Horas críticas

Rememorar el trauma

Reseña de «Los pies fríos», de Beatriz García Guirado

La conversación tuvo lugar durante el trayecto en coche que acostumbramos a realizar los fines de semana para visitar a la familia. Llucia se entretenía con un par de juguetes en el asiento trasero y Amalia me hablaba de sus lecturas sobre el trauma complejo, un tema que le interesa desde hace años en su labor como psicóloga clínica. Me llamó la atención lo que me contó sobre la manera en que quienes han sufrido una experiencia traumática en sus vidas vuelven a experimentarla, por decirlo de algún modo, cada vez que la rememoran. Según me decía, el momento no queda registrado como debería en el instante en que se produce, por lo que el cerebro, incapaz de encontrar la etiqueta de recuerdo, les lleva a revivirlo tantas veces como acuden a él. El pasado se convierte en presente una y otra vez.

Las palabras de mi pareja no hubieran tenido mayor relevancia de no haber leído durante esa semana Los pies fríos (Sloper, 2022), de Beatriz García Guirado, y de no haber tenido fresco el epílogo con que cierra el libro. Se me hizo inevitable volver a las palabras de la autora cuando describe su método creativo y nos indica que, para Harry Butterfly Santana, su protagonista, las diferentes líneas temporales «se solapan en su discurso, los tiempos cambian pero la emoción permanece».

Los pies fríos es, de este modo, la reconstrucción de un conjunto desordenado de conversaciones, acontecidas al ritmo que marca la psique de un personaje estigmatizado por el mero hecho de haber nacido en el sitio equivocado. Como ese Twin Peaks al que esta obra evoca en el uso de lo extraño y lo sobrenatural, en un pueblo perdido de la mano de Dios en Estados Unidos, la historia arranca con el descubrimiento de dos cadáveres y el culo de Butt (qué bien habría quedado este juego de palabras en inglés) en prisión. A partir de ese momento, asistiremos al solapamiento de discursos, misivas y locuciones de radio en el que se irá dando orden a todo lo que pasó, ya no en relación al doble caso de asesinato, sino a cómo todo se empezó a gestar, aún sin saberlo, muchos años atrás. Así, asistiremos a la infancia de Harry, su convivencia con una secta, la presencia del padrastro castigador y unos amoríos de juventud que no acabaron de funcionar como debía. Y luego, la huida, el no mirar atrás y la reconstrucción fallida de una vida que no logra quitarse el tufo de la anterior.

A través de este recorrido vital, la autora evita caer en los maniqueísmos clásicos de tipo-malo-mata para tratar de comprender, desde la perspectiva de su protagonista, cada bache en el camino que lo ha llevado a convertirse en lo que es y a hacer lo que hizo. Una travesía en la que visitaremos pueblos donde iglesias y farmacias rivalizan por la captación de adeptos, espectáculos ambulantes con el encanto envenenado de un áspid o resorts que bajo sus aguas rosas acumulan toda la roña de sus visitantes. Porque si algo hace de maravilla García Guirado es presentarnos lugares singulares donde lo aparentemente idílico puede llegar a producir verdadera claustrofobia. Y qué decir de sus personajes, seres marginales que se escapan de los clichés característicos del género, si es que podemos adscribir esta novela a algún género; me quedaré con las palabras de la siempre acertada Laura Fernández al definirla como «wild weird western con aires metafísicos». Se trata de seres que a pesar de sus obvias diferencias, rivalizarán por causarnos el mayor desasosiego posible, al dejarnos en la encrucijada de elegir entre empatizar con sus causas o condenarlos al fuego eterno por sus actos.

Porque si de algo va sobrada esta novela es de incertidumbre. El gran tema de la novela es, por encima de cualquier otro, el delicado equilibrio entre lo que es real y lo que es verdad. De hecho, es esa completa ausencia de certezas la que nos empujará a leer esta obra con cierta desesperación por encontrar una respuesta que, ya les adelanto, no encontraremos en sus páginas. Lo único que podremos sacar de ahí es el ruido ensordecedor nacido del roce continuo entre la verdad única y los distintos relatos que nacen, por variados intereses, ante un mismo acontecimiento: el testimonio de un hombre que cree ver fantasmas, que persigue fantasmas y que, sin darse cuenta, se ha ido convirtiendo en uno; las versiones oficiales de policías y políticos frente a las nacidas de la vox populi; e incluso los relatos fantásticos de la mitología pueblerina. Abandonemos, por tanto, cualquier esperanza de tener claros los sucesos en que desemboca la vida de Harry Butterfly Santana sin caer en su misma perdición.

Cerremos volviendo al epílogo, un recurso que me ha dado una de cal y otra de arena. Porque si considero valiosísima cualquier reflexión sobre la creación artística por parte de su perpetradora y es una gozada poder sumergirse en la mente ajena para comprender los mecanismos que han obrado una obra tan interesante como es Los pies fríos, me sobran, y soy consciente de que esto es una opinión muy personal, tanto las explicaciones para evitar «que nadie lo tome por una forma pretenciosa de escritura o se dedique a jugar al sudoku buscando errores», como la (considero que innecesaria) justificación de que recurrir al asesinato de una mujer poniéndose en la piel de Butt y «ocupar un lugar que no atiende a cuotas» no debe entenderse como un alegato en contra del feminismo. En el primer caso, porque toda obra puede tener infinidad de interpretaciones y eso no la convierte en menor, sino, a veces, en todo lo contrario. Y en el segundo, porque el arte es arte y no debe rendir cuentas a nadie. Y menos si nace de una escritora de la talla de Beatriz García Guirado. Faltaría más.

 


 LOS PIES FRÍOS 
Beatriz García Guirado
SLOPER
(Palma de Mallorca, 2022)
210 páginas
18 €

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