segundo; luego deceleró al mismo ritmo para llegar a su destino a una velocidad moderada, y tras unas semanas de exploración regresó a la Tierra del mismo modo. Eso significa que, durante un tiempo, la nave viajó a 200.000 kilómetros por segundo en una trayectoria rectilínea de intersección con la órbita terrestre, lo que permitió a nuestro astronauta arquero lanzar su flecha de oro en esa dirección y a esa velocidad, calculando el momento del lanzamiento de forma que la flecha impactara en el ecuador terrestre a la altura de Singapur.

—¿Por qué quería destruir Singapur? —preguntó el tabernero aprovechando la pausa que hizo el anciano para tomar un largo trago de cerveza.

—Porque en aquella época era la capital tecnológica y financiera del mundo, el centro neurálgico de la hiperglobalización, y nuestro héroe era un antisistema radical, un revolucionario… Pero, por suerte o por desgracia, no dio en el blanco, aunque por muy poco: la flecha impactó en el Pacífico, entre India y Somalia, provocando un tsunami que causó grandes destrozos en las costas cercanas.

Tras terminar su historia y su cerveza, el anciano se marchó sin pagar, considerando que el relato bien valía las tres jarras que había trasegado.

Uno de los asiduos de la Taberna Flotante, un corpulento hombretón de poblada barba oscura y no menos oscuro pasado al que llamaban Barbanegra, se acercó al tabernero y le dijo:

—No deberías regalar tu preciosa cerveza azul a quienes cuentan historias tan absurdas. Pretender que una flecha puede causar un tsunami…

—Es absurdo, sí, pero no por exceso, sino por defecto —contestó el tabernero—. Una flecha de oro de tamaño normal, de unos 75 centímetros de largo y uno de diámetro, pesaría alrededor de un kilo; si alcanzara la Tierra a 200.000 kilómetros por segundo, sería como el impacto de un portaviones de 100.000 toneladas a 80.000 kilómetros por hora.

—¿No crees que exageras un poco? La masa de la flecha es 100 millones de veces menor que la de tu portaviones volador.

—Sí, pero su velocidad es 10.000 veces mayor, y la energía cinética es proporcional al cuadrado de la velocidad, conforme a la consabida fórmula E = ½mv2, y el cuadrado de 10.000 es 100 millones. Y aplicando la corrección relativista, puesto que la velocidad de la flecha es una fracción significativa de la de la luz, la energía aumenta en un 50 por ciento. Un portaviones y medio. Si esa flecha de oro hubiera alcanzado la Tierra, no habría provocado un simple tsunami, sino una catástrofe planetaria.

3 Comentarios

  1. Al pensar en el material, me ha surgido la duda de lo que ocurriría si fuese una flecha de cristal de la misma masa que la original, por ejemplo duplicando su grosor e incrementando su longitud hasta unos 5 centímetros menos que el doble de la flecha original. Supongo que el efecto devastador debería ser similar, aunque la elección del oro quizá no sea arbitraria.

    Por otra parte, no sé si cabría la posibilidad de utilizar un material para la flecha capaz de atravesar la Tierra sin transferir prácticamente energía en el impacto.

    La velocidad es tan elevada que resulta difícil imaginar lo que podría ocurrir, pues estamos acostumbrados en nuestro entorno cercano a cambios mucho más lentos.

  2. En la elección del oro hay un motivo narrativo (el poder evocador del precioso metal) y otro físico: su elevada densidad, que hace que un flecha de tamaño normal tenga una gran masa. Más que QUÉ podría ocurrir, creo que lo difícil de imaginar es CÓMO. Lo que está claro es que la enorme energía cinética de la flecha se liberaría con efectos catastróficos. ¿Una flecha capaz de atravesar la Tierra? Tendría que ser de algún isótopo del vibranium 🙂

    • No hay que subestimar las propiedades del vibranium 🙂
      En la explicación del cómo me parece que hay muchos efectos difíciles de acotar, al menos para mi escaso nivel de conocimientos.
      Teniendo en cuenta la gran diferencia de masa entre la Tierra y la flecha, entiendo que cumpliéndose la conservación de movimiento, la energía se transferirá prácticamente por completo y de manera casi instantánea a la Tierra, elevando la temperatura desmesuradamente y transformando todos los materiales cercanos a la trayectoria de la flecha.
      Supongo que tendría efectos similares a los de una bomba de 10 megatones, lo que supone unas 500 veces más que las utilizadas en Hiroshima y Nagasaki. Una barbaridad, como la ya cometida con esas bombas.

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