En la exposición Máquinas de Ingenio. Jakintzen bidegurutzean presentada en Tabakalera en 2023, el proyecto Exografías de la artista Amaia Vicente destacó como un ejemplo fascinante de la convergencia entre arte, ciencia y tecnología. La obra, desarrollada en colaboración con el centro tecnológico Tekniker y Gogoa Mobility Robots, se centra en el uso terapéutico de exoesqueletos, dispositivos robóticos diseñados para asistir al movimiento corporal. Este proyecto no solo explora la interacción entre la artista y la máquina, sino que también plantea cuestiones fundamentales sobre el cuerpo humano, la neuroplasticidad y las implicaciones de la tecnología en la redefinición de los límites corporales.
Exografías arranca de la experiencia profundamente personal para Vicente tras ser diagnosticada con esclerosis múltiple en 2002. Esta enfermedad neurológica crónica, que afecta las capacidades motoras y sensoriales, ha sido un catalizador para su investigación artística, que se centra en los desafíos físicos a los que tienen que enfrentarse las personas con movilidad reducida y cómo la tecnología puede ofrecer soluciones, pero también generar nuevas preguntas sobre la identidad corporal. El exoesqueleto, utilizado como herramienta terapéutica y creativa, le permite a la artista explorar los límites entre el cuerpo humano y la máquina, entre lo natural y lo artificial.
En el corazón del proyecto se encuentra una instalación que combina innovación técnica avanzada con arte contemporáneo. La pieza incluye un exoesqueleto en constante movimiento, un holograma y un vídeo que documenta la interacción entre Vicente y la tecnología que le permite moverse. Estos elementos interactúan para generar una experiencia multisensorial que invita a los espectadores a reflexionar sobre la dependencia de la tecnología y cómo esta reconfigura nuestra percepción del cuerpo. A través del vídeo, realizado con gafas de realidad aumentada, los visitantes pudieron observar en detalle cómo el exoesqueleto guía el cuerpo de la artista-paciente, siguiendo patrones predeterminados por algoritmos que indican cuál es la «forma correcta de caminar». El exoesqueleto, diseñado para interpretar señales enviadas por los sensores de los pies, trata de corregir lo que se percibe como debilidad o desequilibrio, una intervención que genera una reflexión crítica sobre los modelos corporales normativos.
El proyecto planteaba preguntas que se encuentran en la intersección de la ciencia, la ética y la política: ¿quién decide qué movimientos son «correctos» y cuáles no lo son? ¿Qué criterios definen la fuerza y la debilidad, la funcionalidad y la disfuncionalidad, lo saludable y lo enfermo? En el caso de Vicente, los exoesqueletos no solo son herramientas para mejorar su movilidad, sino también instrumentos para una reflexión crítica sobre la tecnología y el cuerpo. La obra propone un cuestionamiento sobre las categorías rígidas que tradicionalmente separan lo humano de la máquina y desafía las nociones preconcebidas de lo que significa tener un cuerpo «normal».
En el contexto de Tabakalera y su vinculación con la red internacional Creative Impact Research Centre Europe (CIRCE), Exografías forma parte de una serie de proyectos que buscan fomentar la colaboración entre artistas, científicos y tecnólogos para explorar nuevas formas de interacción entre arte, ciencia y sociedad. Tabakalera, en su rol de laboratorio creativo, ha promovido desde su fundación una serie de iniciativas que subrayan la importancia de la experimentación interdisciplinaria. En el ámbito de la investigación cultural, proyectos como Supraspectives (2020) y Clouds of Pollen (2022) han mostrado cómo el arte puede abrir nuevas perspectivas en el campo de la ciencia, desde el estudio de la física cuántica hasta la biotecnología. La consolidación de Tabakalera como referente europeo en este tipo de proyectos es visible en la manera en que colabora con actores como el Donostia International Physics Center (DIPC) y otras instituciones científicas de renombre.
Exografías no solo se centra en la relación entre humanos y máquinas, sino que también entra en un diálogo más amplio sobre la biotecnología, la privacidad y el uso de los datos biológicos. El proyecto invita a una reflexión sobre los límites de la intervención tecnológica en el cuerpo humano y las implicaciones éticas de esta interacción. En un mundo en el que los dispositivos robóticos, como los exoesqueletos, están cada vez más integrados en la vida cotidiana, es crucial cuestionar las motivaciones detrás de su diseño y uso. ¿Están estos dispositivos realmente pensados para el beneficio de los pacientes, o su desarrollo responde a intereses comerciales más amplios?
La ciencia ciudadana, un campo que busca involucrar al público general en el proceso de investigación científica, ha jugado un papel importante en la discusión sobre el uso de la tecnología en el ámbito de la salud. El uso de exoesqueletos en terapias neurofísicas, como en el caso de Vicente, plantea preguntas no solo sobre la mejora de la calidad de vida de los pacientes, sino también sobre la recolección de datos personales y la privacidad. Los sistemas de monitoreo que recolectan información sobre los movimientos y las respuestas del cuerpo durante las terapias abren un debate sobre la necesidad de proteger estos datos y garantizar que se utilicen de manera ética.
En esta línea, las prácticas de diseño colaborativo, basadas en la ética del código abierto y las metodologías do-it-yourself (DIY) y do-it-with-others (DIWO), ofrecen alternativas más inclusivas y transparentes para el desarrollo de tecnologías como los exoesqueletos. En lugar de depender exclusivamente de empresas comerciales y patentes restrictivas, el código abierto permite que la tecnología sea accesible a un público más amplio y que el conocimiento se comparta libremente. Estos principios también subrayan la importancia de involucrar a los usuarios en el proceso de diseño, garantizando que las tecnologías sean verdaderamente útiles y adecuadas para las necesidades de quienes las utilizan.
En el caso de Exografías, el enfoque colaborativo y experimental es clave para comprender el impacto de la tecnología en el cuerpo y la mente. La obra de Amaia Vicente no solo es una exploración de las posibilidades del exoesqueleto como herramienta terapéutica, sino también una crítica profunda a las narrativas hegemónicas sobre el cuerpo humano y sus limitaciones. En lugar de ver la tecnología como una solución que simplemente corrige lo que está «mal» en el cuerpo, Vicente la utiliza como una plataforma para replantear los conceptos de fuerza, debilidad, salud y enfermedad. Como nos recuerda la autora: «el cuerpo humano no es un objeto fijo, sino una entidad en constante transformación, influenciada tanto por nuestras experiencias como por las herramientas que creamos».