Entrevistas

Diego Moldes: «Si todo se vuelve multicultural, las culturas minoritarias o más frágiles pueden desaparecer»

Diego Moldes en el Pabellón de España en la Feria del Libro de Fráncfort, octubre de 2022.

Diego Moldes (Pontevedra, 1977) es doctor en Ciencias de la Información (Universidad Complutense), director de Relaciones Institucionales en la Fundación Nebrija (Universidad Nebrija) desde 2019 y autor de doce libros, entre los que se pueden encontrar poemarios, novelas y ensayos de las más variadas temáticas: desde baloncesto hasta cine, pasando por un minucioso estudio de las aportaciones que científicos, literatos y artistas judíos hicieron a la modernidad. Su última publicación, En el vientre de la ballena. Ensayo sobre la cultura (Galaxia Gutenberg, 2022), aglutina todos estos elementos —que conoce bien por llevar relacionándose con ellos durante los últimos treinta años— y los conjuga dentro de una profunda reflexión en torno a la cultura, vista desde el siglo XX y lo que llevamos del XXI, acompañado por cerca de cuarenta voces de todas las ramas de las humanidades y casi todas las de la ciencia.

En este 2022, además, se encuentra inmerso, como coordinador, en las actividades programadas para la conmemoración del V Centenario de Antonio de Nebrija. Hay mucho de lo que hablar con Diego Moldes, y nosotros hemos tenido la suerte de hacerlo antes de que acabe el año.

Antes de nada, quisiera empezar felicitándote por la maravillosa labor de conservación, conversación y difusión que estáis realizando desde nebrija500.es con motivo del V Centenario de la muerte de Elio Antonio de Nebrija. ¿Cuántos eventos lleváis realizados este año?

Muchas gracias. Somos quince instituciones en la Comisión Interadministrativa del V Centenario de Nebrija, presidida por la Fundación Nebrija, que se ocupa de las gestiones. Hay tres ministerios, cinco ayuntamientos (en los que vivió Nebrija), dos universidades (donde fue profesor) e instituciones culturales como la RAE, BNE, Acción Cultural Española o Instituto Cervantes; a las que se han sumado otras muchas que, sin formar parte de la misma, han colaborado o firmado convenios con ella para figurar en el Programa Oficial Principal, caso de RTVE, UNE (Unión de Editoriales Universitarias Españolas) o la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos). ¿Cuántos eventos hemos hecho en estos diez primeros meses? Sin duda, más de un centenar. Comenzamos con la Gala en el Teatro Real, presidida por el rey Felipe VI. Desde entonces, podremos haber hecho unas 150 actividades y eventos. Sin querer personalizar, quiero señalar que ha sido clave el papel impulsor del Ministerio de Cultura y Deporte y, dentro de él, de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, encabezado por su directora María José Gálvez. Todo arrancó bien en 2021 cuando todos los grupos parlamentarios, sin excepción, aprobaron por unanimidad el Proyecto No de Ley de esta efeméride de Nebrija, un consenso diría que inédito de todos los grupos políticos. Eso habla a las claras de la importancia histórica de la figura de nuestro primer lingüista.

Como se puede ver en la página web, el «Año Nebrija 2022» durará, en realidad, dos años, hasta el 2023. ¿Cuáles son los planes para ese segundo año?

Pues sí, los Acontecimientos de Excepcional Interés Público duran más de un año, en parte por la ley de Mecenazgo y los incentivos fiscales al patrocinio que derivan de ello. En el caso del quinto centenario de Nebrija, finaliza el 30 de diciembre de 2023. El evento más importante que enlaza los años 2022 y 2023 es la gran exposición en la Biblioteca Nacional: NEBRIJA (c. 1444-1522). El orgullo de ser gramático «Grammaticus nomen est professionis», comisariada por Teresa Jiménez Calvente y con Jesús Moreno como diseñador. Estará abierta del 25 de noviembre de 2022 al 26 de febrero de 2023. La BNE, Acción Cultural Española y la Fundación Nebrija, en la que trabajo bajo la dirección de Gregorio Martínez Garrido, llevamos más de tres años trabajando en ello. Es una perogrullada lo que voy a decir, pero Nebrija está muerto y lo que queda de él, su legado, son sus escritos, sus libros: y estos están en las bibliotecas. Por eso es tan vital darlos a conocer al gran público. Ahora, además, la BNE ha digitalizado todos sus fondos nebrisenses, lo que facilita el trabajo de los nuevos investigadores sin moverse de sus lugares de origen, ya sea China, la India o Estados Unidos.

