Horas críticas Analógica

Llorar libros

Reseña de «El corazón del daño», de María Negroni

La escritora María Negroni (Rosario, 1951) le contó a la periodista Ariana Basciani que el germen de El corazón del daño, recién llegada a España, está en el encargo de una editorial argentina para que Negroni escribiera sobre su relación con los libros. Pero el texto decidió su propio camino en cuanto Negroni llegó a una frase (¿un recuerdo?): «En la casa de la infancia no hay libros». Le decía Negroni a Basciani que ahí se dio cuenta de que el libro se le fue «para otro lado». Devolvió el anticipo y se entregó al texto: un libro que dar a su madre, ya muerta, «un pequeño libro de mi puño y cuerpo [escribe Negroni en la Advertencia con que se abre], seguramente errado en su tristeza, que fielmente fuera un censo de escenas ilegibles». El resultado es un libro-lista (ese censo) que repasa la relación con su madre, la relación con los libros (como escritora y como lectora) y la intersección de todo: su madre, ella y los libros.

«Ya lo dije: mi madre es el amor de mi vida. La medida de todas las cosas, las que por cierto así son, las que por cierto así no son», escribe Negroni. La fascinación de la autora hacia su madre nace en la infancia, nada raro ahí; quizá la singularidad reside en que el libro está escrito con ese mismo deseo que hay en la infancia de poseer a la madre, de que sea solo de una, combinado con la certeza de que es un deseo imposible de realizar. Escribir es una manera de impresionar a la madre, aunque no sea la razón por la que se haga: «Mi madre siempre fue la dueña del lenguaje». El corazón del daño está construido por acumulación, frase a frase llega el aluvión: la otra hermana, la separación del padre, la vuelta del padre y la mudanza a «la casa elegante» que «nunca fue un hogar» pero en la que encontró un «único consuelo», el de la biblioteca; eso en cuanto a la Negroni hija.

La autora argentina fabrica su vida lejos de su madre, en Nueva York, tiene hijos, tiene marido, tiene un doctorado y escribe. Esta obra es un repaso a la relación con su madre, pero también una lectura de sus propios textos a la luz de esa relación. Aunque Negroni se convierte en madre a su vez, apenas habla de sí misma en tanto que madre, como si la identidad que prevaleciera en ella fuera la de hija; es la que ha elegido para este libro. Sobre la publicación de La jaula bajo el trapo (1991), dice: «En el libro yo la atormentaba, la plagiaba, la ponía en lo más cumbre y en lo más vil, y la enjuiciaba, sin miramiento alguno. […] Decidí que lo mejor era avisarle y le di un ejemplar, apenas salido de imprenta, con esta dedicatoria: «Espero que puedas leerlo como un libro. De lo contrario habré fracasado como artista». Hay que tener tupé. Dos semanas después, me dejó un sobre en portería. Adentro, imitando mi estilo, una sola frase: «Se oyó decir a la madre: La hija sufre todavía. Cuánto lo siento»». En parte, se comprende la fascinación de Negroni.

Es a la vez casi una autobiografía velada y cubierta por lecturas, pero está la dictadura, su participación en grupos contrarios al régimen, su partida y estancia en Nueva York, la vuelta a Buenos Aires a regañadientes, y los libros propios y ajenos. En un momento, la narradora se pregunta si es posible escribir lo que se vive. A lo que más se parece El corazón del daño es a un rap: está la prosodia, también la obsesión y los momentos en que parece que se vaya a quedar sin aliento, aunque al final consiga coger aire. La prosa de Negroni es puro estilo, frases cortas que van entrecortando el ritmo y creando una intensidad a veces abrumadora. Decir que El corazón del daño es un libro intenso es como decir que la tierra es redonda, lo que sucede es que a veces la acumulación de frases subrayables hace que se superpongan unas a otras y los efectos expresivos, en lugar de sumarse, terminen restando, por empacho. El libro está lleno de citas de otros escritores, ahí si funciona la acumulación como manera de presentarlas, quizá porque es más contenida, como una explosión controlada. A veces aparecen agrupadas (como los fragmentos en que otros escritores hablan de madres), pero también aparecen dispersas, espolvoreadas a lo largo del texto.

La escritora María Negroni. / © Alejandra López — Random House

La escritura no es algo gozoso para Negroni: «Escribir es horrible, dijo Clarice Lispector. […] Yo diría que es también tramposo. Porque decora el dolor, le pone plantitas, fotos, manteles y después, se queda a vivir ahí para siempre, en la capilla ardiente del lenguaje, confiando en que nada puede agravarse porque si ya duele, ¿cómo podría doler más?». Y más adelante: «Tardé en saber, en cambio, que escribir es penoso. No se incuba un libro así nomás. Hay que gestarlo despacio, hurgar hasta dar con la carta infectada que, expuesta a la vista de todos, se oculta en él. A esa carta le faltan letras, le sobran letras, dice siempre lo que no dice. Y encima, va dirigida a sí misma. ¿Cómo enviarla? Se escribe, dicen, con una mano arrancada a la infancia».

El corazón del daño tiene algo de libro de libros, porque contiene los otros libros de Negroni, es también la historia de cómo se hizo escritora, además de que encierra una poética. Es un intento de reconstitución de la madre en el que la alquimia se busca desde el estilo: con el ritmo, con la rotura de la frase. «La escritura no consuela, no compensa de nada, apenas cuesta cada vez más. Lo daría todo por el don de las lágrimas», escribe Negroni casi al final. El corazón del daño son también esas lágrimas que la escritora no tiene.

 


 EL CORAZÓN DEL DAÑO 
María Negroni
RANDOM HOUSE
(Barcelona, 2023)
144 páginas
17,90 €

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*