La Taberna Flotante

La ciudad rosa y roja

Taberna Flotante #11

Antes de marcharse, Casandra, la narradora oral terrestre, les contó a los parroquianos de la Taberna Flotante una última historia:

La Ciudad Roja se erguía solitaria en medio de la inmensa llanura. Sus habitantes no conocían otra población, y los Libros Sagrados afirmaban que la Ciudad Roja era la única del mundo; aunque, según algunos exégetas, en algunos pasajes se aludía a una enigmática Ciudad Rosa que era la primera en ser bañada por el sol naciente. Los más ortodoxos interpretaban estos pasajes como alusiones poéticas a su propia ciudad; pero, para disipar toda duda, se resolvió mandar una expedición en busca de la hipotética Ciudad Rosa.

Los clanes más belicosos olvidaron sus rencillas y se aliaron para formar un gran ejército que partió hacia levante. Y al cabo de cien años sus descendientes llegaron a la Ciudad Rosa, la tomaron y la saquearon. Luego emprendieron la marcha en sentido contrario, hacia poniente, para regresar a la Ciudad Roja con la buena nueva del hallazgo y conquista de la Ciudad Rosa.

Al cabo de cien años, los descendientes de los conquistadores hicieron su entrada triunfal en la Ciudad Roja, donde se enteraron de que esta había sido saqueada cien años antes por un poderoso ejército llegado de poniente, que decía proceder de una ciudad más roja. Tras el saqueo, los invasores se habían marchado por donde vinieran.

Al parecer, había otras dos ciudades en el mundo: la Ciudad Rosa y la Ciudad Más Roja.

Sin pérdida de tiempo, los curtidos expedicionarios organizaron un nuevo ejército y partieron hacia poniente para vengar la afrenta recibida de la Ciudad Más Roja. Al cabo de cien años sus descendientes la hallaron, la tomaron y la saquearon, y regresaron a la Ciudad Roja con la buena nueva.

Cuando, cien años después, los descendientes de los conquistadores de la Ciudad Más Roja llegaron a la Ciudad Roja, se enteraron de que esta había sido tomada y saqueada cien años antes por un ejército procedente de levante. Se dedujo que había sido una expedición de represalia enviada por la Ciudad Rosa y se planeó su destrucción definitiva. Pero ¿y si, mientras el ejército de la Ciudad Roja partía hacia la Ciudad Rosa, los resentidos habitantes de la Ciudad Más Roja enviaban a su vez otra expedición?

Vinieron a complicar este dilema las heréticas declaraciones de un viejo filósofo, que sugirió la posibilidad de que el mundo no fuera plano, sino esférico, y de que la Ciudad Roja, la Ciudad Rosa y la Ciudad Más Roja fuesen la misma.

«Al cabo de cien años —argumentaba el sabio—, los descendientes de los primeros expedicionarios que partieron hacia levante completaron la vuelta al mundo, volvieron al punto de partida y creyeron haber llegado a la Ciudad Rosa (ya que nuestra urbe es en realidad de un rojo rosado, y como no la habían visto nunca, la imaginaban de un rojo vivo). Conquistaron su propia ciudad de origen y dijeron que procedían de una ciudad más roja. Luego partieron hacia poniente, de regreso a donde creían que estaba la Ciudad Roja, iniciando otra vuelta al mundo en sentido contrario, y sus descendientes llegaron, al cabo de cien años, de nuevo a nuestra ciudad. Entonces les refirieron el ataque del ejército de la Ciudad Más Roja, que no era otro que el de sus antepasados, que creían haber hallado la Ciudad Rosa, que en realidad…».

El sabio fue condenado al ostracismo por herético y antipatriótico (había subestimado la viveza del color de la ciudad), y por fin se decidió enviar dos expediciones simultáneas y más numerosas que las anteriores, una a la Ciudad Rosa y otra a la Ciudad Más Roja, con el fin de destruir ambas urbes e interceptar posibles ejércitos enviados por ellas contra la Ciudad Roja.

Antes de partir al destierro, el viejo filósofo vaticinó que los descendientes de los dos ejércitos se encontrarían al otro lado del mundo y se destruirían mutuamente. A punto estuvo de morir lapidado.

Pasaron los años, pasaron los siglos, y ninguna de las dos expediciones de castigo regresó a la Ciudad Roja, que tampoco volvió a ser atacada.

Los Nuevos Libros Sagrados dicen que tanto la Ciudad Rosa como la Ciudad Más Roja fueron arrasadas por los ejércitos de la Ciudad Roja, que a su vez quedaron aniquilados en el formidable empeño, por lo que no pudieron enviar expediciones de regreso con la buena nueva de que la Ciudad Roja era, ahora sí, la única del mundo, tal como afirmaban los Viejos Libros Sagrados, que, a la larga, siempre tenían razón.

5 Comentarios

  1. Jaime Escutia

    Los libros sagrados han sido la causa de grandes males. Por ejemplo “la tierra prometida” que sigue causando mal hasta hoy en día.

  2. Todo lo cual fue narrado por los perplejos habitantes de la pacífica y antibelicista Ciudad Violeta, situada justo en uno de los polos, lejos de los movimientos de los ejércitos de levante a poniente y viceversa.

  3. Pingback: Poco se okupa (para como están las cosas) - Jot Down Cultural Magazine

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