En el segundo año, 2023, la clave está en la internacionalización. Nebrija no es popular como lo son Cervantes o Shakespeare. Por eso el reto y el esfuerzo son mayores. Ya este año 2022 hemos realizado acciones en Fráncfort (en la Feria del Libro), en Otawa, Helsinki y París. Y están programadas más en noviembre y diciembre en Santiago de Chile, Guadalajara (México), Lisboa y Bolonia (donde Nebrija se formó). En París, donde ya hicimos una exposición en el Colegio de España en septiembre, impulsada por su director Justo Zambrana, haremos una jornada de conferencias con hispanistas el 9 de noviembre. Para 2023 hay otras ciudades donde nos gustaría estar, en Estados Unidos, América Latina, Europa, África y Asia, por ejemplo, en la Feria del Libro de Calcuta (India), donde España, como en Fráncfort, es país invitado. En cuanto a congresos, esperamos que se hablará de Nebrija y su legado en el CILE (Congreso Internacional de la Lengua Española) que tendrá lugar en Arequipa (Perú) y en el Congreso Internacional de Hispanistas, que tendrá lugar en Neuchâtel (Suiza) en julio. Aquí, en la internacionalización de la figural del principal padre de la lengua española, Nebrija, es esencial el papel coordinado del Ministerio de Asuntos Exteriores y su red de embajadas, de los centros culturales de la AECID, del Instituto Cervantes, de Acción Cultural Española, de la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española) y de la AIH (Asociación Internacional de Hispanistas). Entre otros.

¿Y para el 2024? ¿Se prevé que se mantenga el interés general o habrá que esperar al siguiente centenario?

Has dado con la clave. Espero que sí. El objetivo de las efemérides que son declaradas Acontecimiento de Excepcional Interés Público es que la persona o el hecho conmemorado sean más conocidos y valorados por la población, por el público general. Y se profundice en el estudio de su figura y contexto, en este caso el Humanismo. Llevamos más de tres años trabajando de forma coordinada para que todo lo realizado cale en la sociedad: semillas que germinarán en los años venideros… Libros, revistas monográficas, documentales, reportajes televisivos, programas de radio, conciertos, cursos MOOC, webs, contenidos en redes sociales, conferencias, coloquios disponibles en YouTube, cómics, publicaciones infantiles, diseño de moda con trajes de época, yinkanas, bellas artes, etcétera. Hasta estamos haciendo un metaverso (realidad virtual aumentada, con un avatar) ¡con una secuencia extraída de la vida de Nebrija!

Los españoles tenemos fama de cainitas, ¿cómo está siendo la acogida aquí?

