Entrevistas Analógica

Jaime Hayon: «La disrupción es parte del crecimiento»

Jaime Hayon en la exposición «InfinitaMente» del CCCC de Valencia. / Foto: Juan R. Peiró

Jaime Hayon (Madrid, 1974) ha sido Premio Nacional de Innovación y de Diseño y nombrado por la revista Time entre los cien creadores contemporáneos más visionarios. Se le considera una estrella mundial del diseño por su trabajo para casas como Lladró, Baccarat, Cassina o Swarovski, aunque su arte trasciende esta disciplina; admira a autores 360 grados como Da Vinci o Dalí, tocados por el genio de la libertad total. Sus instalaciones ocupan espacios emblemáticos de los cinco continentes, de la plaza más importante de Londres (Trafalgar Square) a la versión coreana de Silicon Valley (Pangyo) o el rascacielos más alto de Tailandia (MahaNakhon).

Esta singladura la ha emprendido desde Valencia, que eligió hace más de diez años como lugar de residencia por su espíritu vanguardista y artesano; la ciudad que ha sido Capital Mundial del Diseño 2022 —evento cuyo comité asesor ha integrado— y que le ha dedicado la asombrosa retrospectiva InfinitaMente en el Centre del Carme Cultura Contemporània, incluyendo proyectos insignia y obras inéditas en nuestro país. La muestra del CCCC saca brillo a la desaforada creatividad de Hayon, quien con la visión inconformista de un niño da forma a piezas juguetonas, transgresoras y llenas de vida, que nos hacen soñar con otros mundos y nos recuerdan que, como evidencia su propia trayectoria, todo lo imaginable es posible y todo lo posible puede llevarse más allá.

Una de las salas de la muestra «Jaime Hayon: InfinitaMente» del CCCC. / Foto: Mercurio

A los trece años, dejaste Madrid para vivir en San Diego (California) y sumergirte en una escena de arte urbano que alimentaría tu primera curiosidad por el diseño. ¿Qué recuerdo tienes de aquella vivencia?

Fue un momento muy interesante en el que pude tener contacto con una cultura totalmente distinta y con muchas personas creativas, dedicadas a disfrutar mientras forjaban su propio estilo. También me dio la oportunidad de aprender el idioma y conocer a gente de orígenes muy diversos. Lo recuerdo como el inicio de un ejercicio en la idea de libertad personal.

Más tarde te graduaste en diseño industrial y con 22 años empezaste a trabajar en Fabrica, centro de Benetton para mentes creativas, donde de forma fulgurante te convertiste en responsable de departamento. ¿No te dio vértigo todo aquello?

De vértigo nada, estaba encantado de continuar explorando culturas diferentes y profundizar en el ámbito de la creatividad. Fabrica era un caldo de talento en ebullición. Me sentía en mis aguas, tanto era así que al año siguiente me pidieron que me quedara trabajando con ellos. Esa ocasión de desarrollar proyectos reales, con clientes interesantísimos y bajo muchísima presión, fue una escuela excelente. Trabajamos juntos desde disciplinas distintas, formando equipos transversales que aportaban mucha riqueza a los proyectos. La importancia y el poder de la comunicación los aprendí allí, y esa noción me ha servido de mucho. Aquella experiencia me acercó a la cultura italiana, y siempre he sentido este país como una segunda casa. De hecho, más de la mitad de mi equipo es originario de Italia y a algunos de mis colaboradores más cercanos los conocí en los años de Fabrica.

Fuiste progresando en la escena internacional hasta que en 2003 Londres acogió tu primera exposición, Mediterranean Digital Baroque, un proyecto presente en la muestra del CCCC y donde ya figuraban algunas de tus posteriores señas de identidad.

La exposición MDB fue fundamental en el despegue de mi carrera individual. Por aquellla época, mientras trabajaba en Fabrica estaba experimentando con piezas de cerámica en el taller de Italo Bosa, en Venecia. Él me dejaba ir allí y hacer mis locuras. Conocí a David Gill, un interesantísimo galerista que se emocionó con lo que yo estaba haciendo y apostó por mí. Realizamos una exposición increíble que tuvo mucho éxito y difusión, y eso me estimuló a lanzarme y trabajar por mi cuenta, arrancando mi proyecto personal.

