Un escritor que se hacía pasar por dibujante. Un dibujante que se convierte en director de cine, adaptando una obra del primero: La famosa invasión de los osos en Sicilia. Con ese mismo título se estrena en salas el próximo 28 de febrero la película, presentada en Cannes y ganadora de dos premios en el Festival de Sevilla, de Lorenzo Mattotti. Reputadísimo ilustrador e historietista, ganador de un Premio Eisner, y portadista habitual publicaciones como The New Yorker, Le Monde, Vanity Fair y Vogue, Mattotti ha debutado como cineasta a los 65 años.
El pasado mes de noviembre, Gallo Nero reeditó en nuestro país el libro de Dino Buzzati en el que se basa: un precioso volumen en el que destacan las ilustraciones del propio autor. Considerado una de las figuras imprescindibles de la cultura italiana del siglo XX, Buzzati (1906-1972) escribió La famosa invasión de los osos en Sicilia en 1945, habiendo ya firmado sus títulos más populares (Bàrnabo de las montañas y, sobre todo, El desierto de los tártaros). La fábula partió de un encargo para la revista infantil Corriere dei Piccoli, suplemento del diario Corriere della Sera –en el que colaboró desde los 22 años hasta el final de sus días–.
Mattotti: «Me interesé por Buzzati siendo joven, sobre todo por sus escritos más visionarios y extraños»
Mattotti se interesó por Buzzati siendo joven, aunque no debido a esta obra, sino “sobre todo por sus escritos más visionarios y extraños”, explica a MERCURIO. No mucho antes de morir había escrito Poema en viñetas (1969), cuando Mattotti apenas tenía 15 años: “Me resultó curioso que un escritor famoso como él se pusiera a hacer una historieta. Desde entonces, me he sentido influenciado por su manera de crear ese mundo misterioso, de narrarlo y dibujarlo”. Dos autores –italianos, aunque eso casi no importa– conectados por la creación artística y lo que se podría resumir en ese misterio que nombra Mattotti.
Capítulo primero: la historia
“Ahora, naturalmente, no nos creeréis, diréis que son historias, que estas cosas solo pasan en los libros y cosas por el estilo”
La famosa invasión… comenzó como una serie de dibujos que Buzzati empezó a hacer sin tener muy claro hacia dónde iría aquello. El texto nace de los dibujos, y no al revés. Esto explica el protagonismo que adquieren, acompañados incluso con pies de foto. Periodista de sucesos a lo largo de tres décadas, Buzzati parece mirar el mundo como cronista, incluso el de ficción.
Ninguna sinopsis puede resumir los matices de este relato que perdura durante varios días en el subconsciente. Las más habituales anuncian las peripecias de un pueblo de osos, dirigidos por su rey, a partir del secuestro del hijo de este por parte de unos cazadores. Los osos bajan desde las montañas hasta las llanuras y, tras enfrentarse al ejército del Gran Duque de Sicilia, conquistan la capital y empiezan a vivir como los hombres. Una fábula en la que hay quienes han visto simbolizados el contexto de la II Guerra Mundial, los sistemas comunista/capitalista, el paso de la infancia a la edad adulta… Lo cierto es que no caben interpretaciones inequívocas en el libro de Buzzati, quien decía sobre su obra que nunca tuvo “intenciones mesiánicas”. Importa más lo que sugieren las imágenes.
«Una fábula en la que hay quienes han visto simbolizados el contexto de la II Guerra Mundial, los sistemas comunista/capitalista, el paso de la infancia a la edad adulta…»
Mattotti parece haberlo entendido a la perfección y no cae en la tentación de establecer paralelismos fáciles. Más bien se decanta por la sencillez y honestidad del original, introduciendo en el guion elaborado junto a Jean-Luc Fromental y Thomas Bidegain –habitual colaborador de Jacques Audiard– apenas unos pocos cambios, entre los que destaca el añadido como narradores del juglar Gideone y su hija Almerina (nombre de la que fuera esposa de Buzzati). No ha sido la primera vez en que Mattotti ha puesto en relación literatura y dibujo: en 1992 dio a luz la que se considera primera novela gráfica italiana, L’umo alla finestra. Obra en blanco y negro, lejana en este sentido a la que ha sido su seña de identidad en las últimas décadas.
Capítulo segundo: el color
“Una tormenta de plomo, la nieve se enrojece. ¿Quién cavará la fosa para tantos muertos?”
Si a Mattotti se le considera un genio es, sobre todo, por su maestría cromática. También en su primera película como director, el color es una forma de expresar, de dar forma a sentimientos y emociones; por tanto, de narrar. “¡No tengamos miedo del color!”, repetía Mattotti a menudo durante el proceso de creación, de seis años. El contraste y el componente poético de la imagen los aporta el juego de formas y luces: ocho personas del equipo de animación se dedicaron solo a las sombras.
«¡No tengamos miedo del color!”, repetía Mattotti a menudo durante el proceso de creación, de seis años»
El color en la escritura de Buzzati se deriva de un estilo que no se nota, pero está. “No soy capaz de contarlo de otra forma”, dice el narrador en La famosa invasión…, y así parece justificar la depuración narrativa que se esconde en este relato infantil. Del mismo modo, el libro de Buzzati a veces pareciera concebido para el cine, con una narración por momentos muy directa y visual: “Mirad en los ojos del rey y os daréis cuenta de que no es feliz”.
Capítulo tercero: el paisaje
“Lástima, empero, que no haya como antes, vientos, tormentas, hielo, piedras, espinas y un cielo oscuro, ¡pero vivíamos con el corazón contento!”