Muy buena. Ha superado todas las expectativas. Solo en el primer semestre del año hemos recogido, a través del índice Kantar, más de mil impactos en medios: televisión, prensa, radio, internet, etc. Sobre lo de cainitas, hoy no lo sé. Si lo fuimos, es algo que hay que superar. Como sabes la frase más célebre de Nebrija, «siempre la lengua fue compañera del imperio», extraída del prólogo a la reina Isabel en su célebre Gramática sobre la lengua castellana, fue falseada y desvirtuada por la propaganda de la dictadura militar franquista, dando a entender que se refería al Imperio Español, regido por la lengua española. Esto es un disparate. Y una mentira ucrónica. Antonio de Nebrija jamás tuvo tal intención al escribir eso. Nebrija comenzó a escribir su gramática en Zalamea mucho antes de 1491 y se concluyó su impresión, que llevaría meses, el 18 de agosto de 1492. Colón ese día estaba atracado en las Canarias recogiendo víveres, pues había partido el 3 de agosto. Llegó al Nuevo Mundo el 12 de octubre. La noticia del llamado Descubrimiento de América llega a mi tierra, a Galicia, a finales de febrero de 1493, cuando Martín Alonso Pinzón arriba la carabela Pinta en Baiona. Colón llegó al Puerto de Palos el 15 de marzo y fue recibido por los Reyes en Barcelona en abril de 1493. Por tanto, Nebrija, como sus coetáneos, no tuvo noticia de todo aquello hasta siete meses después de que imprimiese su Gramática, la primera en una nueva lengua moderna. Obviamente, basta leer el prólogo (en línea en la BNE); Nebrija se refería a los imperios de la Antigüedad, habla de los asirios, indos, egipcios, sicionios (de Sición, la ciudad griega del Peloponeso), judíos y romanos. Se refería principalmente al Imperio Romano y a su gobernanza en latín, porque imperio deriva del latín imperium, que viene del verbo imperare y significa mandar o gobernar. Nebrija creo que estaba pensando en el gobierno en castellano de los nuevos territorios mediterráneos, especialmente los africanos (la larguísima conquista de las Canarias finalizó en 1496 y Melilla se incorporó a la corona castellana en 1497; Ceuta, por cierto, fue portuguesa hasta 1580). La cronología es importante.

¿Y fuera de España? Tanto en países hispanohablantes como en los de lengua extranjera.

Como le decía antes, la clave es la coordinación entre las entidades que forman la Comisión Interadministrativa. En los países no hispanohablantes, claro, el Instituto Cervantes. El equipo liderado por Luis García Montero lo ha tenido claro desde el principio. Al igual que la Asociación Internacional de Hispanistas, presidida por Ruth Fine. En los países hispanohablantes, la ASALE, presidida por Muñoz Machado y con mi buen amigo Francisco Javier Pérez como secretario general, cumple también un rol decisivo. Y, en un lado y en otro, la propia red de colaboraciones con universidades extranjeras. En la Universidad Nebrija tenemos también mucha experiencia en ello.

Es importante que los estudiantes de español conozcan qué supone Nebrija para los hispanohablantes. Nebrija escribió la Gramática sobre la lengua castellana por tres motivos, uno de ellos enseñar español como lengua extranjera o segunda lengua a los no hispanohablantes. Los otros dos motivos de Nebrija fueron fijar y codificar el uso del español para los hispanohablantes cultos de entonces y también para facilitar el aprendizaje del latín (lengua culta de entonces) para los propios hispanohablantes.

Nebrija fue la personalidad más importante que dio nuestra lengua. No solo cronológicamente, sino porque al fijar la gramática y la pronunciación de los fonemas, fijó la lengua y evitó su dispersión cuando se extendió a América, algunos puntos de África y en Filipinas. Suya es la frase: «Hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe», convencido, como dijo el académico de la RAE Juan Gil, «de que las letras se deben distinguir no por su escritura, sino por su sonido». Esto, que no ocurre en otras lenguas como el inglés, el francés o el portugués, es especialmente importante porque garantizó la unidad del idioma. El español se habla y escribe hoy como se hace porque él sentó las bases gramaticales de nuestro idioma. Por cierto, su Gramática no solo se adelantó a las demás gramáticas de lenguas europeas, sino que las influyó bastante. Por eso, entre otras muchas cosas, la Universidad y su Fundación nos llamamos Nebrija.

Aprovechando que en nebrija500.es están disponibles todas las obras originales de Nebrija, digitalizadas por la Biblioteca Nacional de España, y un jugosísimo catálogo de publicaciones conmemorativas, ¿qué libro recomendarías a alguien que quisiera acercarse de primeras al polímata?

