Ficción

¿Tiene fuego?

Mediodía. Regresas de tirar la basura. Ves las pequeñas manchas oscuras de las gotas de lluvia en el cemento frío, pero no las sientes cuando extiendes la mano y miras hacia arriba. Metes la mano en el bolsillo: aún quedan un par de cigarros en la caja. Olvidaste el encendedor. Te llevas uno a los labios mientras buscas. Pegado a una pared, sentado en una andadera, hay un hombre viejo que fuma. Te le acercas.

—Disculpe, ¿tiene fuego?

Te mira con los ojos entrecerrados.

—¿Que si tengo? Sí, sí tengo. ¿Tú tienes?

—No, yo no tengo. ¿Me da un poco?

—Claro… —te dice, mientras saca del bolsillo un encendedor rojo carmesí. Lo extiende hacia tu mano. La rueda está dura y pegajosa—. No vayas a robártelo, ¿eh?

Empieza la duda. Decides reírte y llevar la conversación a otro sitio.

—Para nada, es un mal hábito. Nunca me he robado uno y no planeo empezar hoy.

El hombre no sabe si reírse contigo. Devuelves el encendedor.

—¿Y otras cosas, no has robado?

Te resulta un poco más difícil reírte, pero lo haces.

—No, nunca. Soy honrado.

—Bueno, de los tuyos hay pocos.

Te sientes atravesado por unos segundos de silencio. El hombre termina de dar una calada especialmente extensa. La disfruta. Se extiende sobre su andadera y se relaja.

—Españoles también, pocos honrados. Sólo que en otros sitios hay más necesidad, hay más problemas. Si tienes hambre, te vuelves malo. Y si tus nietos tienen hambre, más…

—¿Usted es catalán?

—Sí, de aquí. De Poblenou. Aquí ya no hay de aquí, todos son de otros sitios. Muchos sudamericanos, andaluces. Vinieron cuando había mucha industria, pero se llevaron las fábricas a los polígonos y ellos se quedaron. Quedamos pocos de aquí.

—Yo llevo dos semanas aquí, en Poblenou. Antes vivía en el Raval.

—Mal sitio.

—¿Sí, por qué?

—Muchos problemas. Pobreza. Como en La Mina, con los gitanos. Mala gente.

Sabes que tienes la excusa del recién llegado, puedes preguntar cualquier cosa.

—Yo no sé qué es un gitano.

El hombre se alisa el cabello con la mano extendida.

—Cómo te lo explico… —El cigarrillo se le apaga.— Son una gente sin país.

La conversación sigue. Antes de terminarte el cigarrillo, le manchas el abrigo de ceniza por accidente. Él lo limpia, ríe.

—¿Ves que sí sois malos, ustedes?

Te disculpas.

Entras al ascensor de tu edificio. Notas que ya no dices elevador. Adentro hay un espejo. Te miras fijamente. Hace muy poco te cortaste el cabello, pero sientes que necesitas hacerlo de nuevo, pronto. Te das algo de pena. Todo desaliñado, las ojeras. El abrigo sucio.

En todos lados se te nota el país que te falta.

 


Con la colaboración del Máster en Creación Literaria de la BSM-UPF, dirigido por Jorge Carrión y José María Micó, quince años formando a escritores de España y América Latina. Más información aquí.

Leopoldo Orozco (Ensenada, Baja California, 1996) es autor del libro de minificciones En la cuerda floja (Reverberante, 2020), de la plaquette de ensayos Cinco autorretratos en ausencia (Fósforo, 2021) y del libro de poemas Relicarios (Medusa Editores, 2023). Ha obtenido el Premio Nacional de Ensayo Universitario Carlos Fuentes 2023. Actualmente cursa el Máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra.

4 Comentarios

  1. Pablo Cavalieri

    La frase final estremece

  2. Bravo!! Tu país te espera…

  3. Luis Alberto Lomeli Morales

    El polo es visitante en la tierra del caballero andante, los molinos lo están viendo pasar, los Sanchos lo leerán y exclamaran: sigue la semilla floreciendo. Dios ilumine tu paso

  4. «¿Ves que SOIS malos, USTEDES?» El autor da otra pista de que no es de ningún lado. Una excelente narración y, como señala otro lector (Pablo Cavalieri), el remate es perfecto.

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