La Taberna Flotante

La fase última o primera

Taberna Flotante #14

Un fotograma de «Encuentros en la tercera fase» (1977), de Steven Spielberg. / © Amblin Entertainment

Un mes después de su primera visita de aquel ciclo, el veterano astronauta que se hacía llamar Ijon Tichy entró una tarde en la Taberna Flotante y se acodó en la barra con expresión ausente.

— Tienes mala cara —dijo el tabernero mientras le servía una jarra de cerveza azul.

— Yo diría que tengo muy buena cara para ser un cadáver ambulante —replicó Tichy agarrando la jarra con ambas manos, como si temiera que pudiese escaparse.

— Pues has venido al lugar adecuado. Mi birra tiene fama de resucitar a los muertos.

— No bromeo, amigo… Tal como dije, fui a la franja ecuatorial en busca de una charca en la que aclimatar la fracción del océano pensante que traje del planeta al que, en honor a Lem, llamaremos Solaris. Ya sabes que esas charcas a las que eufemísticamente llamáis oasis no abundan, y antes de que diera con alguna mi viejo deslizador se averió y me dejó tirado en mitad de la nada. Por suerte acabé encontrando un campamento minero; pero antes estuve vagando varios días, no recuerdo cuántos, por un desierto pedregoso. Y cuando se acabó mi escasa provisión de agua… me lo bebí.

— ¿Te refieres a…?

— Sí. Con la cabeza abrasada por los dos soles, habría bebido pis de camello, si hubiera camellos en este maldito planeta. Me lo bebí todo, de un trago… Y ahora se ha adueñado de mí.

— Pero sigues siendo tú. ¿Por qué dices que eres un cadáver ambulante?

— Mi yo, mi consciencia… se está hundiendo poco a poco en el mar que me he tragado. Es un encuentro en la última fase.

— ¿Qué quieres decir?

— En la vieja Tierra clasificaban los supuestos encuentros con extraterrestres por fases, numeradas en orden creciente según el grado de proximidad. Los encuentros en la primera fase eran meros avistamientos de objetos voladores no identificados, los llamados ovnis, ufos o platillos volantes. Los encuentros en la segunda fase implicaban la evidencia de un aterrizaje o de efectos físicos de diversa índole, como que los motores dejaran de funcionar en las cercanías del ovni o que los testigos quedaran momentáneamente paralizados. En la tercera fase había encuentro propiamente dicho, es decir, se llegaba a ver a los extraterrestres… Es fácil imaginar cómo sigue la progresión: contactos físicos, abducciones, experimentos biológicos, relaciones sexuales, gestación de híbridos… Y la última y definitiva fase es la posesión del humano por el alienígena.

— En la novela de Lem, el océano inteligente no se muestra hostil hacia los astronautas terrestres —dijo el tabernero tras una pausa—. Al contrario, se podría pensar que intenta agasajarlos, ofrecerles regalos. A lo mejor, ese fragmento de… Ogenos, como tú lo llamas, quiere establecer una relación simbiótica contigo. Puede que no sea la última fase, sino la primera de algo nuevo. Puede que acabes teniendo superpoderes, o volviéndote inmortal.

— Me temo que el único inmortal es… ello —repuso Tichy llevándose la mano al vientre, como si allí estuviera alojado su supuesto huésped—. Yo solo soy un vehículo defectuoso, como el viejo deslizador que me dejó tirado en el desierto.

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