Para los que no saben nada o casi nada de Nebrija, lo mejor es no empezar por las obras de Nebrija (la mayoría, más del 80%, fueron escritas en latín, muchas están aún sin traducir) sino por obras sobre Nebrija. La biografía de José Antonio Millán, Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad (Galaxia Gutenberg), es un buen punto de partida, porque está muy bien escrita y pensada para un público general, no para especialistas o académicos. Es un trabajo excelente. En clave también breve, y más erudita, Antonio de Lebrija (Athenaica), de Juan Gil. Una joyita muy culta. Luego, recomendaría el cómic de Agustín Comotto, Nebrija (Nórdica Libros), una obra maestra visual y narrativa, centrada en su proceso inquisitorial y con una estructura de flashbacks (analepsis) y flashforwards (prolepsis) urdida de forma brillantísima. Para niños, Nebrija el sabio que amaba las palabras, que hemos coeditado en la Fundación Nebrija con editorial Planeta, escrito por Ana Riera y dibujado por Óscar del Amo. Los lectores que tengan niños de 6 a 12 años, les recomiendo que se lo compren y se lo lean a sus hijos. El día 29 de noviembre en la Universidad Nebrija presentaremos Nebrija vive. 500 años después (Fundación Nebrija), escrito por uno de nuestros patronos, José J. Gómez Asencio. Desgraciadamente es un libro póstumo, pues Pepe falleció la pasada primavera. Será un homenaje a su figura: él lo sabía casi todo de Nebrija y me ayudó muchísimo desde 2019, cuando yo era un néofito en estos temas nebrisenses. Para el lector más instruido, está la biografía más extensa y el trabajo de investigación más completo, La pasión de saber. Vida de Antonio de Nebrija (Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva), de Pedro Martín Baños, libro del que hemos bebido todos. Incluido yo, que espero publicar el próximo enero un librito sobre un aspecto misterioso de Antonio de Nebrija.

Este año has publicado también En el vientre de la ballena. Ensayo sobre la cultura. Es, sin duda, uno de los estudios sobre cultura más transversales que se han hecho en mucho tiempo. ¿Cómo se delimita un libro de tal magnitud sobre un tema tan enjundioso?

Muchas gracias por sus palabras. Sí, se publicó en junio, lleva cinco meses en las librerías. Cierto, ¿cómo delimitar algo ilimitado como es la cultura humana? La respuesta es sencilla: con una estructura circular. Y un núcleo central colectivo, colaborativo. Es un método que mezcla la técnica literaria con la de la escritura guionística del cine polaco de los años sesenta y la impronta del periodismo: preguntar a aquellos que saben más que uno. El libro lo comencé un 20 de julio de 2020 y lo concluí un 1 de febrero de 2021: menos de siete meses. He escrito catorce libros y ninguno en menos tiempo que este. Es curioso, porque mi libro anterior tardé veinte años en componerlo. La velocidad de escritura se debe, por un lado, a la estructura que mencionaba, y por otro a que yo ya había leído mucho antes a casi todos los autores que cito en el libro que han escrito sobre qué es la cultura, más de medio centenar. A algunos los había empezado a leer ya en los años noventa, hace casi treinta años. Por tanto, condensa, de alguna forma, mi experiencia lectora y vital de tres décadas. En ese sentido, la magnitud a la que te refieres viene dada por esos factores.

Imagen interior del libro «En el vientre de la ballena». / © Galaxia Gutenberg

¿Cómo están respondiendo los lectores a tu llamada desde las páginas?

En cuanto a la recepción, diría que excelente, está despertando mucho interés. Me escriben lectoras y lectores casi todas las semanas, especialmente desde las redes sociales. La idea común es que les ha despertado la curiosidad por leer otros libros, que era uno de los objetivos que me marqué. En cuanto a cuántos lectores, lo desconozco. Lo sabrá la editorial el año próximo.

