Es de suponer que ayer tarde a los malagueños la voz de Fernando Simón le sonó al Himno de la alegría. Gracias a su «buena evolución», esta ciudad, la más castigada de Andalucía por el coronavirus, pasará, junto a Granada, a la anhelada Fase 2. Es de esperar que poco a poco la urbe vaya recuperando su natural alegría y el pulso cultural que la viene caracterizando en los últimos años, gracias la apertura de un insólito número de instituciones que se sumaron a la oferta precedente, ya en sí notable gracias al CAC y al Museo Picasso.
Entre estos centros del arte llegados a su costa, el Thyssen, ubicado en el corazón de la ciudad, ha logrado gracias a su apellido y su apuesta hacerse un hueco prioritario en el imaginario de aquellos que contemplan la visita a la capital. En esa apuesta destacaba esta temporada la muestra Toulouse-Lautrec y el circo, que acaba de reabrir al público. En ella, el espectador puede saludar la genialidad del artista que mejor ha representado el desenfreno, la euforia y el jolgorio de la belle époque, un pintor que, como Oscar Wilde, estaba seguro de que el arte debía despojarse de todo juicio moral para ser deliberadamente humano. Esta idea cargada de honestidad y ternura la aplicó el francés a la hora de representar la bohemia de los cafés-conciertos, los cabarets, los teatros… y también el circo, que es el objetivo de la exposición que funciona como un complemento perfecto a Arlequín, la muestra que su vecino, el Museo Picasso, dedica a esta figura en la obra del padre del cubismo.
«Fascinado por la bohemia parisina, Toulouse-Lautrec estaba seguro de que el arte debía despojarse de todo juicio moral para ser deliberadamente humano»
En este proyecto expositivo brillan 46 obras en las que el rey del cartelismo muestra su asombro ante un universo de cancanes, domadores, amazonas, payasos y equilibristas, una serie de personajes que observa como a seres de otro mundo y que representa con su característico trazo incisivo, su aprecio por los colores sencillos y su insólita reunión de lo rotundo y lo sutil, lo arrebatado y lo delicado.
Creadas en 1899 y editadas tras su muerte, las pinturas recogen la historia «bellísima, de superación y creación» del artista, según explica comisaria de la muestra, Lourdes Moreno, que también destaca de la serie la innovación que el pintor invocó a la hora de seleccionar sus insólitos encuadres, próximos a otras artes, como la fotografía y el grabado japonés, un trabajo fluido, vanguardista y de diseño elegante que se adelanta al modernismo.
«El pintor utilizó esta serie para demostrar en el sanatorio en el que estaba ingresado que era capaz de volver a la calle y a una vida normal»
En el plano biográfico, señala la comisaria, destaca el hecho de que Toulouse-Lautrec utilizó esta serie para demostrar en el sanatorio parisino en el que estaba ingresado que podía regresar a una vida normal. Sin embargo, explica Moreno, un año después de su vuelta al mundo exterior, falleció a la temprana edad de 36 años. Tras su muerte, fueron su madre y su amigo Maurice Joyan quienes dieron a conocer esta obra para cuya reproducción se utilizó la técnica de goma bicromatada, que permitió observar el trazado de las líneas que creó el propio artista, incorporar el color y lograr de esta manera la sensación de estar contemplando sus trazos originales. Esta serie que ahora exhibe el Thyssen de Málaga, procedente de la colección Jean Pierre Gimbergues, aúna, pues, un hito a nivel artístico por su innovación, pero también una historia humana, el canto del cisne de un artista que pasó a la historia por ser uno de los creadores que ayudó a alumbrar la modernidad.
Toulouse-Lautrec y el circoMarina Planas Comisariada por Lourdes Moreno Museo Carmen Thyssen Málaga Del 21 de febrero al 13 de septiembre de 2020 |
VISITA APTA PARA: Funambulistas y amazonas que ansiaban volver a la bohemia de las calles y los bares.
VISITA NO APTA PARA: Payasos sin gracia ni apego alguno por la belleza.