Horas críticas

El camino oculto de las «desechadas»

Reseña de «Desechadas. Por qué China teme a la mujer empoderada», de Roseann Lake

«Nada más terminar el Año Nuevo chino, volví a la oficina de la cadena de televisión de Pekín en la que trabajaba para descubrir que mis compañeras, normalmente animadas, estaban de un humor de perros», con estas palabras Roseann Lake arranca el prólogo de Desechadas. Por qué China teme a la mujer empoderada (Altamarea, 2023). El motivo no tarda en desvelarse, en el párrafo siguiente, por una de las supervisoras de la cadena: «Están tristes porque están solteras y sin compromiso». Una justificación como mínimo inquietante, que podría dejar al lector confundido. Pero enseguida la autora se explica. Y es que a ella, una neoyorquina que vivió cinco años en Pekín, le sorprende muchísimo la inconsistencia que habita en sus compañeras chinas. ¿Por qué estas, que han conquistado tantos derechos y son tan brillantes en el ámbito laboral, en un país donde las mujeres poseen pocas libertades, se sienten obligadas a seguir un manual de estrategias en el ámbito personal? Esta coyuntura no solo la espolea a investigar durante tres años, sino que es la coordenada de la que parte para construir su narrativa.

Su libro salta de atrás hacia delante en la historia de China, reproduce conversaciones familiares íntimas que tienen mucho de pantanosas, desmantela mitos, aporta datos, traduce estudios, reproduce entrevistas, y así va y viene envuelto en un ardid narrativo que hace que respiremos aire fino y aire grueso. En este ensayo-crónica, Lake también se sirve de cuatro mujeres sheng nü o «desechadas», es decir, mujeres que han alcanzado cierta edad y todavía no han dado el «sí, quiero», para hacernos un tour de manera efectiva por una China que no es todo luces fluorescentes, como suele retratarse.

Ellas son Yanyan, Christy, Zhang Mei e Ivy, las cuatro mujeres independientes y empoderadas, así es como las define Lake, que procuran desasirse del destino aciago que asola a la mayoría de mujeres chinas. Pero, claro, zafarse de la tradición tiene sus consecuencias. Y es que muchas veces parecen sentir algo así como un resuello detrás de su nuca: el de unas costumbres rígidas y grises que pretenden ensombrecerlas, y que toman forma a través de la voz de su madre. Lejos de convertir su relato en una tragedia continua, también se puede ver en ocasiones a la periodista Lake como una protagonista más para ofrecernos algarabías divertidísimas. Como cuando aconseja a una de ellas descargarse la app de Taobao.com para alquilar un novio en el Año Nuevo chino y actuar ante su madre. Es en momentos como este cuando vemos a una autora entregada e inquieta por resolver la cuestión que la acecha, por qué China teme a la mujer empoderada, y zambullirse de pleno en la búsqueda de esa respuesta, a la que también se une el lector en una especie de simbiosis repentina.

La primera que aparece en escena es Christy. Esta le cuenta a la autora que un día se sentó a la mesa a desayunar y descubrió que su madre le había preparado un bol con sus fideos favoritos con dos ingredientes de más: salchichas y huevos duros. Rápidamente se dio cuenta de la intención que había detrás: el ferviente deseo de la madre de que su hija consiguiera una buena puntuación para el examen de ingreso a la universidad china. De ahí Lake tira del hilo para pasar a hablarnos sobre la política de un solo hijo de China de 1979 y las secuelas catastróficas que ha dejado en la actualidad. La presión que sienten las hijas de aquellos padres que decidieron no abortarlas (al solo poder tener un hijo, la mayoría esperaban hasta el varón), como es el caso de Christy, se revela abrumadora.

Y si de presiones paternales hablamos, a Christy le sigue Zhang Mei, quien parece tenerlo siempre todo muy claro, menos cuando el Año Nuevo chino se acerca y debe volver a confrontar a su progenie y a los vecinos que la han visto crecer. Como vemos, el deber, el deseo, la culpa, la libertad y la tradición conviven, de una forma u otra, con mayor o menor intensidad, en las cuatro protagonistas. Y las tensionan.

Luego está Ivy, a quien la autora describe como a las clásicas femmes fatales: «Exhala el humo del tabaco con un aire autoritario»; «Las piernas de Ivy son un verdadero enrejado por el que sería todo un reto que trepase cualquier planta, aunque dudo que le hubieran granjeado unos beneficios tan espectaculares si no hubiera sido por la magistral inteligencia que tiene y la determinación de acabar viviendo en un escalafón social de un nivel estratosféricamente más alto que en el que nació»; «Pocas veces sonríe, aunque escucha con atención y con una intensidad silenciosa». Ella es la espuela que sirve para que sepamos de las actividades extramaritales en China que, al parecer, son muy comunes. Tanto que, en una entrevista que Lake hace a un tal doctor X, un tipo cuyas aportaciones son la mayor parte de las veces machistas, le confiesa que «si un hombre en China no tiene una amante, es porque su situación económica no se lo permite. Y si un hombre de mucho éxito no tiene una amante, su mujer se quedará desconcertada y se preguntará por qué no la tiene».

Y después llega June Ma, que vendría a representar el ejemplo perfecto de los obstáculos que encuentran las mujeres chinas con estudios superiores cuando buscan a alguien para casarse. Aquí la autora nos pone en contexto citando literalmente frases que ha escuchado decir a algunos hombres chinos de hoy: «Nos gusta que nuestras mujeres sean como los yogures naturales para que podamos darle el sabor que queramos»; o bien: «No necesito mucho para mantenerla y tampoco tiene ideas propias. Me gusta porque es fácil de llevar». Así las cosas, a June le resulta difícil encontrar un compañero con quien pasar la vida porque tiene demasiada formación. «A medida que los países avanzan hacia una distribución educativa más equilibrada entre ambos sexos […], la prevalencia de la hipergamia tiende a disminuir». Y eso, claro, no le gusta al hombre chino que compara a la mujer con un lácteo.

Roseann Lake. / © Maya Reid

En los siguientes capítulos, Lake hace una investigación exhaustiva sobre los derechos que a China todavía le quedan por conquistar, aunque afirma que el país «está en camino» de conseguirlo. Después de estar tres años excavando información, concluye afirmando que las mujeres «desechadas», y nadie más, son el motor de aquella sociedad, el futuro. Que, de hecho, su país no debería temerlas porque son la solución. En sus palabras, «a nivel nacional, estas mujeres son la única fuerza y la más poderosa que impulsa a China hacia un futuro nuevo, pero en términos más amplios, son las protagonistas de una historia global cuyas protagonistas son mujeres jóvenes ambiciosas con nuevos planes de vida y nuevas expectativas […]. Ellas tienen la clave para equilibrar la economía y reducir la pobreza, la mortalidad infantil, la violencia doméstica e incluso el hambre». Y todo esto lo desgrana y lo explica avalada por números y de un modo emocionante. Sin dormirse en ningún momento, ni tampoco dejar que el lector lo haga.

De esta lectura se sale con la misma sensación de quien vuelve a su casa tras varios viajes. Con un poco de jet lag, de éxtasis y de abatimiento. Con la sensación de que, en el fondo, todos los cielos son (o han sido) parecidos, y en todos hay quienes son apartados de ellos.

 


 DESECHADAS. POR QUÉ CHINA TEME A LA MUJER EMPODERADA
Roseann Lake
Traducción de Mari Carmen Boy
ALTAMAREA
(Madrid, 2023)
312 páginas
20,90 €

Un comentario

  1. Me ha encantado la interpretación de la autora sobre cómo Lake narra el libro

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