En la primera parte del libro comentas las distintas imágenes de la ballena que te han acompañado desde tu infancia. ¿Ha cambiado en algo después de esta experiencia inmersiva en su vientre?

Toda experiencia de escritura para un autor es transformadora, si es honesta y no impostada. Sí, ha cambiado mi imagen de la ballena, ora en sentido literal, en mi amor por ellas, pues soy ecologista; ora en sentido figurado, pues como amante y estudioso de los símbolos, las metáforas y alegorías mitológicas que sugiere son amplísimas y de una ilimitada profundidad semántica.

Nos cuentas también que, a medida que investigabas, ibas encontrándote con ideas conectadas con las que ya estabas desarrollando, pero que te eran desconocidas hasta entonces. ¿Alguna novela, película, poema… que haya aparecido posteriormente a la publicación y que te hubiese gustado incluir?

Cierto, el proceso de escritura fue como describes, conectando mis lecturas y visionados. No solo dialogando yo con los autores vivos y muertos, sino haciéndolos dialogar entre ellos y, al mismo tiempo con el lector. Parece complejo, pero creo que salió bastante fluido, como un ágora. Sí, cuando el libro ya estaba publicado, otros escritores y cineastas me hicieron llegar recomendaciones que desconocía, escritos de Roy Wagner, Joseph Campbell, George Orwell o el magnífico documental producido por James Cameron, Secrets of the Whales.

De entre todas las respuestas que recibiste de personas del mundo de la cultura, ¿cuál fue la más inesperada?

La de Noam Chomsky, sin duda. Con él mantuve y mantengo correspondencia sobre asuntos que no interesaban al lector y que no incluí en el libro. Bastantes correos. Solo dejé lo esencial, por inesperado. Me estoy refiriendo a que Chomsky se hizo esa misma pregunta, que yo me hice siendo cuarentón, con solo diecisiete años, al finalizar el verano de 1946. Eso le llevó a matricularse en Antropología en la Universidad de Pensilvania. Su profesor, Irving Hallowell, les dio un curso anual que hacía precisamente la pregunta que yo me he hecho, que he hecho a los autores y, luego, a los lectores: «¿Qué es la cultura?». Chomsky me dijo que al concluir el curso universitario no llegó a ninguna conclusión satisfactoria y abandonó Antropología para matricularse en Lingüística. Yo lo desconocía. Y me sorprendió muchísimo. Digamos que el mundo perdió a un antropólogo, pero ganó a un lingüista, a un científico de la lengua (como lo fue Nebrija), al lingüista más importante del mundo en la segunda mitad del siglo XX.

Al finalizar el libro dices que la «cultura es lo que hay que saber y la incultura es lo que no hay que saber». ¿Qué y por qué es lo que no hay que saber?

Eso lo determina cada uno, en base a su nivel cultural y de humanidad. Prefiero no entrar en más detalles y, quien lo desee, lea el libro.

Explicas que cultura no es sinónimo de erudición ni de especialización, pero en la actualidad nos estamos acostumbrando a ver la palabra referida a un campo acotado, no como una parte de esta, sino con presunción de definición y cierta prescripción generalizada (cultura del éxito, del bienestar, del esfuerzo). ¿Nos estamos perdiendo en lo concreto a pesar de tener más apertura que nunca al mundo, a la multiculturalidad?

La erudición es una forma más de cultura, pero no es La Cultura. Un campesino analfabeto de cualquier parte es un ser culto, tiene su propia forma de cultura y su sabiduría, que no está en los libros, es tan culta o más que otras. De hecho, la raíz semántica de cultura, es colere, cultivar en latín. Vargas Llosa escribió en Letras Libres que, si todo es cultura, nada es cultura. Con mis discrepancias intelectuales en algunos aspectos del gran novelista peruano, en esto sí coincido. No todo es cultura. El uso del término se está desvirtuando por un uso excesivo del mismo. Algo que, por cierto, un marxista como Raymond Williams, creador principal de los cultural studies, ya había denunciado hace más de medio siglo. La multiculturalidad es un oxímoron. Y una paradoja. Encierra una virtud necesaria, porque nos abre a otras culturas y amplía nuestra visión y nuestro espíritu. Pero encierra también un peligro. Si todo se vuelve multicultural, en todas partes y de todas las formas, las culturas minoritarias o más frágiles pueden desaparecer. Sumidas en un multiculturalismo globalista. Claude Lévi-Strauss, al que cito en extenso en En el vientre de la ballena, ya había alertado de este peligro, bien estudiado por la antropología cultural y, especialmente, por la etnografía.