«Mediterranean Digital Baroque» en el CCCC. / Foto: Mercurio

En aquel momento histórico, algunos creadores audaces os distinguís por incidir en la disipación de las barreras entre arte y diseño.

Siempre he intentado olvidarme de los límites y darlo todo: la capacidad de soñar, mezclar, divertirme y aprender con el trabajo. La disrupción es parte del crecimiento.

Para Masquemask (2018), otro de los proyectos que recoge el CCCC, diseñaste unas enormes máscaras-tapiz colgantes en cuya fabricación se usaron 130 kilómetros de hilo, ¿cómo fue el proceso de elaboración?

Masquemask fue un proyecto muy interesante, porque había trabajado antes con textiles y tapices, pero desde un punto de vista más artesanal. En este caso, fuimos invitados de honor en el Festival de Diseño de Lodz (Polonia), que es una ciudad con un fuerte vínculo con el mundo textil industrial. Por este motivo, planteamos una colaboración con una empresa absolutamente vinculada a la industria, que básicamente se dedicaba a fabricar alfombras. El proyecto planteó el desafío de unir lo mejor del proceso industrial junto con detalles que se realizaban a mano. Tanto para ellos como para mí fue muy interesante y empujamos lo posible más allá.

Te basaste en la estética de civilizaciones como la mesopotámica, la azteca o la romana, ¿sueles investigar de forma previa a afrontar tus obras para dotarlas de contexto, o más bien te nutres de intuiciones que luego encuentran su discurso conceptual?

Mis pasiones y obsesiones vienen de la experiencia y el acercamiento. Ya sea a partir de un viaje, de un libro o de una exposición, las referencias de folclore me maravillan; tienen una fuerza tremenda y están muy ligadas a algo primordial de la humanidad. Esa capacidad del ser humano de transformarse a sus ideas me parece muy emocionante y me inspira muchísimo.

Sala dedicada al proyecto «Masquemask» (2018) en el CCCC. / Foto: Mercurio

En tu obra hay a menudo una cierta narrativa de las formas y los espacios. ¿Te interesa que todas tus piezas cuenten una historia?

Tener un concepto narrativo claro es más que fundamental en mi trabajo. Me sirve de ancla para la construcción de un imaginario consistente. La narración y llegar más allá de la forma y la función son imprescindibles para mí.

Trabajas con piezas únicas o de producción limitada en cristal y cerámica. ¿Qué aspecto de la producción artesanal valoras más?

Trabajar cerca de artesanos no solo me encanta, sino que me permite conocer sus destrezas, habilidades y particularidades para lograr incorporarlas al diseño que estoy abordando. Hay expertos en vidrio soplado, otros de talla, especializados en grabado… Si conoces la tradición del artesano, puedes trabajar de la mano, aprovechando y desafiando todo aquello que se viene haciendo en ese campo.

¿Cómo crees que ha evolucionado la percepción del diseño como disciplina creativa desde que empezaste? No sé si disfrutarás más viendo tu obra en museos que en tiendas, hoteles o restaurantes.

Quizás una de las cosas más evidentes de su evolución es que el diseño se ha hecho visible en todas las cosas y en todas las partes. Tal vez en un pasado se dedicaba meramente a realizar sillas, mesas y sofás, pero hoy en día lo vemos respirar en todo nuestro alrededor y esto lo hace próximo, necesario para nuestra interacción con el mundo. Soy capaz de disfrutar de un colgador de toalla y de un hotel completo. Los pequeños detalles hacen los grandes proyectos. Para mí, son parte de lo mismo.

Diseñas espacios como si fueran una verdadera puesta en escena de tus obras. ¿Hay una búsqueda consciente de lo escénico en tu arte?

Forma parte de mi naturaleza, así veo el mundo a mi alrededor. Llámese fantasía vivida o como se quiera, esa teatralidad es parte de mi cosmografía natural.

El confinamiento nos forzó a romper la cuarta pared de nuestras vidas recluidas. Siguiendo con la exposición del CCCC, Mesamachine (2020) es una mesa multiusos para la «nueva normalidad», ¿cómo crees que afecta esta crisis global a la habitabilidad?

