El Gran Sol es el título de un proyecto fotográfico con el que Rita G. Rivera (Ferrol, 1990) ganó el I Premio Iridiscente y su publicación, en forma de fotolibro, por la Editorial Cántico. Es también el nombre de uno de los primeros hoteles turísticos de Alicante, tótem del desarrollismo franquista que aún hoy se contempla desde cualquier punto de la ciudad como «símbolo de un pasado aparentemente dorado y un presente en decadencia».
La comisaria independiente y crítica de arte Nerea Ubieto, integrante del jurado, valoró así la obra ganadora: «Es la imagen de un país en construcción permanente, de un quiero y no puedo. Vacíos que no se llenan y turistas que desbordan paisajes a medio hacer».
El Gran Sol se estructura a partir de los trayectos en moto que hacía su autora al restaurante donde trabajaba y en los que capta, en buena medida a través de ausencias, el pasado invisibilizado de Alicante como última ciudad republicana. Imágenes que reflexionan sobre la importancia de la arquitectura y el paisaje como elementos de identidad, en una labor de arqueología de la periferia, de ese «extrarradio de ventanas infinitas, rotondas, espacios comerciales y polvo» que describe en su prólogo Fosi Vegue, director de Blank Paper Escuela. Allí se formó Rita G. Rivera como fotógrafa tras haber estudiado bellas artes y mitología clásica, y tras haber descubierto esa vocación con el cine de Kiarostami y Jarmusch; la que la llevaría a «explorar narrativas más centradas en la intención que en la forma».
El libro de la autora ferrolana, que gana en matices narrativos por sus juegos de secuenciación, evoca un imaginario insólito y extrañamente familiar, reconocible en su extravagancia pero lejos del tópico frívolo, partícipe de su entorno y a la vez con distancia irónica. La escritora Sabina Urraca, también en el jurado, da la clave: «Rita G. Rivera nos señala la magia oculta en lo que no se tiene por mágico».