Imagen interior del libro «En el vientre de la ballena». / © Galaxia Gutenberg

Recuerdo aquel eslogan con el que actores y otros miembros de la comunidad de las artes teatrales y audiovisuales se manifestaron para protestar por las medidas tomadas durante el confinamiento del COVID-19. ¿La cultura es segura?

Depende del tipo de cultura. No es lo mismo escribir un poema sentado a solas frente al mar, tocar el piano en tu casa o leer a solas que ir a un concierto de rock con decenas de miles de personas muy pegadas. Sobre las salas de cine, de teatro y musicales, me alegro mucho que se haya recuperado gran parte de la afluencia. Fue trágico verlas cerradas.

¿Puede haber todavía espacio —después del siglo XX— para la barbarie impensada, como decía Reyes Mate en su respuesta, o precisamente porque ya no nos es impensable, hacemos lo posible por distraernos?

Muy oportuna cuestión. A Reyes Mate quiero agradecerle que me enviase su texto. Él en sus libros bebe de muchos autores judíos, como George Steiner (la génesis de mi libro), que han escrito tras el trauma del Holocausto. Yo he escrito un libro que, en su versión ebook tiene mil páginas, sobre la influencia de los judíos en la cultura moderna. Ahora está siendo traducido al inglés en Nueva York. Por un traductor judío cultísimo. Nadie ha pensando mejor que ellos la Modernidad, antes y después de la Shoah y la Segunda Guerra Mundial. En la que, quiero recordar, fallecieron entre 50 y 60 millones de personas. La cifra es escalofriante. Muchas veces tendemos al tremendismo y a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero en el siglo XX fallecieron más de cien millones de personas, sumadas todas las guerras de la centuria. Algo que no había sucedido antes ni ha vuelto a ocurrir.

No sé si es impensable. Es aterrador pensarlo. La invasión de Ucrania, la guerra es atroz. En lo que llevamos de siglo XXI hemos tenido y tenemos guerras. Guerras que sí pueden ser pensadas. Y deben serlo. Es una obligación intelectual y moral. La amenaza de una catástrofe nuclear que acabe con gran parte de la vida terrestre no es impensada, es real. Es improbable pero posible. La mera posibilidad la hace filosóficamente pensable. Habla, en su sentido ontológico, de la inhumanidad humana: no hay oxímoron más aterrador.

Pensemos en un personaje como Putin. Es un hombre inteligentísimo y malvado hasta el extremo. Pero ¿es culto? No. Habla alemán, ha leído mucha Historia, podrá disfrutar de Tólstoi o de la música de Tchaikovski. Pero eso no lo convierte en alguien culto. La cultura que no es humanista para mí no es cultura. Es cierto que Hitler y los nazis tenían cultura, como afirmaba Steiner, pero ¿podemos llamarle culto a alguien por el mero hecho de escuchar a Schubert o leer a Goethe? Eso es erudición, no cultura. Los asesinos o todo aquel con instintos homicidas es el ser más inculto del mundo.

La cultura está intrínsecamente ligada a la libertad, pero ¿no es la definición de la libertad aún más problemática que la de cultura?