Uno de los aspectos que más llaman la atención de su adaptación al cine es el tratamiento espacial, con grandes vacíos y zonas de aire visual que evocan películas como Lawrence de Arabia. Formado como arquitecto, Mattotti conviene en la influencia que esas ideas sobre composición y perspectiva han tenido en el film: “Queríamos trabajar con las posibilidades de la pantalla cinematográfica, de ahí el interés en crear grandes panorámicas y paisajes; algunos ficticios, porque estamos en el terreno de la fantasía”. El dibujante lombardo ya destacó conjugando recursos de otras disciplinas creativas en el Grupo Valvoline de Bolonia, que cambió las reglas del cómic europeo en los primeros años 80.
“También en los dibujos de Buzzati a menudo tenemos a pequeños personajes perdidos en espacios enormes, desiertos, valles…”, señala el dibujante
“También en los dibujos de Buzzati a menudo tenemos a pequeños personajes perdidos en espacios enormes, desiertos, valles…”, señala Mattotti, recalcando la continua conversación que mantiene su película con la obra del escritor nacido en Belluno. Esta población, situada a la sombra de los Dolomitas, es quizá otra de las claves en el paisaje retratado por Buzzati. “Las montañas en él son importantísimas”, asegura Mattotti. “Representan su lugar poético, el desafío, el misterio”. De nuevo el misterio. Pero no solo las montañas: “También los árboles, el viento, el bosque, son personajes de sus historias”.
Capítulo cuarto: la naturaleza
“Abandonad esta ciudad donde habéis encontrado riqueza, pero no la paz del alma”
La naturaleza aparece a menudo en la obra de Buzzati con una potencia incontrolable, capaz de demoler la presunción humana. Pero también le atribuye una cierta pureza, que en La famosa invasión… viene representada por el retorno de los osos a su lugar de origen, alentados por su rey en un memorable parlamento: “¡Con lo felices que éramos en aquellas solitarias cavernas abiertas a todos los vientos! ¡No como en estos melancólicos edificios llenos de polvo y de escarabajos!”.
«Cuando estoy en la naturaleza por un periodo largo, siento un diálogo con ella. Ahí hallo unos valores que no logro encontrar en ningún otro sitio, por desgracia”
La relación entre naturaleza y civilización siempre ha interesado a Mattotti, que antes de esta película ya había alabado su tratamiento en cineastas como Tarkovski, Herzog y Coppola. “Para mí la naturaleza siempre ha sido un manantial de inspiración, aunque me considero un ser muy urbano”, comenta el ilustrador. “En realidad, también me resulta aterradora; por ejemplo, al mar o a las tempestades les tengo mucho miedo. No soy ningún aventurero, pero cuando estoy en la naturaleza por un periodo largo de tiempo, siento un diálogo con ella. Quizás en la naturaleza encuentro aquellos valores que no logro encontrar en ningún otro sitio, por desgracia”, concluye.
Capítulo quinto: lo humano
“Y además inteligente, aunque sin exagerar”
En el arte, el peso de la naturaleza no tiene por qué traducirse en naturalismo. Para preparar su largometraje, Mattotti hizo ver a sus colaboradores cuadros de Fra Angelico y Giotto: “Me interesaba la manera sintética con la que estos pintores trataban los paisajes en su obra. Trabajaban con la abstracción y con un tipo de arte gráfico, se podría decir, en el que nos hemos inspirado”. Las referencias al Renacimiento han sido frecuentes en la obra de este dibujante al que, como Buzzati, podría considerarse un hombre renacentista. No solo por el hecho de abarcar campos creativos diversos, sino por su humanismo: ambos han sabido profundizar en la naturaleza humana, sus luces y sombras.
En estas últimas cabría encuadrar la presencia de la violencia, la crueldad y el miedo en ambas versiones de La famosa invasión…, sin que en ello pese su carácter infantil. También la aparición de la muerte en forma de fantasmas, aunque los osos no les temen y hasta acaban bailando con ellos. La figura del oso (y de las bestias en general) fue objeto de fascinación para el propio Buzzati a lo largo de su carrera. En este relato, por momentos parece concederles un carácter más noble –y, por tanto, esperanzador– que el de los humanos pero, en su antropomorfización, termina por dejarse notar el poso desilusionado y fatalista del escritor veneciano.
Capítulo sexto: la infancia
“Estamos tristes. Partimos hacia tierras misteriosas».
“Dino no quería tener niños para no oprimirlos con sus tormentos interiores”, recordaba hace unos años su viuda Almerina en una entrevista para el semanario Oggi. Lo que no quiere decir que no le gustaran: La famosa invasión de los osos en Sicilia tuvo su origen en una historia que Buzzati inventó para entretener a sus sobrinas. No habiéndose aventurado antes en la literatura infantil (“gustar a un niño es algo dificilísimo”, diría), con esta fábula logra mantenerse fiel a sí mismo como autor.
Lo mismo puede decirse de la película de Mattotti, quien sí había realizado antes adaptaciones ilustradas de libros infantiles como Pinocho o Hansel y Gretel, pero también de relatos como El cuervo de Poe; obras no tan ajenas entre sí, en las que ha dejado su impronta. “Al crear para este público específico, siempre he buscado conectar con su mundo, aunque más bien suelo pensar en mí cuando era niño”, reconoce. Con La famosa invasión…, Mattotti quería transmitirles una obra importante (quizá tanto como las antes mencionadas) que estaba cayendo en el olvido. “Si resulta ligera y dulce es porque he intentado dirigirme a los niños, pero creo que ha sido algo positivo para la película. Si hubiese hecho la historia para mí, no me habría empeñado en darle luminosidad. Yo soy mucho más inquieto, tenebroso, dramático”. Pero ni Buzzati ni él la hicieron para ellos mismos, y lo que nos queda es la generosidad de una obra sin fin.
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