Yayo Herrero es una rara avis, cuesta abordarla en tanto cuesta etiquetarla y ella no se deja etiquetar. Defiende que lo importante es lo que hay de esencial en las etiquetas. Para definirla diríamos sin errar que Yayo Herrero es antropóloga, ingeniera, pensadora y activista del ecosocialismo y ecofeminismo. Pero en el fondo de esas etiquetas encontramos la defensa a ultranza de la tierra y el proceso de emancipación de las mujeres como agentes clave para defender la vida y el planeta.
Es tentador sumergirse en una lectura reflexiva de la mano de esta divulgadora que conecta las ideas de manera luminosa y sencilla —nunca simple—, e incluso tendríamos que ir más allá y afirmar que, más que tentador, es jodidamente necesario con la que nos está cayendo: pandemia, colapso, violencia, crisis de civilización, guerra. Ausencias y extravíos es una colección de seis textos que, bajo un título que pareciera poesía misma (el pensamiento no tendría que estar reñido con lo lírico), repite la constante de una ausencia y un extravío para abordar diferentes temas pero con ejes en común: el declive de la energía y los recursos, la presencia de la desigualdad o el miedo, la tiranía de la violencia y la opresión. Cuestiones sobre las que consigue provocar una sacudida y dejar en el aire preguntas a las que no necesariamente propone o podemos dar una sola respuesta.
Sería sencillo caer en el nihilismo más absoluto ante la evidencia del agotamiento de los recursos, pero Herrero logra dotar a sus ensayos de un espíritu constructivo más esperanzador que oscuro con un afán edificante. Plantea la esperanza activa, tomando el término de Joanna Macy y Chris Johnstone, en «Ausencia de la responsabilidad y extravío de la esperanza», que consiste en «generar poder», ponerse en marcha hacia lo que querríamos que sucediese. Yayo Herrero plantea las salidas a esos laberintos asfixiantes en los que nos coloca el sistema de manera intencionada para inmovilizarnos: el miedo paraliza. Utiliza múltiples conexiones para tejer la ausencia que llevará implícita, a su vez, su propio extravío. Propone una poética crítica y constructiva a la que asirse, en la que encontrar recetas, y estas señalan siempre a lo colectivo, la cooperación, la responsabilidad, la memoria y el vínculo («Que un árbol nunca va por libre»). Y lo hace resignificando todos estos contenedores semánticos, las palabras gastadas, para dotarlos de un nuevo contenido capaz de responder a los actuales tiempos: «La culpa es triste y paralizante y genera ansiedad. La responsabilidad es fuerza, potencia y capacidad de hacer… Ser responsable es la condición previa para tener poder, en el sentido de ser capaz junto con otros». Hacedora de un diccionario nuevo.
Es una poética, crítica y constructiva, a la que asirse, en la que encontrar recetas, que señalan siempre lo colectivo, la cooperación, la responsabilidad, la memoria y el vínculo
Es especialmente irremplazable la contribución de Yayo Herrero a la divulgación de lo que debería suponer el impacto del ecologismo en nuestras vidas. En el citado capítulo «Ausencia de gravedad y extravío del equilibrio», delicioso párrafo a párrafo, se interconectan una serie de vivencias y referencias literarias como si hubieran existido solo para justificar, a través de la autora, esta tesis: «Nuestra sociedad padece una especie de síndrome del astronauta. Ha crecido y se ha expandido en ausencia de gravedad […] El resultado es una cultura material rodeada de residuos, ahogada en sus propios vómitos, asediada por sus propias mierdas […] Por eso a algunos no les duele pensar en abandonar la Tierra después de agotarla […] Tanto buscar vida alienígena y la tenemos delante de nosotras» (disculpen la longitud de la cita, la imagen era imparable e imposible abreviar la escena). Es irremediable pensar en aquellas naves autopropulsadas de los libros o películas de ciencia ficción que leíamos o veíamos de adolescentes; esas naves que escapaban en el último minuto de un planeta que se autodestruía con una gigantesca explosión. O la consabida historieta de construir posibilidades de habitabilidad en Marte: mudarnos a otro planeta y desechar este que hemos quemado, como si la posibilidad de huir de hábitat en hábitat fuera infinita. ¿Podemos acabar con el capitalismo y el consumo exacerbado, origen de la escasez de materias primas y de la extenuación de los recursos naturales e incluso sociales? Sí. Pero requiere asumir que antes es preciso transitar un duelo: «La constatación del fracaso de las promesas de la tríada progreso, tecnología y capital para garantizar la felicidad y dignidad a todas».
Es indudable que esto genera miedo («Hagámosle el amor al miedo» fue la campaña de la que se valieron las mujeres colombianas de la organización femenina Barrancabermeja para desafiar al miedo y denunciar la violación de derechos y las desapariciones). La ausencia de miedo no es posible; es necesario sentirlo, transitarlo, transformarlo en alegría y valentía. Es requisito, ya no existe otro lado hacia el que evadir la mirada y silbar, ni la posibilidad de la huida hacia delante. Tras la pandemia contamos con la experiencia del miedo y también con la de haber superado este colapso juntos, en comunidad, tejiendo con otros el compromiso por la vida. El miedo es útil, de él nacen la lucha y la esperanza. «Reniego de ansiolíticos o promesas tecnológicas que me lo eviten. Reivindico una amígdala cerebral libre del dogma capitalista. Mucho miedo y más valor».
Ausencias y extravíos Yayo Herrero Escritos Contextatarios (Madrid, 2021) 116 páginas 15 € |