Sin duda es problemática, pero no más que la de cultura. La libertad comienza y termina en el respeto a los demás y a uno mismo. Esto incluye, en la medida de lo posible y de la autosupervivencia, el respeto a todos los seres vivos. No solo los humanos. Mi querido amigo Alejandro Jodorowsky me dio en el libro la definición quizá más precisa de cultura: «La cultura es toda creación humana en libertad». Es perfecta, sin libertad no hay cultura.

¿Qué papel desempeñan las redes sociales en la actual cultura?

Un papel extraño, exógeno, polimorfo. Por un lado, son necesarias para la divulgación y diseminación de cultura. Si uno sabe a quién seguir, a personas que valgan realmente la pena, puede aprender mucho. Hay filósofos, historiadores, escritores, cineastas, fotógrafos, artistas compartiendo contenidos maravillosos.

Por otro lado, por su propia naturaleza, por su inmediatez, simultaneidad y, la mayor parte de las veces, bidireccionalidad, son arriesgadas, molestas, generan lecturas apresuradas, superficiales y actitudes impulsivas. Forman parte de la llamada cultura líquida descrita por Bauman o ligera, en palabras de Lipovetsky. Son la antítesis de la lectura pausada, en silencio, la lectura profunda, que yo solo he hallado en los libros o algunas publicaciones periódicas culturales. Por eso reivindico siempre la lectura de libros impresos, en papel.

¿Cómo condiciona la cultura digital el pensamiento que luego volcamos en ella?

Pues cada vez lo condiciona más. Hace poco estuve charlando con Roger Chartier, que es uno de los 38 colaboradores en mi libro. Él explicó que hoy existen los wreaders y los prosumers. Wreaders es la voz en inglés de write and read, es decir, de writers-readers (escritores-lectores). Por otro lado, los prosumers somos, a la vez, productores y consumidores de contenidos digitales. Somos casi todos, pero se evidencia más en los nativos digitales nacidos en este siglo XXI. El diálogo digital, unido a estas nuevas formas culturales, condicionan el pensamiento, para bien o para mal. Pueden empobrecerlo o enriquecerlo. Eso depende del individuo, no de la herramienta.

Roger Chartier y Diego Moldes en Fundación Telefónica, Madrid, octubre de 2022.

¿Estamos entrando o estamos ya en las entrañas de la etapa de incultura?

Solo se puede responder a esto comprendiendo la Historia de la Cultura y sus etapas. Al menos en Occidente. Desde el punto de vista de la cultura digital no estamos en una etapa de incultura, pues la cultura digital está en sus inicios, apenas lleva medio siglo, el equivalente al primer medio siglo de la imprenta de tipos móviles. Desde el punto de vista de la cultura impresa, sí, hemos entrado de lleno en una fase de incultura más o menos generalizada.

¿Alguna película o serie que hayas visto recientemente y que quieras recomendarnos?

Película, The Other Side of the Wind (1970-1976/2018), de Orson Welles. Disponible en Netflix, que hace cuatro años financió un montaje polémico y fascinante sobre aquel film inacabado. Yo creo que voluntariamente inacabado. Algo típico de Welles.

De las estrenadas en 2022, The Northman (El hombre del norte), de Robert Eggers, por su potente sustrato mitológico y simbólico.

En cuanto a series, estoy viendo en HBO The Leftlovers, de Damon Lindelof, el creador de Lost (Perdidos). Es un showrunner que me interesa, porque como escritor de televisión estuvo muy influido por La invención de Morel, la novela de Adolfo Bioy Casares. Novela que, dicho sea de paso, influyó en otra de Robbe-Grillet, La celosía, a su vez fuente de inspiración de El año pasado en Marienbad, que escribió con su director Alain Resnais. He aquí una forma de cultura, la tradición y la influencia entre obras de artes distintas, la ansiedad de la influencia, que diría Harold Bloom.

Ah, por cierto, acabo de completar la primera temporada de House of the Dragon (La casa del dragón), maravillosa. Aunque, claro, no alcanza a Game of Thrones (Juego de tronos), que, como digo en mi libro, es la serie más importante de la Historia de la Televisión.

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