La Taberna Flotante

Uno y trino

Taberna Flotante #22

Motoko Kusanagi, la cíborg de «Ghost in the Shell» (2017), de Rupert Sanders. / © DreamWorks SKG

No era frecuente que Doc Frankenstein se dejara ver por la Taberna Flotante, y menos aún en compañía de su siniestro ayudante, un enano de aparatosa joroba y ojos saltones que respondía —cuando respondía— al nombre de Cuasitodo.

— ¿Qué trae por este antro a un abstemio militante y a su fiel cíborg? —le preguntó el tabernero cuando Doc se acercó a la barra.

— No es un cíborg, sino un orco —replicó Frankenstein atusándose el revuelto cabello, de un gris amarillento.

— ¿Un orco?

— Un cíborg es un org-anismo cib-ernético, mientras que un orco es un co-mputador or- gánico —explicó Doc separando con énfasis las sílabas significativas.

— ¿Dónde está la diferencia?

— En la identidad. Un cíborg es un humano, u otro animal, con prótesis mecánicas. Un orco es una máquina con prótesis biológicas.

— ¿El cuerpo de Cuasitodo es una prótesis?

— Sí. Una gran prótesis al servicio del supercomputador alojado en su joroba. Lo importante no es el tamaño ni la proporción, sino quién está al volante. Piensa en los cíborgs clásicos: Robocop, Alita, Kusanagi… En muchos de ellos la mayor parte es mecánica. Por no hablar de la nave que cantaba: un cerebro de mujer que pilota una astronave. Recíprocamente, Cuasitodo es un cerebro electrónico que pilota un cuerpo humano.

— ¿Hay precedentes de… orcos, aunque solo sea en la ficción?

— No muchos, y ninguno tan extremo, que yo sepa; por eso algunos me llaman Adar, padre de los orcos, jeje… Está el ordenador que se funde con un hormiguero en la novela Terrible ángel, o aquella historia del androide caníbal que devoraba cerebros humanos para ampliar su memoria…

En aquel momento se acercó Cuasitodo, que había estado deambulando entre las mesas, y dijo:

— No está aquí, y nadie lo ha visto.

— ¿Tú tampoco has visto a Arno? —le preguntó Doc al tabernero— . Necesito hablar con él.

— ¿Con cuál de los tres?

— Así que lo has visto… No son tres Arnos, es uno con tres cuerpos.

— Tres personas y una sola naturaleza… Me suena a mitología del siglo XX.

— Mitología universal y de todos los tiempos. Brahma, Visnú y Shiva; Isis, Osiris y Horus; Júpiter, Juno y Minerva; Padre, Hijo y Espíritu Santo… Tenemos dos hemisferios cerebrales conectados por un cuerpo calloso. Somos a la vez uno y trino, y puesto que creamos a los dioses a nuestra imagen y semejanza…

El doctor Frankenstein tenía la costumbre de dejar las frases sin terminar, como si las conclusiones tuvieran que caer por su propio peso.

— Ahora lo entiendo… Como Arno tenía el cuerpo calloso invadido por el tumor y sus hemisferios cerebrales estaban desconectados, la cosa verdosa lo percibió como un conjunto de tres individuos e hizo un cuerpo para cada uno.

— Así es. ¿Te das cuenta de lo que un neurocirujano y psicólogo genial como yo puede aprender de ese ser ternario?

— Pero sin diseccionar a ninguno de los tres Arnos, ¿eh, Doc?

2 Comentarios

  1. No me había dado cuenta de esa «trinidad implícita» en nosotros que coincide con trinidades históricas humanas y no celestiales, hemisferio izquierdo, derecho y cuerpo calloso. Será por este último, evocador de algo en desuso, obtuso o inútil que lleva a considerar solamente a los otros dos. Tal vez su misión sea algo más que conectar hemisferios «prácticos», útiles para la vida. Muy bueno, Carlo.

  2. Gracias, ER. El mérito es de mi compañera, que es neuropsicóloga y me cuenta historias fascinantes y terribles. La última frontera no está en el espacio exterior, sino en el interior.

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