Mesamachine es un encargo que he disfrutado muchísimo; aquello que se suele decir del proyecto perfecto en el momento perfecto. Como para la mayoría de nosotros, mi mesa de casa se había convertido en sede de operaciones para todas las cosas. Tener ocasión de pensar en la mesa que hubiese querido tener durante aquellos meses fue algo cercano y personal, y el resultado me emociona. Soy bastante intuitivo, mucho más que reflexivo, por eso intento no centrarme en las crisis, sino tomar la oportunidad de hacer cosas que me resultan interesantes y estimulantes.

El vitalismo es una de las constantes de tu obra, algo que podría chocar con estos tiempos donde tanto se tiende a la distopía. ¿Hay espacio para el optimismo creativo?

Hay espacio para todo tipo de optimismo. El optimismo es una mirada y, por suerte, somos los dueños de nuestra mirada. Cuando ves la reacción al humor, a la alegría, a una sonrisa, no te quedan dudas de que el optimismo es contagioso.

La editorial alemana Gestalten ha publicado ya dos cuidadas monografías de tu obra, una en 2008 (Works) y la otra en el pasado 2022 (No Elements). ¿Cómo surgió la iniciativa y hasta qué punto precisaron de tu implicación ambas ediciones?

Ambas ediciones fueron diseñadas, creadas y producidas con mi equipo, dirigiendo nosotros cada detalle: la selección de imágenes, las portadas, los textos… Son fieles retratos de mi universo, hace quince años y a día de hoy, por lo que detenerse y trabajar en estos libros ha sido un ejercicio muy importante. Al igual que la exposición del CCCC, ha sido una oportunidad de ver el trabajo de veinte años juntos, conviviendo, nutriéndose un proyecto del otro. En el libro de 2022 escribió los textos Marco Sammicheli, que es curador de la Triennale de Milán, una de las instituciones de referencia en el diseño. Las conversaciones que tuvimos acerca del trabajo fueron muy interesantes, era como ir al psicólogo y conocerte mejor.

Uno de los cuadernos de autor de Jaime Hayon expuestos en el CCCC. / Foto: Mercurio

La muestra del CCCC revela mucho acerca de tus procesos de trabajo y se ha llegado a ver como un reflejo de tu psique, ¿en algún momento te preocupó estar desvelando demasiado?

¡Ninguna preocupación! Me ha encantado comprobar la transversalidad de las obras y cómo comparten el mismo universo creativo una silla, una instalación y un cuadro. Me parece que se entiende mucho de mi trayectoria visitando esta exposición.

Por lo que hemos visto allí, se diría que dibujar (de forma casi compulsiva) es una fase imprescindible de ese proceso creativo. ¿Cuándo empezaste a conservar tus cuadernos de bocetos?

Tengo cuadernos desde hace más de 25 años y los guardo todos con mucho cariño. Los uso como fotos de mis ideas, pensamientos, programas… Un cuaderno mío cualquiera contiene tanto estudios de un diseño como exploraciones de un interiorismo, pruebas de color, calendarios de trabajo, notas familiares y caricaturas de mis seres más próximos; ahi está todo sobre cómo funciona mi cabeza.

En 2022, Valencia se convirtió en centro neurálgico de esta disciplina como Capital Mundial del Diseño. ¿Cómo valoras este evento, habiendo formado parte de él?

Me parece que se hizo un buen trabajo, con mucho esfuerzo y dedicación por parte de Capitalidad. Xavi Calvo [director general] y su equipo hicieron una gran labor y han logrado poner a Valencia en el mapa del diseño internacional.

Nos contaba el director del CCCC, José Luis Pérez Pont, que durante el montaje de InfinitaMente el espacio expositivo se convirtió en una extensión de tu casa. ¿Cómo resumirías tu relación a lo largo de aquellos meses con este singular centro cultural?

El CCCC es un lugar muy interesante y el espacio que ofrece es impresionante, a la vez que dificilísimo. La escala es tan imponente que el trabajo de diseño expositivo conllevó un largo ejercicio. Creo que le encontramos el punto adecuado y que la exposición tiene consonancia con el espacio, logrando que ambos funcionen y convivan en armonía. Mi equipo se volcó con este proyecto y todos trabajaron para que fuese una exposición única, capaz de hacer un recorrido interesante por dos décadas de trabajo.

 


 INFINITA/MENTE 
Jaime Hayon
Comisariada por hayon studio
Producida por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana
CCCC Centre del Carme, Valencia. Sala Ferreres – Goerlich
Hasta el 16 de abril de 2023

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*