Solo por ver de cerca la impresionante obra del arquitecto brasileño, única suya en España, merece la pena visitar el Centro Niemeyer. El edificio, incluido por el New York Times entre los 52 lugares a visitar de todo el mundo, destaca por su Cúpula, su torre helicoidal y su plaza que se asoma a la ría de Avilés como «un gran palco de teatro». Pero, más allá de su estructura maciza de hormigón, este es un espacio poroso, abierto al conocimiento y las más diversas artes, cuya modernidad contrasta y se suma a la preciosa villa medieval.
Si pasas por Madrid, no dejes de acercarte a La Neomudéjar, centro autogestionado de artes de vanguardia y residencia/resistencia creativa que ha convertido un taller ferroviario del siglo XIX en sorprendente laboratorio experimental. Apuesta por disciplinas como arte urbano y sonoro, parkour o videoarte, y por temáticas comprometidas con feminismo, ecologismo o activismo queer. Asentado en lo local a través del diálogo con el barrio de Retiro, este espacio se enriquece con el trabajo en red internacional, sobre todo en Latinoamérica.
Ubicado sobre la antigua cárcel de Badajoz, lo que nos hace libres al entrar al MEIAC es su vocación de punto de encuentro transfronterizo para el arte contemporáneo español (incluidos algunos de los exponentes de la renovación artística extremeña del siglo XX), portugués e iberoamericano, del que tiene una de las colecciones más importantes de Europa. Un patrimonio hasta ahora disperso que ha logrado rescatar y divulgar, gracias a actividades participativas y educativas para públicos jóvenes; presente y futuro de cualquier espacio museístico.
Ha cumplido 20 años la Fundación Montenmedio Contemporánea, buena excusa para proponer un paseo por su itinerario único a través de una dehesa en Vejer de la Frontera, donde las obras site-specific de rompedores artistas contemporáneos se funden con las inspiradoras formas del bosque mediterráneo. Un espacio cultural de referencia en Europa por su colección y programación, que amplían el clásico diálogo arte-natura y subvierten el rol pasivo del espectador, aquí mutado en caminante con capacidad de hallar rutas estimulantes e inexploradas.
