Horas críticas

Otro mundo es (¡está siendo ya!) posible

Reseña de «Dignos de ser humanos», de Rutger Bregman

Esta es la reseña de un libro sin éxito, esta es la reseña de un libro escasamente reseñado. Esta es la reseña en 2023 de un libro editado en 2021. Esta es la reseña de un libro que no está escrito por una presentadora famosa ni ha pasado de la primera edición, esta es la reseña de un libro con 70 páginas de bibliografía. Toda esta derrota justifica, sin embargo, su mensaje, toda esta forma torpe y tardía de acercarnos como lectores a él redondea sus intenciones, prueba su hipótesis de la manera más certera. Susanna Griso 7 – Rutger Bregman 0. De esto justamente habla Dignos de ser humanos: de nuestro error de enfoque, al fin y al cabo, del intento de un nuevo realismo (sí, están leyendo bien, nada más y nada menos), de una revolucionaria (y sanadora) comprensión del ser humano, ese animal en el que, como dice el propio Bregman varias veces en el libro, «el mal es más fuerte pero el bien es mucho más frecuente».

«Dentro de mí hay una lucha despiadada entre dos lobos. Uno es malo, agresivo, avaricioso […] y el otro es bueno, tranquilo, amable […]. ¿Y cuál de los dos acabará ganando? El que más alimentes». El principal argumento de este ensayo de Rutger Bregman (Westerschouwen, Países Bajos, 1988), publicado en Anagrama, se puede resumir en esta parábola que el mismo autor nos aporta al principio del libro. Y la propia recepción de este mensaje también es muy definitoria de qué se nos quiere transmitir: como lectores/oyentes de esta parábola, ¿cómo de lejos o de cerca nos sentimos del mundo Mr. Wonderful, qué tipo de credibilidad, de potencialidad le otorgamos a su mensaje? Sin duda lo más esperable de nosotros, lectores del siglo XXI rodeados de telediarios, redes sociales, ensayos sesudos y distópicos cargados todos de mensajes trágicos, violentos y llenos de calamidades, es que nos sonroje esta forma inocente de acercarse, nada más y nada menos, a la naturaleza del ser humano (y tomen nota de esta característica exclusivamente humana, que es clave en el libro y que Bregman usa como representación esperanzadora de que todavía tenemos arreglo como especie: la capacidad de sonrojarnos) . No son buenos tiempos para la lírica, tampoco para el optimismo.

En sus más de quinientas páginas, Bregman nos ofrece ejemplos de todo tipo para que seamos capaces, nada más y nada menos, de dar ese salto «al otro lado brillante de la vida», de volver a creer en el ser humano en general y en nuestros vecinos en particular. Y para esto no escatima en datos, artículos de psicología, sociología, análisis pormenorizados de hechos históricos que arrastran una estela oscura que igual es hora de desmontar, y todo esto lo hace (algo poco habitual en este tipo de ensayos) acercándose de un modo respetuoso al lector, a nosotros, ávidos de cualquier mensaje esperanzador, dando todo el arco de pensamiento que se nos puede presentar cuando encaramos las revolucionarias historias que nos cuenta. Porque este libro está montado con historias y estas historias presentan todas sus aristas: las más evidentes, que suelen ser las que más se han narrado hasta incrustarse en nuestros cerebros receptores, pero también las menos transitadas, refutando hasta los que parecían mensajes más inmarcesibles. ¿El holocausto nazi? ¿El terrorismo? «Sí, también en este caso…», fórmula literal usada por Bregman para explicarnos que sí, que en cualquier conducta humana podemos rastrear hasta encontrar un núcleo esperanzador, un motivo que se acerque a una explicación, a un entendimiento, una sustancia última que aparece tras una capa a veces demasiado gruesa que nos ha impedido encontrar lo humano.

Hagamos un ejercicio para entenderlo mejor. Recuperen un vídeo en cualquiera de las redes sociales, Twitter para no ir más lejos, en el cual un periodista presenta a unos vecinos de un pueblo de Granada llamado La Peza, en cuyas afueras se está celebrando una rave que lleva funcionando casi una semana ya. Veamos el vídeo, como hace Bregman con todos y cada uno de los ejemplos de su libro, desde todos los puntos de vista posibles. Primero la mastodóntica cadena televisiva que manda al periodista, luego dicho periodista, más tarde el montador de la noticia, luego el espectador que lo recibe en su medio original, la televisión, más tarde ese espectador multiplicando su difusión al compartirlo en las redes y finalmente nosotros mismos clicando y opinando. ¿Qué intención llevaba la cadena? Probablemente el mismo que el último eslabón, nosotros abriendo el vídeo en Twitter y suponiendo que esos vecinos van a hablar de «jóvenes degenerados que tienen el pueblo patas arriba, sucios, drogadictos, etc.». A eso estamos acostumbrados y es lo esperable. Pero no, de repente nos topamos con un vídeo en el que varios vecinos expresan su envidia por no estar en la fiesta, explican que en el pueblo no han notado nada raro, alguna señora dice que su marido llevó a sus hijos allí porque querían ir y que había muy buen ambiente, etcétera, etcétera… Un momento, ¿no hay insultos? ¿No hay reprimenda? ¿No hay carnaza? ¿Ninguna muerte por sobredosis? Gracias al periodista y al montador, probablemente, hemos recibido la parte que habitualmente no recibimos de la realidad, ese otro «realismo» al que apela Bregman en su ensayo, ese ser humano más habitual estadísticamente que el que se nos presenta a diario en los medios. Que este vídeo sea un acontecimiento es muy sintomático. ¿Otro mundo es posible? Bregman nos cuenta que no, que «otro mundo está ya pasando pero nadie nos lo está contando». Y para esto el autor no duda en meterse hasta lo más profundo en esa eterna lucha de Rousseau versus Hobbes, en analizar el mismísimo El Príncipe de Maquiavelo, pero también nos ilustra sus teorías con otros argumentos menos esperables como por qué han calado los mensajes de El señor de las moscas o El gen egoísta y no otras historias más esperanzadoras pero infinitamente menos «vendidas».

El historiador Rutger Bregman, durante una charla TED de 2017. / Foto: Steve Jurvetson (CC BY 2.0)

La estructura del libro, muy dinámica y bien trenzada, también ayuda a que como lectores vayamos creyéndonos página a página que ese realismo menos nocivo es una posibilidad. Títulos como «Un nuevo realismo», «El coronel Marshall y los soldados que no querían disparar», «Un té con terroristas» o «Por qué hay gente buena que hace cosas malas» son anzuelos tras los cuales vamos a encontrar una lúcida, sólida y sencilla exposición de hechos que nos resultarán inspiradores y, en la mayoría de los casos, revolucionarios o incluso escandalosos. Cabe destacar además la lista de nombres propios que nos llevamos leyendo este libro, la oportunidad que nos da de conocer a personas escasamente populares que han demostrado que otro mundo «ya está siendo» y cuyas experiencias han sido ignoradas o malinterpretadas o incluso tergiversadas u ocultadas adrede, porque simplemente no eran el «negocio adecuado». Frente a Musk, Putin o Trump, nos iría mejor si eligiéramos a Jos de Blok, Bertrand Russell, C. T. Sørensen y, ojo, el top de lo revolucionario, al mismísimo Jesús de Nazaret. En definitiva, menos Churchill y más Mandela. Para colmo de nuestra exasperación como lectores escépticos de todo lo que pueda sonar a buenismo, el autor nos regala un decálogo final que resume los «mensajes para llevar a casa». No se los pierdan.

Y si pese a toda la cintura explicativa que Bregman ofrece en todas y cada una de las historias analizadas, si pese a toda la bibliografía y toda la entereza de cada párrafo creemos que igual lo que nos cuenta está tergiversado para tragarnos su rocambolesca hipótesis de que el ser humano no es ese oscuro dueño del mal que nos cuentan los telediarios y los empresarios que mueven los hilos del mundo, incluso si pensáramos (quizá todavía faltos de entrenamiento en el optimismo, es lo primero que nos sale como respuesta) que todo el libro no es más que pura y dura ficción, pura y dura exageración, incluso así su cuento nos podría servir de inspiración para ser capaces de llevar a cabo ese difícil ejercicio de dirigir nuestra mirada hacia ese lobo «bueno, tranquilo y amable» que necesita ser alimentado, que ya está siendo alimentado pero tal vez nadie nos lo ha contado bien todavía.

 


 DIGNOS DE SER HUMANOS 
Rutger Bregman
Traducción de Gonzalo Fernández
ANAGRAMA
(Barcelona, 2021)
528 páginas
22,90€

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